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Economía|Viernes, 1 de noviembre de 2002
CRUCE DE VERSIONES EN WASHINGTON
SOBRE LA SUERTE DEL ACUERDO CON EL FMI

Que sí, que no, ¿qué ajuste te gusta a vos?

Lavagna se reunió ayer en Washington con la número dos del Fondo, Anne Krueger, quien insistió con los reclamos de más ajuste fiscal. En el resto de los temas el camino estaría allanado. Hoy buscará hablar con el secretario del Tesoro, Paul O’Neill, para intentar un cierre político de la negociación.

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Ministro de Economía, Roberto Lavagna. Se juega todas sus fichas en Washington.
Roberto Lavagna no tuvo una bienvenida calurosa en Washington, ni mucho menos. A poco de aterrizar en suelo norteamericano, la agencia de noticias económicas Reuters publicó un despacho según el cual una alta fuente del Fondo Monetario, en estricto off the record, afirmó que el organismo no tenía intención de acordar con este gobierno sino con el próximo. Todas las miradas se dirigieron a Anne Krueger, la inflexible número dos del FMI. Y el mensaje fue interpretado en el equipo económico como un apriete más, en respuesta a las declaraciones de Lavagna, que había dicho que no aceptaría nuevas exigencias de ajuste fiscal del FMI. Sin embargo, el propio Fondo emitió luego un comunicado protocolar que, si bien no desmiente a Reuters, informa que “continúan las discusiones con la intención de alcanzar un programa económico sustentable que pueda ser apoyado por el FMI”. Sea como fuere, el ministro se reunió ayer con Krueger y confirmó personalmente que el Fondo, como en los viejos tiempos, presiona por más ajuste, con nuevos impuestos a nivel nacional, y recorte de gastos en las provincias. También se encontró con John Taylor, subsecretario del Tesoro, y hoy hablará con el secretario del Tesoro, Paul O’Neill, con quien espera sellar el acuerdo a nivel político.
“El Gobierno no está dispuesto a firmar cualquier cosa con el FMI, vamos a firmar un acuerdo que sea cumplible y sin ajustes salvajes”, aseguró ayer el jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, el mismo que el martes había dicho que se estaba “a horas” de firmar el acuerdo.
Fue a primera hora de la mañana. Simultáneamente, Lavagna aterrizaba en el aeropuerto Dulles, donde atinó a decir: “Venimos a seguir trabajando. Veremos si se llega a un acuerdo... espero que sí”, señaló.
Así, resumió la estrategia que había desplegado antes de viajar: mostrar que todavía hay discrepancias importantes, que está dispuesto a negociar, pero que hay puntos en los que no piensa a ceder.
Lo que descolocó a los negociadores argentinos fue la respuesta pública del Fondo. Según las declaraciones de un alto funcionario del FMI, reproducidas anónimamente por la agencia Reuters, no habría ya esperanzas de destrabar el acuerdo con la administración Duhalde y, entonces, habría que esperar al próximo gobierno.
Tales dichos fueron interpretados en el equipo económico como una provocación, en respuesta a los declaraciones del ministro en Buenos Aires, con el fin de marcar la cancha de negociación. Y todas las sospechas sobre la fuente anónima recayeron en Krueger.
Sea como fuere, Lavagna se reunió ayer con la vicedirectora del organismo. Pero antes consiguió que el propio FMI difundiera un comunicado anunciando el encuentro y que, de paso, incluyera alguna frase cordial. Además, el encargado de asuntos latinoamericanos de la administración Bush, Otto Reich, contribuyó a desactivar las versiones: “Seguimos teniendo esperanzas de que se pueda llegar a un acuerdo”, sostuvo.
En la reunión con Krueger, de la que participaron también Anoop Singh y el secretario de Finanzas, Guillermo Nielsen, Lavagna confirmó que, a nivel técnico, el FMI insiste con sus reclamos de más ajuste fiscal. El propio ministro se quejó el miércoles de esta actitud, y destacó la contradicción: “En los últimos meses muchos informes del FMI decían que la situación fiscal está bajo control. Pero ahora parece que, según la opinión de los técnicos, el tema fiscal no está bajo control”, había dicho.
El Fondo exige más impuestos a nivel nacional –fundamentalmente, elevar la carga en el impuesto al gasoil– y mayores recortes de gastos en las provincias. Pero Lavagna ya avisó que “no estamos dispuestos a matar la reactivación con una suba de impuestos” y dejó en claro que no hay espacio político para reclamar más ajuste en las provincias. En el resto de los temas, habría un principio de acuerdo: el FMI aceptaría un incremento de tarifas públicas escalonado entre diciembre y marzo; el per saltum presentado ante la Corte para frenar la ejecución de los amparos de los ahorristas demuestra la enorme voluntad política del gobierno pararesolver la cuestión; y la liberación cambiaria se haría de manera progresiva, después de las firmas.
Por eso, hoy Lavagna buscará apurar el acuerdo a nivel político. Y si bien no quiso anticipar su agenda, buscará hablar directamente con O’Neill y, por supuesto, con el titular del Fondo, Hoerst Koehler.

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