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El mundo|Martes, 3 de diciembre de 2013
El Nobel Shiller alerta sobre una crisis al estilo 2008

Otra burbuja que va a estallar

En el Reino Unido, el precio de la vivienda está subiendo un 6,5 por ciento anual, más del doble que la inflación. Este porcentaje se dispara en Londres, donde la propiedad aumentó un 9,7 por ciento en los últimos 12 meses.

Por Marcelo Justo
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El 38 por ciento de las viviendas del centro de Londres es comprado por extranjeros.
Desde Londres

El mundo no aprende: las burbujas inmobiliarias y financieras siguen a la orden del día y el peligro de una crisis al estilo de 2008 no está tan lejos. El último en hacer sonar la alarma es el Premio Nobel de Economía Robert J. Shiller. “En muchos países, los precios bursátiles e inmobiliarios han subido mucho. Estoy particularmente preocupado por el boom en Estados Unidos, porque nuestra economía es todavía débil y vulnerable. Todo esto puede terminar mal”, indicó Shiller este domingo a la revista alemana Der Spiegel.

Shiller no es sólo el Premio Nobel. El economista fue uno de los pocos que predijo un año antes el colapso de las hipotecas subprime en 2008 y su índice “Case Shiller” es un referente para el cálculo de los precios inmobiliarios en Estados Unidos. En abril de este año, el índice estimó que el ritmo del aumento de la vivienda en Estados Unidos había alcanzado su nivel máximo desde el feroz estallido de la burbuja en 2007-2008.

En septiembre, la situación no había cambiado: el aumento interanual de los precios era de un 12,8 por ciento. Y éste era el aumento promedio. En lugares como Sacramento, el incremento se disparaba al 34,1 por ciento. En Las Vegas era del 33,3 por ciento; en Riverside, California, del 31 por ciento.

Mientras tanto, en el Reino Unido, el precio de la vivienda está subiendo un 6,5 por ciento anual, más del doble que la inflación en un país con salarios virtualmente congelados. Este porcentaje se dispara cuando se analiza el caso particular de Londres, donde la propiedad aumentó un 9,7 por ciento en los últimos 12 meses, ritmo superior al máximo logrado en 2008.

Según Shiller, la burbuja no se limita a los países anglosajones, cuyas economías están tradicionalmente más pendientes de movimientos bursátiles e inmobiliarios. En sus declaraciones al Der Spiegel, el economista hizo hincapié en el aumento de la propiedad en Río de Janeiro en los últimos cinco años. “Me parece un poco lo que pasó en Estados Unidos en 2004, cuando se justificaba esta situación por las oportunidades de inversión que había y la floreciente clase media”, indicó Shiller.

La diferencia es que un colapso inmobiliario en Brasil no tendría un impacto global. La película cambia si la burbuja se pincha en Estados Unidos. A diferencia de la crisis de 2008, alimentada por la venta de “hipotecas basura” a gente que muchas veces no tenía empleo, la burbuja actual se siente en el segmento de ingresos medios altos y altos por medio de las llamadas jumbo mortgages o “jumbo hipotecas”.

La regulación del mercado hipotecario estadounidense estipula un techo de 417 mil dólares para los préstamos a un hogar de familia tipo, límite que se eleva a 625 mil dólares en áreas más caras, como Nueva York o Los Angeles. Las “jumbo hipotecas” se sitúan por encima de esas cifras y conllevaban una tasa de interés más alta (un 0,25 por ciento más) para incorporar al precio del préstamo el riesgo adicional de un monto mucho más alto. Pero ahora los bancos están promocionando “jumbo hipotecas” a 30 años que cuestan menos que los préstamos para la familia standard.

Un especialista del mercado inmobiliario en Florida, Peter Zalewski, de Condo Vultures, considera que la burbuja está en pleno desarrollo. “La diferencia es que ahora vemos nichos, las propiedades que valen alrededor del millón de dólares, por ejemplo, a las que acceden estadounidenses o extranjeros muy ricos e inversores institucionales. Los latinoamericanos están contribuyendo activamente a esta burbuja”, señaló a Página/12.

En el Reino Unido se produce un fenómeno similar. La inmobiliaria Savills calcula que el 38 por ciento de las viviendas del centro de Londres es comprado por extranjeros; y si sólo se tiene en cuenta la vivienda recién construida, este porcentaje asciende al 74 por ciento. Según algunos, el impacto que esto tiene en el modelo económico británico es que se está convirtiendo en un país de agentes inmobiliarios, como ironizó en octubre un editorial del The Guardian. “Hoy hay unos 562 mil agentes inmobiliarios, record histórico; en el último año se sumaron unos 77 mil nuevos empleados al sector”, resumía el editorial.

Este nivel de empleo es indicador de un modelo económico que sigue aferrado al consumo basado en el crédito y la especulación inmobiliaria. La diferencia es que ahora las autoridades son más conscientes de que las burbujas terminan por estallar con consecuencias devastadoras. El viernes, el nuevo presidente del Banco de Inglaterra, el canadiense Mark Carney, intervino desviando hacia las empresas pequeñas y medianas fondos de ayuda destinados al mercado inmobiliario. “Sería bueno que la gente se pregunte si va a poder pagar en cinco o diez años los créditos hipotecarios si las tasas de interés aumentan”, advirtió Carney al The Guardian.

El problema es que el crecimiento es tan crédito-dependiente en el Reino Unido que el debate esta semana es qué impacto va a tener en la economía, que creció en el último trimestre un anémico 0,8 por ciento. Esta “adicción” está igualmente presente en Estados Unidos y fue la base de la crisis de 2008. Según el co-director del Center for Economic and Policy Research de Washington, Dean Baker, los cambios en el sistema regulatorio para contrarrestar el problema han sido cosméticos. “El crecimiento de los últimos diez años se ha basado en burbujas. Es asombroso que la Reserva Federal no lo haya visto. El sistema regulatorio apenas ha cambiado”, indicó a este diario.

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