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Domingo, 30 de agosto de 2009

PATAGONIA > ALDEA LAS PAMPAS

Chubut al límite

A orillas del río Pampas y al pie de los cerros Desnudo y Cono, este recóndito confín de la Patagonia se encuentra más cerca de Chile que de Río Pico, la comunidad argentina más próxima. Conocido por sus jineteadas, es también un paraíso para pescadores.

 Por Mariana Lafont

En el oeste de Chubut existe un remoto paraje, conocido desde siempre como Aldea Las Pampas, que por una de esas decisiones tomadas a cientos de kilómetros de distancia fue rebautizado en 2005 con el nombre de Comuna Rural Atilio Viglione. El topónimo original, sin embargo, perdura gracias a los pobladores, que así lo transmiten a quienes visitan la aldea llegando por la RN 40 desde Tecka, pasando luego por Río Pico y un sinuoso camino de montaña que desemboca entre formaciones rocosas.

Doscientas personas, la mayoría dedicada a la ganadería como peones de extensos campos, viven en el pueblito, donde el principal medio de locomoción son los caballos que van y vienen montados por grandes y chicos. No hay que extrañarse si al llamado de Solís, Castro, Saavedra o Iribarne más de uno se da vuelta: es que el núcleo poblacional surgió a partir de un puñado de familias chilenas –cuyos apellidos se conservan hasta hoy–, en busca de buenas pasturas para el ganado.

ALREDEDOR DE LA ESCUELA Aquellos primeros pobladores comenzaron a asentarse en torno a la Escuela Nacional 32, construida en 1918 y cuyos primeros alumnos fueron los hijos de las familias pioneras. Hoy sigue siendo literalmente una escuela de frontera, por su cercanía al límite con Chile. Y funciona al mismo tiempo como escuela-granja, donde los chicos mantienen una huerta, crían animales y venden productos a los pobladores. El calendario escolar es muy particular: como los inviernos son muy crudos, y la acumulación de nieve suele cortar los caminos, las clases comienzan en febrero, terminan en diciembre y las vacaciones de invierno se extienden durante junio y julio, con temperaturas que tocan los 20 grados bajo cero.

El clima no se puede cambiar, pero la tecnología sí mejora algunas de las condiciones de vida: hasta 2007 sólo había un teléfono y no existía señal de celular. Un año después ya había telefonía móvil, y ahora también Internet y televisión satelital. Sin embargo, más que los adelantos tecnológicos son las inclemencias del clima y las distancias las que siguen marcando el ritmo de la vida del pueblo.

INCREIBLE FRONTERA Hay en el mundo fronteras peculiares, pero pocas como el Paso Internacional Las Pampas, que une esta comuna con la vecina Lago Verde en Chile e implica vadear un río, transitar por caminos llenos de rocas y abrir y cerrar tranqueras. Si se recuerda que la frontera está a 960 metros sobre el nivel del mar, que se transita un camino abierto por bueyes sin muchas mejoras posteriores, que el río Pampas no tiene puente y que se pone bravo en invierno, estará dada la dimensión de la aventura. En invierno, cuentan los paisanos, se puede cruzar el río con el agua llegando al cuello de los caballos...

Después del Lago 5 y su lodge de pesca, hay que hacer los trámites migratorios en Gendarmería. Se pasa cerca del puesto de Dionisio Solís, un poblador de 80 años que vive solo en su rancho y se mantiene vendiendo carne, con el cerro El Diente –así llamado por su forma de colmillo– haciéndole compañía a lo lejos. Se cruzan los ríos Píldoras y Pico, mientras las cañas colihues van cerrando el camino y el aumento de la vegetación indica la cercanía con Chile, donde las precipitaciones son mucho más abundantes que de este lado de la cordillera. Al cruzar la última tranquera y recorrer el último tramo de frontera, aparecen en seguida campos cultivados y las primeras casas con sus prolijos cercos y las clásicas tejuelas del sur chileno. Lago Verde, una comuna rural situada en el nordeste de la región chilena de Aisén, le debe el nombre al bellísimo color verde-turquesa de su lago. El pueblo es pequeño, pero está todo asfaltado y rodeado de bosques, ríos y hielos eternos.

FIESTA EN LA CORDILLERA El evento más importante del año en Aldea Las Pampas se realiza cada mes de enero: es la Fiesta Provincial de la Cordillera, una celebración gauchesca donde sobresalen la jineteada y la habilidad de los pobladores para sostenerse en el lomo de un caballo sin amansar al menos seis segundos. No es casual que la fiesta resalte la figura del caballo, el animal que como arma o como herramienta marcó a fuego la vida de la aldea.

Como tantas otras que hay en Chubut durante el verano, la popular Fiesta de la Cordillera convoca a pobladores de Corcovado, Gobernador Costa, Río Pico, Alto Río Senguer, Aldea Apeleg y Sarmiento, aunque también hay público de otras provincias patagónicas. Y no es todo: hasta un sudafricano que exhibía bijouterie en un paraguas se sumó a la última edición, para sorpresa de los paisanos. Las mujeres, indiferentes al color del visitante, no paraban mientras tanto de freír empanadas para el público que asistía a la doma. Hasta el menos ducho sale de la fiesta hecho un experto: hay categorías como la “gurupa” (sin estribos), “crin limpia” (el jinete no debe dejar de taconear al animal con las espuelas) y “basto y encimera” (no se deben perder los estribos). En cada una el hombre demuestra su fuerza y destreza, pero en ninguna está permitido “charquear”, es decir, tocar el animal con las manos. No sólo el coraje y la habilidad de los participantes llaman la atención, sino también el ritual que se genera alrededor de cada uno, incluyendo al payador que entretiene al público con sus versos hasta que se suelta al caballo del palenque y empieza el desafío. La acción dura segundos, pero segundos intensos, que se repiten en varias rondas hasta la gran final del último día de la fiesta, cuando se consagra al campeón de la jineteada.

Lejano oeste chubutense

Aldea Las Pampas, junto con otros pueblos del oeste chubutense, atesora historias de prófugos y bandidos dignas del Lejano Oeste. A fines del siglo XIX casi toda la Patagonia era “tierra de nadie”, y los bandoleros asolaban sin freno la región. Este paraje lejano fue entonces el escenario de un hecho sin precedentes: el primer secuestro con pedido de rescate del país. La víctima fue Lucio Ramos Otero, el miembro extravagante de una familia de hacendados de Buenos Aires que en su juventud había abandonado la ciudad para trabajar el campo como peón, arreando carros. Años más tarde se mudó a Chubut, donde fundó varias estancias en la costa y en la cordillera, cerca de Corcovado.

Corría marzo de 1911 cuando Otero salió de la estancia con uno de sus peones para ir a Tecka y lo interceptaron tres hombres: eran Robert Evans, William Wilson y el argentino Daniel Gibbon, que se lo llevaron a caballo, se internaron en el monte y cruzaron el río Las Pampas llegando casi al límite con Chile. Finalmente lo trasladaron a un calabozo y lo obligaron a escribir a su madre pidiendo rescate. Otero tuvo suerte: logró liberarse y huir a la luz de la luna, hasta regresar a su estancia. Pero fue el fin de su aventura patagónica, y el primer registro de este delito en nuestra historia.

DATOS UTILES

Cómo llegar: Lo ideal es ir en auto propio. La empresa Jacobsen realiza el tramo de Esquel a Río Pico los lunes, miércoles y viernes a las 9.

De Río Pico a Esquel, los mismos días a las 14.30. De Aldea Las Pampas a Río Pico no hay bus.

Dónde dormir: Cabañas: Meli Laufquen (en Lago 4); Cabaña Manantial (en el pueblo).

Para recordar: La última estación de servicio está en Río Pico. Conviene aprovisionarse también (en especial de fruta y verdura, difíciles de conseguir en el pueblo).

Horario de Gendarmería: 8 a 20.

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Aldea Las Pampas. El encanto patagónico de un pueblito al pie de los cerros.
 
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