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Viernes, 20 de julio de 2012

Sin Sarkozy, si

Gilles Bon Maury, presidente de la organización HES, Homosexualité et Socialisme, y asesor del actual presidente de Francia, pinta en esta entrevista un panorama esperanzado sobre un país que durante la era Sarkozy se resistió con éxito al matrimonio igualitario y aprobó una cruenta ley para la reasignación de sexo de las personas trans.

 Por Federico Sierra

“Es un tiempo bello para Francia, creo que la vida será más bella después de la larga noche de Sarkozy.” Gilles Bon Maury muestra una sonrisa perfecta y así replica la consigna que viene de las más altas esferas del gobierno francés. La era de “Sarko” ha terminado; el socialismo gobierna ahora y eso significará cambios. Bon Maury tiene 34 años y preside la organización HES, Homosexualité et Socialisme. Aunque nació en Blois, vive en París hace varios años y fue asesor de François Hollande durante la campaña electoral de este año. Campaña reñida, marcada por la crisis económica de Europa y las incertidumbres sobre el euro. Aun así, Hollande y su equipo pudieron filtrar los asuntos pendientes de la comunidad LGTB durante los debates para atravesar victoriosos el ballottage.

Al postularse, el actual presidente socialista firmó un documento estableciendo “60 compromisos”: se trata de 60 medidas que tomará a lo largo de su gobierno. En el puesto 31 (“Engagement 31”) se encuentra la aprobación de una ley de matrimonio igualitario con pleno derecho a la adopción. Con la mayoría asegurada en la Asamblea Nacional –a la que seguramente sumarán sus votos otras fuerzas de izquierda–, el gobierno de Francia ratificó su intención de avanzar hacia el matrimonio igualitario para saldar la discriminación institucionalizada que significa el actual PACS (Pacto Civil de Solidaridad).

“Nuestro sector había decidido avanzar en la igualdad de derechos ya en 2004, con matrimonio y adopción, así que esto no es algo nuevo para el socialismo francés. Lo nuevo es tener a un partisano ocupando la presidencia. Hicimos la campaña buscando darle protagonismo al compromiso 31. Y la verdad es que fue un éxito, porque muchos alcaldes socialistas se involucraron y filmaron videos de apoyo a ese compromiso. En Francia, los alcaldes son muy importantes en ese sentido: ellos están autorizados a celebrar casamientos, que se realizan en los ayuntamientos, pero no pueden celebrar PACS. Son los jueces de paz quienes se encargan de los PACS. Pero los PACS, que eran algo que podía reconocer parejas gays bajo algún amparo legal, de ninguna forma es una igualdad de derechos. La adopción, la tenencia y patria potestad sobre los hijos, todos esos asuntos quedan fuera. Hicimos unas campaña con alcaldes socialistas pidiendo el voto por François Hollande para poder celebrar casamientos gays en sus distritos. Ahora que ha ganado las elecciones tenemos que avanzar en las leyes de matrimonio, adopción y fertilización asistida.”

¿Cuándo esperan poder aprobar la ley?

–Esperamos que sea votada antes de la próxima primavera. Presentaremos el texto de la ley a fines de este año y esperamos que esté aprobada entre enero y junio del año que viene. Creemos que en mayo de 2013 habrá matrimonio gay en toda Francia.

¿Cómo pudieron plantear el tema en una campaña electoral tan centrada en los problemas económicos?

–En el primer tramo de la campaña, cuando Nicolas Sarkozy aún no era candidato, la campaña estaba centrada en asuntos económicos y sociales. Pero cuando Sarkozy ingresa como candidato –con fuertes chances aún de ser reelegido–, toma fuertes posturas contra la igualdad de derechos de gays y lesbianas, contra el reconocimiento del matrimonio gay. A partir de sus definiciones, el tema entró en la agenda y tanto nosotros desde el Partido Socialista, como todos los candidatos de la izquierda, salimos a pronunciarnos. En el socialismo no causó ninguna sorpresa, de hecho Hollande hace bastantes años que está a favor del tema y está bien preparado en esas cuestiones. Lo sorprendente fue que Sarkozy decidiera hablar del asunto públicamente. También Marine Le Pen estaba en contra de todos los derechos LGBT, abiertamente, claro. Pero el debate durante la campaña estaba centrado entre Hollande y Sarkozy; ella no tenía posibilidades de llegar a la segunda vuelta. La oposición de Sarkozy a la igualdad de derechos nos ayudó mucho para poder hablar de esos asuntos, asuntos que dentro del socialismo están muy firmes y consensuados: todos ya sabían que Hollande lo apoyaba abiertamente desde el principio a través del Engagement 31.

¿Cómo es François Hollande? ¿Es una persona sensible a estos asuntos?

–(Sonríe tímidamente) Es muy accesible, claro. Es una persona con la que es muy fácil dialogar: ya había estado con nosotros en algunas marchas del orgullo y me eligió a mí para integrar su equipo de campaña. El habló sobre la necesidad de avanzar en estos temas, no sólo en encuentros del socialismo, también en sus visitas a los barrios más pobres y postergados con serios problemas de homofobia. Claro que ahora es el presidente de Francia, pero tiene un equipo, un programa y dos ministros trabajando en el asunto: el ministro de Justicia, el ministro de Familia, e incluso al primer ministro Jean-Marc Ayrault. Habrá un fuerte debate en la Asamblea, claro, con los diputados de la derecha y también con la Iglesia y sectores conservadores.

El fuerte crecimiento en las encuestas del Frente Nacional, encabezado por Marine Le Pen, encendió una luz de alarma durante la campaña. ¿Estaba el electorado francés girando a la derecha, radicalizándose hacia posturas ultranacionalistas y católicas? Unas semanas más tarde, la mala performance de los candidatos del Frente Nacional en las elecciones legislativas –agudizada por un sistema que perjudica a terceras fuerzas-, terminó por otorgarle solamente dos bancas en la Asamblea Nacional a la ultraderecha xenófoba. “El bloque de Le Pen es un grupo muy pequeño, sin peso político. Pero sabemos que igual habrá lobbies católicos que trabajarán contra la aprobación de esta ley, sobre todo a través de la Unión por un Movimiento Popular, por eso el debate será fuerte”, reconoce Bon Maury.

¿Cree que es hora de enmendar la injusticia que representa la actual ley de unión civil?

–El PACS no era una igualdad de derechos, nunca lo fue, es claro. Pero no vamos a cambiarlo. Se va a mantener, así todos podrán elegir entre PACS o matrimonio. ¿Sabía usted que la gran mayoría de los PACS están integrados por parejas heterosexuales? Es una opción para aquellos que no quieren entrar en un contrato matrimonial. Y eso lo vamos a mantener, para todas las parejas. En ese sentido no creemos que haya sido un error.

¿Y qué ocurrirá con la Ley de Género? La actual exige una reasignación quirúrgica con graves consecuencias para la comunidad trans.

–Sí, también está la intención de modificarla. Por ahora tenemos el proyecto de la diputada socialista Michèle Delaunay, de la región de la Gironda, que busca simplificar el cambio de género y evitar una intervención quirúrgica. Veremos si avanza ese proyecto o se consensúa otro similar. Nuestra propuesta aún pasa por la autorización de un juez, porque así es la estructura legal, pero sin la autorización de médicos. Pero aun así pasaría por jueces que son los que controlan en Francia los cambios en el estado civil, cambios de nombre, fallecimientos, etcétera.

¿Cómo están los ánimos dentro del activismo LGTB actualmente?

–HES y otros grupos han pedido el voto por Hollande. En la primera vuelta había varios candidatos que apoyaban los derechos LGTB, pero en la segunda vuelta sólo estaba el socialismo. Las posiciones estaban bien claras entonces. Ellos están muy atentos a lo que haga el gobierno ahora. Muchos activistas que no son partisanos tienen derecho a disentir en muchas cosas y son libres votar a quien sea, pero el socialismo les pidió su voto para el ballottage. Yo confío mucho en la capacidad del gobierno de cumplir ahora con su promesa.

¿Cree que Francia ha quedado muy rezagada en los derechos de gays y lesbianas?

–(Suspira) En Francia sentimos cierta nostalgia, cierta desazón por momentos. A fines de los noventa éramos pioneros en el reconocimiento de parejas homosexuales con la sanción del PACS. Ahora estamos demorados: fueron diez años en los que se detuvieron los progresos. Sarkozy estaba en contra y gobernaba una mayoría conservadora. Ahora el gobierno del Reino Unido también quiere avanzar en esos temas y también Luxemburgo, así que no estamos solos. En la campaña presidencial anterior, Ségolène Royal estaba a favor del matrimonio gay, pero perdió. Quizás el tema no logró instalarse, se mantuvo muy en segundo plano durante toda la campaña. Eso cambió: esta vez se lo pudo hablar abiertamente.

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