turismo

Sábado, 30 de abril de 2016

CHUBUT > DE LOS VIñEDOS A LA GASTRONOMíA NATIVA

Vendimia y sabor mapuche

La primera cosecha realizada en Viñas de Nant y Fall, en Trevelin, dio pie a una fiesta popular cordillerana donde se dieron cita las uvas, el baile tradicional y la comida ancestral. Mientras tanto la comunidad de Nahuel Pan avanza con un calendario de eventos de gastronomía nativa en el oeste de la provincia.

 Por Sonia Renison

Fotos de Turismo Trevelin/Chubut

Redonditas, chiquitas, negritas, las uvas Pinot Noir que poblaron las Viñas de Nant y Fall formaron los generosos racimos que convocaron a la primera vendimia de Trevelin. Que ostenta otro título: la de ser la más austral del continente. El pueblo fue una fiesta. Desde temprano el sol abrazó con tibieza las cuatro hectáreas donde desde hace casi diez años Sergio Rodríguez talla su proyecto de vida. Primero con un Motor Home Eco Parking, donde recalan extranjeros de todos los puntos del mapa, único en su tipo porque tiene planta de tratamiento de residuos líquidos y un lago con truchas sembradas. Parrillas, duchas, agua caliente y don de gentes. “Trasciende la Argentina, es del turismo del mundo. Hay un segmento europeo que viene a recorrer de sur a norte la RN 40”, le cuenta Sergio a Turismo/12, orgulloso porque la revista alemana especializada Overland nominó a Nant y Fall como el mejor Eco Parking de Sudamérica. Aquí comenzó su otro sueño, el de los viñedos. Estudió, consultó y definió que la cepa Pinot Noir -que resiste hasta 20 grados bajo cero- es la óptima para su producto futuro, un espumante.

Además, ese cuadro de una hectárea y media representa la misma cantidad que ocupan los viñedos de Francia donde nace el mejor vino del mundo. El dato redimensiona una superficie que en Patagonia se expresa en miles de hectáreas cuando se habla de producción, por su suelo árido y pedregoso. Pero aquí, a minutos de Trevelin (“pueblo del molino” en galés) y cerquita de Esquel, donde las vecinas son las cascadas de Nant y Fall con sus 60 metros de altura, los parámetros son otros. Estamos en pleno Valle 16 de Octubre, en el límite con Chile. Un lugar donde el dueño del campo vecino regala, en cada primavera, una postal imperdible con los campos de tulipanes de todos los colores, con los que produce bulbos para exportar. Sí, el rincón es el sueño de cualquier amante de la vida. Y fue así que unos seis años atrás, cuando comenzaron a implantar los viñedos, Sergio y su hijo Emanuel, además de sus padres Ricardo y Maura, trabajaron la tierra en la lomada que se yergue en la entrada de la chacra. No fue fácil: era todo “un mosquetal”, recuerda Sergio al describir el terreno cubierto de rosa mosqueta, una plaga exótica en la región.

Emanuel Rodríguez, nueva generación de una familia dedicada al vino.

LA FIESTA DE LA UVA El último 17 de abril, desde horas tempranas y luego de una helada, los viñedos revelaban los primeros colores rojizos del otoño que distingue a la cepa, mientras los racimos apretados de uvas -del tamaño de una mano- asomaban generosos para los cosechadores. Medio centenar de vehículos ocuparon predios vecinos, bajo una lluvia dorada de hojas de álamos. El paisaje del otoño patagónico es uno de los más bellos, por cuanto las lengas y los ñires -a medida que cobran altura en los cerros- muestran vistas pardas y rojas, presa ideal para fotógrafos.

Lo cierto es que el cielo ofreció su mejor azul. Carpas para que especialistas dieran clases magistrales de riego y de apoyo financiero fueron parte de esta fiesta que tuvo un centenar de expositores, desde el whisky que se produce en el paraje Las Golondrinas, sobre la RN 40, hasta la experta en textiles La oveja negra de la familia, integrante de un proyecto distinguido por la Unesco, pasando por el ebanista Fernando Ibhar, que se acercó con su obra desde Corcovado. La cerveza artesanal Gorsedd y Cwmwl, elaborada con lúpulo y trigo del molino Nant Fach de Mervyn Jones, se sumó a los dulces, el chutney y las confituras elaboradas por expertas bajo la atenta mirada del Laboratorio de Sabores del Centro de Apoyo de la Producción de Esquel y la Comarca (CAPEC). Producciones artesanales de papel reciclado y la clásica torta galesa estuvieron presentes. Hubo cata de vinos de bodegas de la región y asistieron todas las autoridades, desde la provincia hasta el municipio, que pudieron acercarse para compartir el momento. Hasta lanzaron la idea de marcar el 17 de abril como día del productor, mientras ya se define entre 60 de ellos -dedicados a la uva- el nuevo camino del vino chubutense.

La chef Paula Chiaradía, de Fonda Sur, desplegó clases magistrales bajo el sol de la tarde, mientras el grupo del Ballet Ambar de Trevelin le puso ritmo y color. Los alumnos de la Escuela Técnica Nº4 hicieron de guías entre las vides para contar las bondades de esta cepa. Como Maxi Segura, que relató la resistencia del Pinot Noir hasta quedar preparada para el primer vino joven que surja de esta experiencia.

La agenda colmada de la vendimia en Nant y Fall también tuvo de invitados a emprendedores de otros lugares, como Daniel Aillapan, que con la comunidad de Sierra Colorada es famoso por la Fiesta Provincial de la Tortilla al Rescoldo. A modo de demostración, para no perder la costumbre, se amasaron tortillas y se asaron sobre las brasas: exquisitas. Daniel cuenta las recetas y el paso a paso del curanto con las hojas inmensas de la nalca, esa planta de hojas enormes que parecieran llegar desde la prehistoria. Allí además son famosos por su destreza en el trabajo con el cuero crudo, como la lonja con la que se hace la bota de potro.

Al caer la tarde, las danzas siguieron en alza, mientras se entronizó la imagen de la Virgen de la Carrodilla, patrona de los viñedos, y un vino caliente con especias fue el souvenir del atardecer de un lugar abierto todo el año para los viajeros que buscan su rincón en el mundo.

En Trevelin se recuperan formas ancestrales de cocinar.

NAHUEL PAN Los viñedos, la torta galesa y la tortilla al rescoldo están unidos por la cultura andina de la Patagonia. Lo cierto es que cerca de Trevelin está el paraje Nahuel Pan, donde la comunidad nativa de este nombre también despliega su propuesta: “Sabor mapuche. Alimentos de la Tierra”. Cuentan con un calendario de eventos bien robusto, con el próximo previsto del 22 al 24 de julio. Ya recorrieron alto Río Senguer y el propio Nahuel Pan, con productos vinculados al rescate de la gastronomía mapuche, de presentación primorosa, donde se unen los asesoramientos técnicos del INTA Cambio Rural y el programa de Bosques Modelo del Ministerio de Ambiente nacional. Sin olvidar el arte de los chefs Laureano Ríos y Rodrigo Gajardo, quienes despliegan su talento con los productos ancestrales en Casa de Piedra, de la familia Nahuelpan. El merken, adorado por los cocineros citadinos por el fondo ahumado que realza los sabores, aquí es elaborado por los emprendedores de la comunidad, lo mismo que la variedad de sales, con romero, menta y limón o con tomillo y ají.

Para Rodrigo Gajardo el chimichurri especial es sencillo; claro está que hay que procurarse los condimentos. Merken, cuatro ajos picados y una cucharada de cilantro: mientras lo muestra en un cuenco, asoma una tortilla al rescoldo gigante. Es la combinación ideal. Con un fogón a leños y una cocina económica de campo, una barra de madera lustrada muestra los ingredientes presentados por textura y color, a la vez que la escenografía del Comedor Campero de los Nahuelpan queda completa. Los zapallos de calabaza de la huerta fueron preparados a fuego lento, y en su interior un guiso de capón con trigo mote forma un plato contundente. Cuentan que en las ferias de gastronomía como la que programaron para julio los detalles están todos calculados. Liebre, hongos, capón, salsas, “ñaco”. Una de las novedades es que los turistas que compartan este evento gastronómico tendrán varias opciones culinarias: no sólo de la carta, sino que con la entrada y la consumición de uno de los platos gourmet se contempla que la ollita de barro que contiene la degustación quede en manos del consumidor.

Lo interesante es que cada evento alude a un aspecto cultural de la zona, como en Alto Río Senguer. El del pasado marzo fue diseñado para rescatar la antigua costumbre de los carreros, que vendían la leña a Esquel y la transportaban en carros de ruedas gigantes capaces de avanzar a pesar de los ríos, los mallines o la nieve. Laureano Ríos apunta que en cada encuentro también hay feria de productos como sales saborizadas, artesanías en madera y los textiles con lana. Dulces, licores y hasta juegos típicos formarán parte de la jornada, como “la chueca”, que en su forma deportiva se asemeja al hockey. De todas formas, inmersos en el paisaje infinito que dibuja esta Patagonia, son el sol, el viento y la lluvia los ingredientes fundamentales para llegar al corazón de la comunidad.

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Otoño en las comarcas de la cordillera, una fiesta dorada.
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