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Viernes, 29 de abril de 2016

PARIS ERA UNA FIESTA

Delphine, hija de un matrimonio campesino, se muda a la capital francesa fantaseando con ser dueña de su propia vida. Pronto empieza a fantasear también con Carole. Tiempo de revelaciones es una historia de chica conoce chica ambientada al calor de las luchas feministas del mayo francés. Su directora, Catherine Corsini, le cuenta a SOY por qué su película es un eslabón imprescindible de la cinemateca torteril.

 Por Walter Romero

¿Puede considerarse a Tiempo de revelaciones un film militante?

-Se trata más bien de una historia de amor que ocurre en un medio homosexual y, a su vez, en un medio feminista, pero ha sido visto como un film militante en Francia dado que también fue puesto en contexto con sucesos ocurridos en Francia en los últimos años, muy desagradables por cierto, por las manifestaciones y las declaraciones en contra del matrimonio igualitario. Quise mostrar cómo la sociedad francesa está totalmente dividida y da muestras de ribetes francamente homofóbicos; he tratado de generar con el film una interpelación que haga foco en el combate feminista en este caso. El film conlleva en sí una implicación política, y puede ser visto, por ende, como un acto militante en sí.

¿Hay una relación directa entre los sucesos de la Francia de hoy y los tiempos que presenta la película: las luchas feministas de los setenta posteriores a mayo del 68?

-Quise poner en situación la homosexualidad femenina, todos sus debates y también la evolución de la sociedad francesa durante los años setenta gracias a los sucesos posteriores a mayo del 68. Se ha hecho demasiado hincapié en el rol masculino de esos sucesos, y yo he querido más bien poner en foco en la lucha femenina. Hay que decir que apenas unos años antes, ya estaba en emergencia tanto en París como en otros lugares cierto interés en el tratamiento de las cuestiones en torno a las dificultades del mundo homosexual (debates muy modernos para la época), todo circulaba de manera muy oculta, aunque ya se vislumbraban fuertes debates sobre la cuestión.

Muestra las contradicciones entre la ciudad y el campo respecto al lesbianismo. ¿Hay una idea de ver a la joven Delphine como una Emma Bovary que desde la granja sueña con París?

-Me siento totalmente influenciada por los grandes personajes femeninos de la literatura como Emma Bovary justamente. Es clave por otra parte el “fenómeno París” en la historia de Francia y en la historia de la literatura; Delphine pertenece al mundo del campo y se ve prisionera de ese hábitat donde todo parece ya pactado sobre su vida, todo es visto y observado, y en el que, una vez más, la acción de “irse a París” cumple una función primordial para encontrarse con su deseo. Esto sería hoy igual, nada ha cambiado, podría ocurrir hoy mismo con pequeños lugares del interior de Francia, y aún hoy París constituye una representación innegable. Una joven de un medio campesino llega a París para cumplir sus aspiraciones más profundas y vivir de una manera que acaso no le serían posible en un mundo cerrado como el del campo.

Son clave por los nombres de las protagonistas, Carole y Delphine, que evocan a las figuras de Carole Russopolos y Delphine Seyring y el mítico y combativo video Maso et Miso vont en bateau.

-Hay un homenaje a esas dos figuras del feminismo de quien yo había escuchado hablar muchísimo. Las protagonistas llevan esos nombres en relación a todo aquello que considero que estas dos mujeres aportaron a la visibilidad de la lucha feminista; además de la pregnancia de la figura de Delphine Seyring y su retrato de comediante, y la manera en que como actriz transitó su condición femenina, eso es notable. Destacaría cierta idea de compromiso no reñida con una gran espontaneidad en esa lucha en el caso de Delphine. Todo lo que pude leer sobre ellas, y la forma en que ambas participaron desde un comienzo de los combates feministas, los combates homosexuales, y diría, no sólo homosexuales, fue crucial. Carole tenía siempre una mirada extremadamente pertinente y representa un ideal de verdadera emancipación de la mujer; también su rol como cineasta es muy importante: era una mujer extremadamente divertida y combativa a la vez.

¿Dialoga su película con otras dos que recientemente abordaron la pasión sáfica como La vida de Adèle y Carol?

-A pesar de que La vida de Adèle es la mirada de un hombre sobre la relación entre dos mujeres, es un film pregnante y tiene el mérito de mostrar esa historia sobre la sexualidad femenina y ese deseo, el de una una relación homosexual como historia de amor. Carol, por su parte, me parece un film magnífico, las dos actrices hacen un trabajo formidable. Pondría a estos films con el mío como tres momentos distintos en la historia: es decir en los años cincuenta con Carol, en los comienzos de los años setenta con el mío y La vie d’Adèle en la actualidad. Faltaba contarnos estas historias, faltaba contarse este tema. Carol presenta como un relato de los años cincuenta las contradicciones de una relación atravesada por distintas generaciones. Y los tres films muestran relaciones de clase diferentes, formas distintas de relacionar ese deseo con la sociedad, con el mundo del trabajo… Los tres films presentan múltiples matices, pero creo que son importantes porque muestran tres distintas versiones de la relación femenina, y son historias de amor sin elementos que podríamos llamar “horribles”; son, por cierto, historias de amor difíciles o complicadas, pero finalmente narran un modo de entendimiento entre las personas, por encima de las diferencias y el medio

¿Cuál fue el disparador?

-Estaba dando vueltas sobre la época de los años setenta y la lucha feminista, y tenía ganas de “restituir” esta historia. Estuve influenciada, podríamos decir, por un documental de Sebastián Lifshitz que se llama Los invisibles, y que muestra ese deseo homosexual a través de personas que han tenido coraje y una voluntad clara de emancipación. Mi intención fue contar la “pequeña historia” y la “gran historia” de este deseo, acaso mezclados o intervenidos; y el disparador fue ese documental sobre algunas de estas historias de vida conmovedoras, algunas provenientes también del mundo del campo, y donde París una vez más, como ocurre en mi film, es el encuentro de gente muy diferente.

¿Hay además una idea especial en su caso de cómo filmar el cuerpo femenino y la relación sexual y el deseo entre dos mujeres?

-Fue complicado porque quería mostrar poco de esos cuerpos en mi relato, aunque tenía un marco como el de los años setenta de una verdadera liberación total. Quería alejarme de un costado diremos voyeurista y poner el foco en una relación carnal pero asociada a la relación con la tierra y con la naturaleza, algo que se relaciona con esos cuadros de Manet de mujeres desnudas, mostrar los cuerpos en una especie de revelación; tratar de mostrar dentro de lo posible la existencia de esos cuerpos tal como son, con sus redondeces, y hacer foco no en que se vean lindos, sino en mostrarlos en la “senda del amor” entre mujeres, con su sensualidad, su búsqueda del placer, sus caricias.

Hay un episodio en el film sobre un joven gay que es rechazado por su familia, internado y que recibe tratamiento de electroshock. ¿Cómo se insertó ese micro-relato en la historia?

-Es parte de este momento histórico; en ese momento de la lucha no estaba aislado, sino que es parte de lo que se vivía: el movimiento, digamos, revolucionario de la época, los grupos que se constituían y refiere también al uso que se hizo en su momento en Congresos de psiquiatría en Italia de estos “casos”. Mezclé un poco algunas cosas reales con otras inventadas para describir mejor la época.

¿Cómo piensa que será recibida la película en la Argentina a la luz de los avances en los derechos lgbti?

-Estuve varias veces en Argentina y estoy al tanto de cómo en el último decenio la sociedad ha evolucionado. Estuve hace años en el Festival de Mar del Plata como parte del jurado de films femeninos y ahí me hice la idea de una sociedad que piensa de manera independiente muchas de estas cuestiones y con mucha madurez pero que es, a la vez, una sociedad donde la presencia machista está también, creo, muy presente.

Tiempo de revelaciones de estrena en Buenos Aires el jueves 5 de mayo

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Catherine Corsini
 
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