UNIVERSIDAD › OPINION

El futuro del Plan Fénix

 Por Ruben Hallu *

Frente a la información publicada ayer en Página/12, con relación al debate planteado en torno al Plan Fénix, quiero, como rector de la Universidad de Buenos Aires, expresar algunas ideas que permitan clarificar el debate. La UBA, lejos de pretender “cerrar”, “condicionar” o “recortar” cualquier programa de investigación, ha dado sobradas evidencias en los últimos años de su firme voluntad de consolidar el desarrollo de la ciencia y la tecnología, a través del incremento en los proyectos, las becas, los subsidios en el área, y de la creación de distintos programas interdisciplinarios destinados a abordar problemáticas de carácter estratégico para nuestro país, como el cambio climático, las marginaciones sociales o las energías sustentables. Es en el marco de esta política, y a partir de reconocer el trabajo y los valiosos aportes realizados por el Plan Fénix en los años transcurridos desde su creación en 2001, que hoy pretendemos fortalecer su conformación interdisciplinaria y dotarlo de institucionalidad y herramientas de acuerdo a la normativa vigente.

Es triste y doloroso ver cómo algunos integrantes de nuestra propia comunidad académica priorizan a las personas por encima de los proyectos y, creyendo defenderlos, ponen en cuestión el prestigio, la trayectoria o la capacidad de sus colegas profesores, docentes e investigadores para alcanzar resultados de investigación. El planteo realizado por los integrantes del Plan Fénix, oponiéndose a su institucionalización y amenazando retirarse del ámbito de la universidad, evidencia no sólo soberbia por parte de algunos de sus integrantes, sino también menosprecio hacia el resto de los investigadores, al sugerir como “dudosas” las posibilidades de los programas interdisciplinarios de la UBA de alcanzar los resultados obtenidos por el Plan Fénix.

No es correcto autoelogiarse, y menos minimizando el esfuerzo o el trabajo de otros colegas, que cuentan con iguales méritos y trayectoria. Los integrantes del Programa de Cambio Climático, por ejemplo, son parte del Panel Intergubernamental del Cambio Climático, ganador del Premio Nobel de la Paz en 2007. Cuando un emprendimiento es exitoso y prestigioso, es conveniente que sean otros los que lo destaquen, y no sus propios integrantes.

Lo que está planteando la universidad es que el Plan Fénix sea interdisciplinario. Eso significa institucionalmente interdisciplinario, con la representación enviada por cada facultad y no como a alguien se le ocurra formarlo. La universidad no tiene planes interdisciplinarios creados de acuerdo con los criterios de una persona, que decide convocar a quienes cree, sino que la interdisciplinariedad, en el marco de la institucionalidad de la UBA, radica en que las autoridades de cada facultad designen a los docentes e investigadores especializados en los temas que se debaten. Y esto no es sentar una posición, es enriquecer el debate.

¿Es malo pedirles representación a las facultades? ¿Proponer que participen otros especialistas, para debatir los mismos temas, que no son los que uno quiere llamar, es antidemocrático o intervencionista? ¿No es éste el espíritu de la universidad: la amplitud de criterios, el debate pluralista?

Por supuesto que es difícil abrirse a la interdisciplinariedad. Por eso nos costó conformar los programas que actualmente tenemos en curso, el Programa Interdisciplinario de Cambio Climático, el Programa Interdisciplinario de Marginaciones Sociales y el Programa Interdisciplinario de Energías Sustentables, porque no es fácil convocar a todas las voces a hablar sobre lo mismo y sentarse a debatir.

Me preocupa además que haya personas en la universidad que se consideren por encima o con autoridad sobre sus órganos de gobierno, el rector y el Consejo Superior, y se tomen atribuciones sobre ellos. También son preocupantes las amenazas, que hasta ahora recibíamos solo de algunos sectores estudiantiles. Que investigadores de la UBA planteen que si el Consejo no sigue sus propuestas, se van de la universidad, es una amenaza, y de un claustro que tiene la responsabilidad de dar el ejemplo. Esta no es ni una actitud dialoguista ni la apertura de la universidad que buscamos. Soy un defensor a ultranza de la alternancia y la renovación. Es por eso que yo mismo reduje mi mandato, para favorecer el reordenamiento institucional. Aquellos que creen que las organizaciones solo funcionan si ellos las lideran, favorecen actitudes mesiánicas que nos alejan de la pluralidad y nos acercan al pensamiento único.

* Rector de la UBA.

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