“La mística de este club muchas veces se dejó de lado y hace tiempo que Estudiantes juega dos torneos y algo pelea, siempre pelea.” Cuando Juan Sebastián Verón avisó, en enero, que Estudiantes iba a pelear la Libertadores, Alejandro Sabella estaba en otra cosa: el técnico del equipo platense era, por entonces, Leonardo Astrada. Pero Sabella, convocado en marzo para hacerse cargo del plantel, nunca fue ajeno ni un advenedizo en el club platense, en el que jugó entre 1982 y 1985.
“Esto se logró por este grupo de jugadores y por la organización dirigencial”, opinó el técnico, que le cambió la cara al equipo en los cuatro meses en que dirigió al conjunto. “La unión de un grupo que es fantástico hizo la diferencia. Este es un título que demuestra la madurez de un grupo que se preparó de la mejor manera posible para llegar hasta este momento”, analizó.
El entrenador recordó que, tras el empate sin tantos en el partido de ida de la final jugado la semana pasada en La Plata, Estudiantes llegó a Brasil “para muchos desacreditado”, pero aseveró que jamás dudó de que su equipo lograría conquistar el título: “Nunca dejamos de creer que la Libertadores sería nuestra”.
“Lo primero que preocupa cuando un equipo está abajo es que uno se desordene, la verdad es que después del gol de ellos pasamos unos chubasquitos, pero cuando empatamos, algo que no esperaban, pudimos controlar el juego y ganarlo.”
Sabella tuvo en claro que, más allá de la mística a la que se recurrió para explicar el triunfo y unir a las dos generaciones de futbolistas que llevaron a Estudiantes a obtener la copa Libertadores en dos etapas muy distintas, este equipo tiene su propia identidad. “A estos jugadores, que les hagan un monumento”, insistió Sabella, antes de recalcar que “Juan Sebastián Verón es el jugador más importante de Estudiantes de La Plata desde que el club se creó”.
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