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–Osvaldo, usted hace ya mucho que vive en México. ¿Se considera un científico argentino?
–Sí, totalmente. Pero la ciencia es universalista y donde uno está intenta transmitir y desarrollar el conocimiento que tiene. México me enseñó muchas cosas, es una ciencia mucho menos dogmática que la argentina.
–¿Por qué?
–Porque tuvo un desarrollo mucho más libre y menos apegado a escuelas europeas o norteamericanas. Los que iniciaron la ciencia moderna mexicana fueron básicamente los republicanos españoles refugiados. Llegaron con una idea de gran apertura. Cuando fui a Argentina después de haber estado en México, me encontré con una ciencia mucho más competitiva y mucho más dogmática en la forma de estudio. Sin embargo, fue muy útil conocer a Leloir y recibir el consejo, en la biblioteca de Campomar: “Siga los experimentos y no la bibliografía”. Yo nunca tuve tendencia a guiarme por lo que hacen los otros. Mis seis años de regreso a Argentina, la estructura tan sólida de la ciencia argentina asociada con la libertad mexicana me sirvieron mucho.
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