Al único al que le caben todos los elogios y ningún reproche es a Jorge Rodrigo Barrios. La Hiena hizo en Córdoba lo que tenía que hacer en el momento apropiado, y en cinco minutos y medio de pelea desigual, derrotó por nocaut técnico al endeble portorriqueño Víctor Santiago, retuvo por primera vez su título superpluma de la Organización Mundial de Boxeo y se puso en camino rumbo a una gran topada unificatoria ante los mexicanos Erik Morales o Marco Antonio Barrera, que el presidente de la OMB, el también portorriqueño Francisco Valcárcel, estimó posible concertar para 2006, siempre y cuando antes le gane al húngaro Janos Nagy, en un combate obligatorio que se realizaría antes de fin de año en Las Vegas.
Todo pareció salirle redondo a Barrios. Sin embargo, su victoria expeditiva no generó entusiasmo en los 12.060 cordobeses que colmaron el Superdomo Orfeo entre la noche del viernes y la madrugada del sábado. Es más: la multitud se retiró del estadio antes de que se proclame el fallo, decepcionada por la nula oposición que Santiago le presentó al campeón argentino. El portorriqueño se fue al piso no bien Barrios afirmó su primera mano a fondo y rodó tres veces por la lona antes del final.
Se sabía que Santiago no era medida. Su record de 18 victorias, 13 por nocaut, 3 derrotas y un empate se había construido ante rivales inexpertos o de estadísticas negativas y, de sus últimas cuatro peleas, había perdido dos. Y es esta pobre calidad del retador lo único que impide resaltar la rapidez, la determinación y la agresividad de Barrios. Si esta buena tarea se hubiera concretado ante un desafiante aceptable, podría afirmarse que La Hiena va en camino de restituirle al boxeo argentino algo de su menguada reputación internacional. Pero como Santiago ofreció una resistencia de cristal, lo único que puede decirse de una pelea que terminó antes de empezar es que Barrios sigue haciendo buena letra y no mucho más. Cualquier otra consideración entra en el imprevisible terreno de la aventura.