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OPINION
Los
que vienen marchando
Por
Mario Wainfeld
¿Qué
tienen en común los escraches, los juicios a represores por robo
de bebés, la Carpa Blanca, las marchas del silencio, el no
se olviden de Cabezas? En el contexto de esta publicación,
es fácil adivinar: son buenas ideas nacidas usualmente desde
el dolor o la debilidad para combatir la disparidad de poderes,
la violencia, la impunidad. Fueron paridas desde aquello que, a falta
de nombre menos petulante o clásico, llamamos la sociedad
civil. Una sociedad civil que en un marco de concentración
de poderes políticos económicos y mediáticos (es
decir, en un marco adverso) ha aprendido a ser torazo en rodeo ajeno.
Por ejemplo, en el rodeo mediático que se supone formateado para
los poderosos y los frívolos y que, sin embargo, se ha hecho cada
vez más receptivo a las voces y acciones de los piqueteros, los
escrachantes, los maestros ayunando, los deudos de María Soledad
Morales o de los asesinados en el atentado a la AMIA. En parte porque
ha crecido la sensibilidad colectiva y en parte porque en vez de despotricar
contra la realidad y postergarse ante ella muchos eligieron adecuarse
a las exigencias mediáticas de lenguaje, formato y creatividad.
Otro rodeo ajeno, y cuánto, son los tribunales. El judicial es
el menos democrático de los tres poderes del Estado, el único
que no se recluta por el voto popular, que propende a ser vitalicio. En
ese escenario hostil al cambio, los organismos de derechos humanos consiguieron,
con la ley bien leída en la mano, abrir varios orificios en los
diques de la impunidad. Y van por más.
Los pibes de H.I.J.O.S., los avezados dirigentes sindicales de Aagra o
de la CTA, los abogados con añares de profesión, todos los
que inventan y bancan buenas ideas no la tienen fácil. A menudo
parece que juegan de visitantes en el Maracaná. Pero algunos goles
han hecho, y dieron letra y asistencias para otros golazos. Por no dar
sino un ejemplo reciente: el rechazo del diploma de diputado del represor
Antonio Domingo Bussi.
En Argentina muchos quisieron y algunos aún quieren una sociedad
paralizada, aterida de miedo. Otros impulsan una sociedad de espectadores,
sentados, sin mover ni el culito ni una neurona. Por suerte hay cada vez
más gente que enfrenta esa lógica perversa con cerebro,
inventiva y aguante. Transformando las ideas en escraches, demandas, consignas,
pintadas... a veces en goles. Que lo diga si no el ex dictador, ex dueño
de vidas y haciendas de los tucumanos, que hoy anda de a pie, sin fueros,
esperando que la Justicia vaya por él.
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