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Viernes, 6 de febrero de 2009

Abriendo el juego

 Por Elisabet Contrera

En tiempos en que es cada vez más común ver a superhéroes luchando por salir del closet en el mundo del comic, un volumen de historietas que celebra la diversidad sexual, ideado por un grupo de historietistas argentinxs, ha visto la luz en estas pampas. Abreme es una antología de comic “gay-les-trans”, publicado por la editorial Moebius (www.moebiuseditora.com), que luego de ser presentado oficialmente en el Festival Internacional de Cine Lésbico y Gay de Madrid fue lanzado el mes pasado en Buenos Aires. “Buscábamos derribar las barreras del prejuicio, ¡y cuántas hemos derribado! Si hasta los mismos lectores que se acercaban al libro en España se sorprendían cuando veían que no era pornográfico, toda vez que en ese país casi no hay historieta gay que no sea porno”, contó Martín Casanova, coeditor argentino de la antología y guionista de uno de los comics. “Los gays y lesbianas se enamoran, se emocionan y les pasan cosas mucho más trascendentales que el sexo. Con Abreme quisimos contar otro tipo de historias y que fueran interesantes, independientemente de la orientación sexual de quien la lea.”

Una de las curiosidades del libro es su modo de lectura: la parte dedicada a las chicas se lee de un lado y la dirigida a los chicos, de otro, y de ese modo hay que ir dándolo vuelta según se quiera leer la parte gay o lesbiana. Y si bien para la mayoría de los historietistas (Caro Chinaski, Javier Barrera, Liniers, Gustavo Sala, Sebastián Ballesteros, son algunos de ellos) la temática lésbico-gay era un terreno virtualmente inexplorado, hay quienes ya venían con experiencia previa, como Eleonora Kortsarz, guionista y dibujante de Supercake, una historieta que narra las andanzas de una superheroína lesbiana que lucha contra la logia del Mal que prohíbe a la gente vivir su sexualidad libremente. “Me gusta pensar un futuro en el que a nadie le importe la ‘temática gay’ y, en general, un futuro en el que a nadie le importe casi nada. Me gusta la indiferencia”, dijo Federico Reggiani, quien en su cuento “La ruina de la civilización” relata la historia de un joven gay, de “su amigo imaginario” y de su madre, la que dice que su hijo no tiene gusto para decorar su casa, contrariando así la creencia popular que reza que los gays sí tienen buen gusto. “Pero es bueno que estas publicaciones existan y circulen. Y más aún en el ámbito de la historieta, un medio que fue durante mucho tiempo un reducto casi exclusivo para adolescentes machos.” o

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