Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Las/12

volver


Los únicos privilegiados

La diputada Elisa Carrió elaboró con otros legisladores un proyecto para el “ingreso ciudadano” de todos los niños del país: una cuota de unos 50 pesos que el Estado les pagaría a los padres. La idea de base es romper, alguna vez, con la desigualdad “hereditaria”.

Por Luis Bruschtein

Para la diputada chaqueña Elisa Carrió una buena idea es dejar de construir una República de exclusión y empezar a construir otra con la idea de la inclusión, empezando con los niños. Desde 1994 tiene un proyecto concreto que apunta a garantizar a todos los niños su alimentación básica y su mantenimiento en el sistema educativo. Se financiaría a partir de la reestructuración del sistema de asignaciones familiares y de la reorientación de otros fondos ya contemplados en el presupuesto, a través de un mecanismo que ahorraría burocracia y evitaría el clientelismo político.
– ¿Cómo es su propuesta de “ingreso ciudadano”?
–Es un proyecto que presentamos con Elisa Carca y lo trabajamos con Rubén Lovuolo y Alberto Barbeito. Nosotros queríamos abrir en la Argentina el debate alrededor de lo que se llama el “ingreso ciudadano”. Se trata de la posibilidad de que haya un ingreso que sea independiente del trabajo. En la sociedad salarial, el ingreso depende exclusivamente del trabajo. Quisimos empezar a debatir el tema del “ingreso ciudadano” y lo hicimos a partir de la niñez porque era imposible hacerlo para todos, aunque ésta es nuestra concepción original, porque nos tenemos que atener al presupuesto. Además tomamos a los niños como una universalidad porque pensamos que en algún punto la injusticia de la herencia se debe cortar, ningún chico es responsable de la herencia que recibe. En segundo lugar porque la mayoría de los chicos son pobres...
–¿Se trata de empezar a legislar con la idea de la inclusión y no de la exclusión?
–Cierto, sería como decir: fundemos una sociedad de inclusión a partir del “ingreso ciudadano” para la niñez. Yo no sé si voy a poder construir una sociedad de inclusión para todos en esta coyuntura, pero sí voy a empezar a construir una sociedad de inclusión de aquí para el futuro, cortando desde la niñez, diciendo: todos los chicos, independientemente de la situación social o económica de sus padres podrán tener un ingreso de ciudadanía que les posibilite alimentarse, y su mantenimiento en el sistema escolar.
–¿De cuánto sería concretamente ese ingreso?
–Bueno, nosotros lo habíamos pensado en 60 pesos mensuales por chico, pero pueden ser 50 pesos o menos. Cuando nosotros hicimos este proyecto en el año ‘94, las posibilidades económicas y el déficit fiscal eran otros. Las consecuencias del proyecto serían enormes. Nosotros decimos que es necesario volver a construir políticas de ciudadanía igualitaria por oposición a las políticas de equidad que se basan en decir: “atendamos a los indigentes”. Además cambiaría absolutamente el mapa de la pobreza y la indigencia en la Argentina porque la mayoría de los chicos pertenecen a familias pobres. Hay familias con menos de cien pesos mensuales de ingreso, que por el número de hijos pasarían a tener un ingreso sustentable de ciudadanía. La observación que nos hicieron desde algunos sectores es que altera el mercado laboral y yo digo que no es que lo altere sino que lo hace justo. Es decir, el padre ya no va a tener que trabajar por 70 pesos y en negro 16 horas diarias, porque tendrá la dignidad de su familia garantizada.
–¿Entre qué edades se otorgaría este ingreso y cómo se financiaría?
–Sería desde el nacimiento hasta los 18 años. Esto supone reformar el régimen de asignaciones familiares de la Argentina. Porque sustituiríamos eso, que serían unos 2500 millones de dólares al año, más una sustitución de programas sociales, así como una reducción de las pensiones existentes. El proyecto es de un gran costo, porque sobre eso habría que cubrir unos tres mil millones de dólares. Esa cifra se puede limitar porque podríamos pasar de un esquema donde sobre la política igualitaria aplicaríamos la política de discriminación inversa. Por ejemplo, todos los chicos cobran 30 pesos. Pero los chicos con necesidades básicas insatisfechas cobrarían 60, con lo cual estaríamos reduciendo enormemente en el primer tiempo el monto global. En principio hablamos de unos ocho mil millones anuales, que podrían bajar a seis mil. Con la sustitución de partidas para proyectos, programas y políticas sociales, estaríamos en los cinco mil millones más o menos. Quedarían unos tres mil millones, según la idea inicial.
–¿La idea es que ese ingreso lo recibirían también los chicos de familias pudientes?
–Cobraría tanto el chico que tiene como el que no tiene porque se trata de ciudadanía y es tan ciudadano uno como otro. Queremos desprender de alguna manera a la niñez para construir la ciudadanía sin que esté atada a la suerte de los padres. En realidad esto es neutral, porque los padres que cobrarían 20 o 30 pesos, o sea los de mayores recursos, a su vez pagan más impuestos.
–En general todos los programas sociales tienen además una importante infraestructura burocrática...
–Bueno, otro beneficio de este proyecto es que permite una mejor organización administrativa. Esto quiere decir que no puede haber distribución selectiva y por lo tanto no puede haber clientelismo político porque se hace sobre el padrón de los chicos. La otra ventaja es la posibilidad de activación económica del medio donde vive el chico. No es lo mismo que los chicos pobres reciban el alimento comprado en licitaciones que se hacen en Buenos Aires, que al pueblo llegue ese ingreso de ciudadanía que va a consumo. O sea que además, parte de eso vuelve al Estado en concepto de impuestos.
–¿Ustedes han consultado con los principales beneficiarios de este proyecto, que en este momento están incluidos en otros programas sociales que desaparecerían si se instala el ingreso ciudadano?
–Hemos llevado esta idea por todo el país. Esta idea también permite reconstruir la familia. Hoy la madre pobre tiene que mandar su hijo al comedor escolar y los chicos le traen del comedor la comida a la madre, lo cual significa la ruptura de la base del vínculo. Porque el vínculo principal se da alrededor de la comida: quien puede mandar es quien puede proteger y la protección está en el ritual de la mesa. Además los recursos también habría que contemplarlos en lo que se ahorrarían todos en cuestiones de seguridad porque la contención de la familia, el sostenimiento en el sistema escolar y la integración social producen una disminución de la violencia doméstica, de la violencia social, a partir de la integración familiar. Creo que sería una de las respuestas más eficaces contra la violencia social y la violencia delictiva.

arriba