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El mundo|Jueves, 5 de abril de 2012
UN HOMBRE DE 77 AÑOS SE SUICIDO POR NO SOPORTAR LA CRISIS ECONOMICA

Tragedia griega de un jubilado

Dimitris Christoulas caminó hasta plaza Syntagma, epicentro de las últimas protestas contra el plan de ajuste, y allí se disparó en la sien. Dejó un mensaje escrito de su puño y letra en el bolsillo del abrigo.

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Durante la tarde y la noche, cientos de manifestantes se reunieron en plaza Syntagma.

El jubilado ateniense abordó el subte por la mañana. Apurado por la urgencia de los coterráneos que mantienen su trabajo, terminó su viaje cerca del Parlamento griego. Dimitris Christoulas, un ex farmacéutico casado y con una hija, caminó hasta plaza Syntagma, epicentro de las últimas protestas contra el plan de ajuste prescripto por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional y se disparó en la sien. Agobiado y endeudado, el hombre de 77 años dejó un mensaje escrito de su puño y letra en el bolsillo del abrigo. “El gobierno aniquiló cualquier esperanza de que sobreviva, no encuentro otra forma de lucha más que un final digno para no tener que empezar a revolver en la basura para conseguir comida”, cargó sobre los políticos y los problemas económicos el peso de su decisión. Durante la tarde y la noche, cientos de manifestantes se reunieron en Syntagma, convocados por las redes sociales, para acusar al gobierno y a la clase política de haber empujado a Christoulas a quitarse la vida.

Entre el mediodía y la tarde, antes de que comenzaran los incidentes entre los manifestantes y la policía, las personas que se acercaron a Syntagma fueron dejando velas, flores y mensajes, frente al árbol donde se encontró el cuerpo del jubilado, para expresar su indignación y manifestarse en contra de la crisis. Una de las notas exclamaba: “Basta ya”. En otra carta, alguien preguntaba: “¿Quién será la próxima víctima?”. Varios testigos dijeron que el farmacéutico se disparó en la cabeza después de gritar: “¡Tengo deudas, no puedo soportarlo más!”. Otro testigo declaró a la televisión griega que el jubilado dijo: “No quiero dejar mis deudas a mis hijos”. El episodio sacudió a la opinión pública internacional y caló en el debate político, al punto de que el primer ministro Lucas Papademos y los jefes de los dos partidos que forman la coalición de gobierno salieron a expresar sus condolencias por la muerte de Christoulas.

Mientras uno de cada cinco griegos se encuentra desempleado, en la sociedad circula un sentimiento de humillación nacional que acompañó los recortes en los salarios y las jubilaciones. Las pensiones y jubilaciones sufrieron fuertes recortes, desde el inicio de las medidas de austeridad que el gobierno heleno impulsó en 2010, trepando al 15 por ciento. Por otra parte, los beneficios previsionales que superaban los 1200 euros experimentaron tijeretazos adicionales del orden del 20 por ciento. Y como si fuera poco, los precios de los productos básicos subieron un promedio del 10 por ciento en los últimos dos años y los impuestos (tanto directos como indirectos) se incrementaron notablemente, al igual que las tasas municipales.

En un contexto donde la sociedad griega aparece cada vez más contra las cuerdas, el número de suicidios aumentó de forma notable en los últimos años. Entre 2000 y 2008 la media anual de suicidios alcanzaba a 366 casos, una de las tasas más bajas de Europa, según datos difundidos por la autoridad griega de Estadísticas. En los tres años siguientes, las cifras de suicidios aumentaron de forma considerable: en 2009 fueron 507, en 2010 se dieron 622 casos y en 2011 se produjeron 598 suicidios, según un informe de la policía griega elevado recientemente al Parlamento. Estos fríos números suponen un incremento anual de entre el 38 y el 69 por ciento respecto a la media registrada en los años anteriores.

La noticia sobre el suicidio de Christoulas no sólo dio la vuelta al mundo mediante las agencias informativas internacionales. También se reflejó en redes sociales como Twitter o Facebook. Además encendió el caldeado humor de cientos de helenos, que ganaron las calles durante la noche. En las protestas posteriores a la muerte, los manifestantes marcharon desde la plaza Syntagma hacia la Tumba del Soldado Desconocido cantando: “Esto no fue un suicidio, fue un crimen perpetrado por el Estado” y “La sangre fluye y busca venganza”. El primer ministro, Lucas Papademos, emitió un comunicado refiriéndose al suicidio del farmacéutico. “Es trágico que uno de nuestros conciudadanos haya terminado con su vida. En estas horas difíciles para la sociedad, todos –el Estado y los ciudadanos– debemos apoyar a las personas que están desesperadas”, señaló Papademos. En sintonía con el momento, Evangelos Venizelos, líder del Partido Socialista, dijo que el suicidio “es tan abrumador que vuelve impropio y barato cualquier comentario político”. “Reflexionemos sobre la condición del país y de nuestra sociedad en términos de solidaridad y cohesión”, dijo Venizelos, quien fue ministro de Economía durante ocho meses antes de renunciar para liderar a los socialistas.

Antonis Samaras, jefe de la agrupación conservadora Nueva Democracia –integrante de la coalición que sostiene a Papademos–, dijo que la tragedia subrayaba la necesidad de que Grecia supere rápido su crisis.

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