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Ciencia|Miércoles, 11 de febrero de 2015
Las múltiples aplicaciones de la Internet de las Cosas

La vida cotidiana con una dimensión nueva

Por Pedro Lipcovich

“Internet de las Cosas crece exponencialmente gracias a la reciente norma que permite conectar a Internet una cantidad prácticamente ilimitada de dispositivos: desde un medidor de tensión arterial en un consultorio hasta el sensor que, aplicado a un animal, informa sobre sus movimientos migratorios –explicó Javier Orozco, investigador de UNS-Conicet, en Bahía Blanca–. En el marco de la creciente miniaturización y capacidad, se plantean nuevas aplicaciones para equipos ya existentes. No es disparatado comparar esto con la invención de la imprenta: el papel y la tinta ya existían, pero fue necesario un paso más para que surgiera un nuevo paradigma.”

Por ejemplo, contó Orozco, “un automóvil actual cuenta con centenares de sensores, pero toda esa información permanece circunscripta al vehículo, ese auto podría comunicarse con el que viaja atrás para avisarle, antes de que su conductor lo advierta, que el de adelante empezó a frenar, y entonces el otro también va a frenar, en forma inmediata, sin requerir la acción del conductor. El mejoramiento de la seguridad y la agilización del tráfico, en relación con Internet de las Cosas, es tema de investigación en varias universidades del mundo. Si se consigue que en una carretera todos los automóviles, conectados entre sí, coordinen una velocidad constante, podría garantizarse un desplazamiento rápido, seguro y sin embotellamientos. Y para esto no hace falta desarrollar sistemas inteligentes en los autos, que desde hace años los tienen, sino hacer que estén comunicados entre sí y con los sistemas de control de la autovía”.

Internet de las Cosas también puede prevenir riesgos como el de incendio, gracias a las “motas”. “Se trata de objetos muy pequeños que simplemente se ‘siembran’, se arrojan en espacios abiertos para obtener determinadas informaciones. Por ejemplo, en un bosque, una red de sensores mota puede informar sobre la temperatura, la presión atmosférica, la humedad del suelo, distintos parámetros que permiten detectar riesgos de incendio.”

Y este nuevo recurso de Internet también ayuda a cuidar enfermos o ancianos: “Supongamos una persona de edad que vive sola y tiene ciertas dificultades, que no son severas –ejemplificó Rodrigo Santos, también de UNS-Conicet de Bahía Blanca–: la familia no está en condiciones de ponerle una enfermera todos los días, no quiere llevarlo a un geriátrico, y él quiere vivir solo: mediante la ‘casa inteligente’, poniendo sensores de movimiento, el familiar puede saber si el anciano se levanta, si va al baño, si abre la heladera, y detectar cualquier anomalía; en lugar de enterarse de que hace días está caído y no puede moverse”.

O bien, comenta Orozco, “personas ciegas cuentan que, cuando esperan en una parada de colectivos, son capaces de distinguir, por el ruido, cuando se acerca uno, pero no saben a qué línea pertenece. Apelando a Internet de las Cosas, cada colectivo podría transmitir que se acerca a la parada y esa información podría expresarse mediante un sonido o una voz grabada, Son soluciones muy simples y muy útiles”.

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