UNIVERSIDAD › OPINION

Academicismo pueril y burocrático

 Por León Rozitchner *

Quisiera plantear, en un caso particular tomado como ejemplo, el resultado de una presentación a la convocatoria hecha por el rectorado de la UBA a profesores e investigadores para solicitar los subsidios UBA CyT (Ciencia y Técnica), período 2006/2009. Entiendo que frente a los problemas por los que atraviesa la UBA el que aquí planteo sea, en efecto, minúsculo. Pero se trata más bien de considerarlo como un “caso”, un “analizador” de las condiciones de arbitrariedad y del manoseo despectivo a los que se quiere someter a profesores e investigadores. Debo hacerlo porque creo que muestra una concepción del trabajo intelectual y de las “ciencias sociales” guiada por normas de un academicismo pueril y burocrático, meramente cuantitativo, que deja completamente de lado el carácter cualitativo y específico de la elaboración del conocimiento en el campo que nos atañe. Y esto no está distante de la crisis planteada actualmente en la UBA. Sorprende que estos criterios “objetivos” y “científicos” de exclusión sean aplicados por “colegas” que asumen esa función cuasi policíaca de tribunales inapelables, en este caso de la comisión asesora de Humanidades. Todos ellos (siguiendo seguramente los lineamiento del Banco Mundial) rubricaron con su firma el rechazo definitivo a mi pedido. ¿Qué se les solicitaba? Sólo una justificación racionalmente fundada del dictamen.

Descripción. El camino seguido a la convocatoria del rectorado tuvo dos etapas. 1ª etapa: la evaluación justificada del plan, que primero fue solicitada a dos evaluadores externos individuales, especializados en mi tema, por esa misma comisión asesora. 2ª etapa: la transformación que sufren esas evaluaciones justificadas de los dos especialistas cuando pasan a ser juzgadas colectivamente por los 16 miembros no especializados de la misma comisión asesora.

Los “hechos” textuales. 1) Juicio de los evaluadores especialistas externos sobre el plan de trabajo: “El plan de trabajo presenta temas relevantes de la filosofía contemporánea y el enfoque es original y estimulante: el poder y sus estrategias para la constitución de subjetividades diferenciales a lo largo de los avatares de esta entidad geopsíquica llamada Occidente. En cuanto a la metodología que orientara la investigación: a) Me parece comprensible, dada la complejidad y especificidad del tema (...) pues es necesario movilizar un caudal conceptual procedente de distintas disciplinas”. Y se agrega: “En cuanto a las investigaciones preliminares (...) se constata una trayectoria de relevancia en el tema a investigar. En cuanto a las publicadas, muestran un eje temático afín a la investigación de este proyecto”. Aquí la evaluación cualitativa del plan del investigador, justificada, se expresa en lo numérico. Por el “estado actual del conocimiento” se le asignan 9 puntos sobre 9 de máxima. Y por los “aspectos teóricos involucrados” 11 sobre 12. Este es el juicio de los evaluadores externos. Veamos ahora las afirmaciones de la evaluación interna. 2) Juicio de los 16 miembros de la Comisión Técnica Asesora del rectorado sobre evaluación de antecedentes. En el ítem de “Producción científica”, sobre 30 puntos de máxima la comisión le concede al solicitante, sin ninguna justificación para avalar su juicio, solamente la mitad: 15 puntos sobre 30. El casillero que pide la justificación del puntaje dice: “Sin justificación”. Este ítem, por lo arbitrario de la diferencia, determinará mi exclusión. (A esto se agrega que por error omití mencionar que dirijo dos tesis de doctorado. Cuando solicité a esa comisión que fuera salvado, se me contestó que ese error, pecado capital, era irredimible. Por eso en la formación de recursos humanos, sobre 11 puntos, se me conceden sólo dos.) Al solicitarles la justificación que omitían para sostener esa apreciación tan negativa (15 sobre 30) en los antecedentes de la “producción científica”, ésta fue denegada. La respuesta dice: “Esta comisión asesora ha procedido a evaluar de acuerdo a los criterios previamente establecidos para la convocatoria”. Es todo. Pero de la lectura de los “criterios previamente establecidos” en la convocatoria, publicada en la página web del rectorado, no figura ninguno que la justifique. Y cuando se pide conocer el nombre de los evaluadores (es un derecho) se envía a lista de los 16 miembros de la comisión. Significa pensar que los 16 integrantes simultáneamente puedan haber accedido a la lectura y a la evaluación teórica de todos los trabajos, lo cual convierte en los hechos a ese dictamen en anónimo, y al derecho de conocer los nombres de quienes lo juzgaron en una mera cláusula de estilo.

Justificación develada. El investigador quería que se justificara la evaluación de su producción teórica. La comisión evaluadora le contesta que han seguido “criterios previamente establecidos”: no tienen que justificar nada. “Esta comisión no considera adecuado emitir juicios extra académicos o (sobre) el valor de los investigadores presentados en la convocatoria.” Así de simple. “El valor de los investigadores”, reducido a subjetivo, es dejado de lado. Entonces revocan orondamente el criterio de los evaluadores externos especialistas –que reconocían, ellos sí, el “valor” objetivo del investigador y lo justificaban–. Se comprende entonces que esos criterios clandestinos que la comisión asesora aduce para emitir su (injustificado) juicio, no tienen nada que ver con el valor (la calidad “científica”) del investigador, avalada por los especialistas. Y agregan, con exactitud mercantil, la equivalencia del investigador a valor de cambio: “Por lo expuesto, el proyecto aparece acreditado como estipendio de sostenimiento: $ 500” (anuales). Lo cual significa que a un ex investigador principal del Conicet, investigador de 1ª categoría en la UBA, le acuerdan un subsidio de $ 41,66 mensuales para comprar libros extranjeros: $ 1,38 por día. Más allá de agradecerles su “estipendio de sostenimiento”, no sería justo que dejara de acompañar los nombres de los 16 miembros de la comisión asesora que firmaron el dictamen, cuya producción teórica tanto como su capacidad intelectual, y sobre todo su valor ético, por cierto aquí no discuto: Balazote, Alejandro (Antropología), Bein, Roberto (Letras), Boido, Guillermo (Filosofía de las Ciencias), Cosentino, Juan Carlos (Psicología-Psicoanálisis), De Paula, Alberto (Arquitectura), García, María Julia (Psicología-Psicoanálisis), González, Cristina (Filosofía), Grimberg, Mabel (Antropología), Muschietti, Delfina (Letras), Natenzon, Claudia (Geografía), Olivera, Daniel (Arqueología), Piccinini, Daniel (Geografía), Pineau, Marisa (Historia), Prsta, Ana María (Historia), Sazbón, José (Filosofía), Silberstein, Fernando (Artes).

*Filósofo, profesor de la UBA.

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