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Viernes, 24 de junio de 2016

TEATRO

No llores por mí

El fin contrario a su naturaleza explora el fin del amor y otros demonios.

 Por Victoria Castro

Federico ama a Federico y no tolera que lo haya dejado. La angustia por su ausencia se dispara en la sordidez de una habitación con una mano manchada de sangre propia y semen ajeno, una mesita que sostiene una montaña de merca junto a una pistola, un ex novio resucitado y una mujer desconocida que lo confronta con sus pensamientos fatídicos.

Porque ante el estado de sufrimiento ocasionado por un amor que no pudo ser, ¿qué mejor idea que ahogar las penas con una noche de desenfreno a puro sexo, drogas e insectos petrificados en metáforas? Así arranca la trama que conducirá a Federico (Martín Pérez) a intentar reconstruir esa noche de excesos y a inventar las maniobras más insólitas con el fin de no aceptar, bajo ningún punto de vista, la pérdida de ese otro Federico (Pablo Fetis), el amado.

De pronto el mensaje del ex en el contestador reaviva su angustia: ¿qué desea después de dos años de no vernos? ¿volvió para joderme o para salvarme de la depresión? ¿acaso no se da cuenta de que yo puedo estar solo? ¿quién lo necesita? ¿quién necesita estar con alguien?

Así es que la mujer que interpreta la voz de su conciencia (Mara Teit) se encargará de lidiar brillantemente con estas y tantas otras preguntas, que Federico se hará sobre el amor y las relaciones de pareja, basándose en elementos narrativos del sentido común burgués (una cita de La Pianista de Haneke, o Mulholland Drive de Lynch; un texto de Zizek, fragmentos de Lolita, El Extranjero de Camus, Viajes por el Scriptorium de Paul Auster, entre otros) del cual también se burla astutamente.

Después de todo el joven ciclotímico no hará más que luchar contra su propia “naturaleza” fiestera e inestable y la sórdida mujer se ocupará de rebatir todo cuanto el protagonista elucubre sobre la errónea posibilidad de volver con el ex: “No lo llames, no va a funcionar (...) La base de la industria cultural está montada en el desamor”, arremete.

El fin contrario a su naturaleza. Viernes a las 23.15, Vera Vera Teatro, Vera 108.

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