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Economía|Jueves, 13 de noviembre de 2008
Los bancos en EE.UU. siguen en problemas y las automotrices están al borde de la quiebra

Fracasó la primera etapa de rescate

El secretario del Tesoro, Henry Paulson, admitió que el giro de más de 200 mil millones de dólares a los bancos no sirvió para reactivar el crédito. Las entidades utilizaron esos fondos para pagar dividendos y compensaciones a ejecutivos. GM cerca del abismo.

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El plan de rescate ahora se dirigirá a entregar fondos para impulsar el crédito.

El megasalvataje de 700 mil millones de dólares a los bancos de Estados Unidos cambia de rumbo. Después de entregar 214 mil millones de dólares en un mes, el secretario del Tesoro, Henry Paulson, se dio cuenta de que comprar la deuda vinculada con las hipotecas “no es la forma más efectiva para usar los fondos del plan”. Los 250 mil millones de la segunda etapa del programa de alivio para activos en problemas (TARP, por sus siglas en inglés) se concentrarán en la inyección de capital para los bancos, reducir el riesgo de las ejecuciones hipotecarias y estimular el crédito al consumo en algunos sectores clave como los préstamos estudiantiles o aquellos destinados a la compra de autos. Las gigantes automotrices Ford, General Motors y Chrysler están al borde de la quiebra y presionan para recibir ayuda financiera, pero Paulson afirmó que no serán rescatadas por el TARP ya que su objetivo son las entidades financieras. En ese contexto, los reguladores del sistema presionaron a los bancos para que reactiven el crédito.

En el lanzamiento del programa el 14 de octubre pasado, nueve de las instituciones financieras más grandes de Estados Unidos, que poseen cerca del 55 por ciento de los activos bancarios de ese país, anunciaron la venta de 125 mil millones de acciones preferenciales al Tesoro. “En ese momento, yo creí que la forma más efectiva de reactivar el crédito sería fortaleciendo los balances de los bancos a través de la compra directa de sus aacciones”, señaló Paulson. Los rescates consiguieron frenar la quiebra masiva de bancos, pero no lograron volver a poner en marcha el mercado crediticio. Por ese fracaso decidieron cambiar el enfoque del programa. “Aunque el objetivo principal era estabilizar el sistema financiero, los bancos deben continuar prestando”, apuntó el secretario del Tesoro. Si bien reconoció que en tiempos de desaceleración económica “inclusive los bancos más saludables pueden volverse más adversos al riesgo y restringir sus préstamos”, Paulson destacó que luego del apuntalamiento recibido por el programa oficial “los bancos están más seguros y mejor posicionados para cumplir su rol de apoyo a la economía”.

Hasta ahora, como esperaban los analistas más pesimistas, los beneficiarios del programa aprovecharon la inyección de liquidez para pagar dividendos y compensaciones a sus ejecutivos y adquirir otros bancos en lugar volver a prestar. Un comunicado conjunto emitido ayer por la Reserva Federal, el Tesoro, la Agencia Federal de Seguros de Depósitos y otros entes reguladores instó a todos los bancos a que “cumplan su papel fundamental en la economía, como intermediarios de crédito para empresas, consumidores, y otros prestatarios calificados”.

Con los anuncios del cambio de rumbo, Paulson también deslizó la posibilidad de que las inyecciones de capital a través del TARP podrían llegar a otro tipo de instituciones financieras que no pueden aplicar al programa en la actualidad. “Estamos considerando las necesidades de capital del sector financiero ‘no bancario’ que actualmente no son elegibles, ampliar el acceso en este sentido traerá beneficios y desafíos.” Los bancos de inversión y la compañía de tarjetas de crédito American Express tuvieron que convertirse en bancos comerciales para acceder a los recursos del salvataje.

“Yo sé que los fabricantes de automóviles son importantes para Estados Unidos”, reconoció Paulson pero descartó la posibilidad de que accedan a los fondos del TARP. “Mi atención está puesta sobre el sector financiero”, sentenció el ex ejecutivo de Goldman Sachs. Al borde de la bancarrota y cortas de liquidez, las terminales están reclamando un salvataje. En lo que va del año, General Motors y Ford acumularon pérdidas globales por unos 30 mil millones de dólares. Además, GM anunció que suspendía las negociaciones de fusión con Chrysler, su histórico rival, para concentrarse en sus propios problemas. A fines de septiembre el Congreso autorizó un programa de préstamos para la producción de vehículos de consumo eficiente por 25 mil millones de dólares que fue bloqueado por motivos burocráticos. Frente a la urgencia de la situación las autoridades legislativas estarían considerando el lanzamiento de un plan de rescate más amplio para el sector que llegaría a los 35 mil millones de dólares.


El crudo bajó a 56 dólares

Los peligros de desaceleración económica mundial volvieron a impactar de manera negativa en el valor de los commodities. Los precios del petróleo retrocedieron a su piso de los últimos 20 meses. La caída se vio reforzada además por un informe privado que estimó un deterioro de la demanda petrolera en Estados Unidos. En el New York Mercantile Exchange, el barril de West Texas Intermediate para entrega en diciembre terminó en 56,16 dólares, con una baja de 3,17 dólares contra el cierre previo. En Londres, el Brent del Mar del Norte perdió 3,34 dólares para cerrar en 52,37 dólares. Ambos se ubicaron entonces en sus mínimos desde principios del año pasado. Los granos arrojaron un cierre dispar. Sólo el trigo logró un alza de 3,60 dólares por tonelada. En tanto el maíz y la soja retrocedieron 1,90 y 8,40 dólares respectivamente.

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