22:30 › DERECHOS HUMANOS

Otra ejecución agónica en Estados Unidos

Las autoridades carcelarias de Arizona declararon muerto a Joseph Rudolph Wood una hora y 57 minutos después de aplicarle la inyección letal, con la que se cumplió son condena a pena de muerte por los asesinatos de su compañera y el padre de ella en 1989. Las sustancias utilizadas para la ejecución se utilizaron, por primera vez, hace seis meses sobre otro condenado a muerte, que sufrió una agonía de 25 minutos. La pena máxima se aplica en 32 estado norteamericanos y hay 3 mil personas condenadas.

Los testigos dijeron que Wood, de 55 años, continuó resoplando y tomando bocanadas de aire cientos de veces. "Daba bocanadas como un pez en tierra", relató el periodista Michael Kiefer, del diario The Arizona Republic, que fue testigo de la ejecución: "El movimiento era como un pistón. Abría la boca, se levantaba el pecho, una convulsión en el abdomen", dijo.

Kiefer agregó que cuando el médico fue a examinarlo "anunció por el micrófono que Wood seguía sedado, pero podíamos escuchar los ruidos que hacía, como cuando el filtro de una piscina chupa aire". "Fue muerte por apnea y continuó por más de una hora y media", precisó.

El caso reavivó el debate en Estados Unidos sobre la pena de muerte, un castigo restablecido por el Tribunal Supremo de Justicia en 1976 y que se aplica todavía en 32 estados. Una de las limitaciones de la pena de muerte es la Octava Enmienda de la Constitución, que prohíbe "castigos crueles e inusitados".

En enero Dennis McGuire, de 43 años y condenado a muerte por la violación y asesinato en 1989 de la recién casada y embarazada Joy Stewart, demoró casi 25 minutos en morir después de que se le inyectara la misma combinación de compuestos, usada por primera vez en Estados Unidos para una ejecución.

En abril Clayton Lockett, de 38 años y condenado por la violación y asesinato de Stephanie Neiman, murió de un ataque cardíaco casi una hora después de que se le administrara una combinación de tres químicos, incluido midazolam.

Los abogados de Wood habían expresado a los tribunales estatales y federales sus preocupaciones acerca de la combinación de esos compuestos químicos y la negativa del Departamento de Correcciones de Arizona a dar información sobre las partidas específicas de las que se obtuvieron las drogas.

"Arizona se sumó a los estados responsables por un horror que podría evitarse totalmente: una ejecución mal ejecutada", dijo Dale Baich, uno de los abogados defensores de Wood, y agregó que "el público debería responsabilizar a los funcionarios y exigir que este proceso sea más transparente".

Las polémicas sobre la pena de muerte se acentuaron en Estados Unidos desde que los análisis genéticos probaron la inocencia de numerosos convictos y también por la escasez de tiopentato de sodio, un narcótico que formaba parte de un cóctel de tres compuestos usado en las inyecciones letales.

El mes pasado Hospira, la única compañía con permiso para fabricar el narcótico en norteamérica, anunció que ya no lo produciría después de una campaña global movilizada por adversarios de la pena de muerte. Esa escasez obligó a los Estados donde hay condenados a muerte a postergar las ejecuciones, a buscar lo poco que quede de tiopentato de sodio o a probar compuestos alternativos.

Desde 1976 en Estados Unidos se ejecutaron 1.385 personas y hay actualmente 3.070 condenados a muerte a la espera del castigo. Aunque los negros son el 12 por ciento de la población estadounidense, representan el 34 por ciento de los ejecutados y el 41 por ciento de la población en el pasillo de la muerte.

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