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Cultura|Viernes, 25 de enero de 2002
EL NOTABLE EFECTO DE SU LIBRO “LA MISERIA DEL MUNDO”

El pensador en la encrucijada

Por Martine Veron*
Desde París

En 1993, el nombre de Pierre Bourdieu saltó las barreras del mundo del pensamiento hasta convertirse en popular en Francia, por el éxito de ventas del La miseria del mundo, que terminó siendo un impensado best-seller. Fue ese sorpresivo éxito el que terminó propulsando al pensador al terreno del compromiso militante. En esa época, en las sociedades desarrolladas europeas, se hablaba mucho de los “nuevos pobres” y aparecían diversas asociaciones de ayuda a los desocupados y a los sin techo. “Era la primera vez que un intelectual, un gran científico, trataba de teorizar sobre la exclusión”, recuerda Jean-Baptiste Eyraud, presidente de la Asociación francesa Droit au logement (Derecho a la vivienda). “El ayudó a llevar el problema al primer plano, hubo otros intelectuales que lo siguieron, y después llegaron los políticos.”
“Todo mi libro es un esfuerzo para reencontrar la espesura de la realidad social y hacer resurgir los dolores que se ocultan en ella”, dijo Bourdieu al ser editada la obra, invitando a los políticos a “salir de su estrecha visión” y a incorporar a sus preocupaciones “todas las esperanzas difusas”. Con esa investigación rigurosa, el sociólogo tenía la preocupación de comprender también el avance del racismo y los votos en favor de la extrema derecha, así como interpelar a los políticos, tanto de izquierda como de derecha, a los que reprochaba haber cedido “al culto de la empresa privada y del lucro”. El libro es, en rigor, una recopilación de testimonios de obreros, profesores, periodistas, policías, trabajadores temporarios y jóvenes habitantes de los suburbios pobres, precedidos de un texto de Bourdieu destinado a explicar el contexto y lo que la transcripción de esos testimonios deja forzosamente a un lado, “el lenguaje del cuerpo, los silencios...”.
No todos los testimoniantes proceden de un medio desfavorecido, pero todos tienen en común el vivir mal, sentirse rechazados, desclasados, abandonados a su suerte. Una “miseria” que expresan de manera dolorosa, ya que –recalcaba Bourdieu— el sufrimiento social es más visible en los más menesterosos, pero existe también en las otras capas de la sociedad. Abogando en favor del compromiso de los intelectuales, el sociólogo participaría después cada vez más en las diferentes luchas sociales, dando su apoyo a los inmigrantes indocumentados, a los desocupados o a los sin techo. Bourdieu fue también uno de los fundadores del movimiento Attac, la asociación antiglobalización, a través de la editorial Liber/Raisons d’agir, que publicó libros militantes, también en este caso con éxito entre el gran público.
* De France Presse, especial para Página/12.

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