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El mundo|Lunes, 7 de marzo de 2016
Opinión

El día que “Folha de São Paulo” llegó antes que la policía

Por Juan Manuel Karg *

La efímera detención de Lula dejó un sinfín de interpretaciones, aunque existió un tono monocorde en los medios conservadores: dejar sembrada la sospecha de corrupción en torno a Lula y su familia, y no complejizar en relación a la causa investigada, que sobrepasa con creces a la gestión del PT en el gobierno y se remonta a las administraciones del PSDB. Aquí hay una paradoja inocultable para quienes estudiamos la política de la región desde hace un tiempo: los medios masivos de comunicación del continente, que vapulearon la imagen del ex presidente al momento de la cobertura de estos hechos, son los mismos que, cuando él gobernaba, decían que el ejemplo a seguir en la región era Brasil. El tiempo es un gran ordenador para dar cuenta de la esquizofrenia de algunas líneas editoriales, con cambios más vertiginosos que los de la propia política.

Pero más allá de eso, en las últimas horas se supo una novedad importante, que demuestra el carácter de lo sucedido: el propio diario Folha de São Paulo confirmó que llegó al departamento de San Bernardo do Campo a las 5.15 de la mañana del viernes, es decir: media hora antes que la policía. Este hecho no fue divulgado por los grandes medios de comunicación de la región, pero aparece publicado en la nota “Tensión en la madrugada” que escribieron los periodistas Bruno Favero y Renán Marra este fin de semana en las páginas de Folha. Y se abren distintos interrogantes en relación a este punto: ¿Fue el juez Moro quien avisó a uno de los diarios de mayor tirada del país que iba a existir un allanamiento en la vivienda del ex presidente Lula? ¿Cuál es el límite en la connivencia entre algunos sectores del poder judicial de nuestros países y los medios masivos de comunicación, en torno a buscar (o dar) una primicia?

Desde el punto de vista de quien esto escribe, la novedad que revela el propio Folha muestra a las claras que lo sucedido el pasado viernes con el ex presidente Lula ha sido un show mediático destinado a intentar mostrar herido al ex presidente mejor valorado de la historia de Brasil (muy por encima de Fernando Henrique Cardoso, del PSDB). El punto es sencillo: Lula, que podría disputar las elecciones de 2018 debido a la aceptación popular que aún conserva, enfrenta una campaña de desprestigio desde hace algunos años en su propio país, que ahora busca amplificarse en la región, como se ha visto en la cobertura de los hechos relacionados a su declaración en el marco de Lava Jato. Detrás de la pirotécnica cobertura de Globo, Folha y O Estado de São Paulo hay un denominador común: el intento de “desafectar” a Lula de la lista de posibles presidenciables para 2018, una exigencia necesaria para un hipotético retorno de la derecha brasilera a Planalto.

Lula, que no se apuró en llegar a la presidencia –al punto tal de perder tres elecciones consecutivas– parece armado de una paciencia infinita para contrarrestar estas operaciones mediáticas. Sabe que los medios condicionan pero no determinan. Que la historia también la escriben los pueblos que se identifican con liderazgos que cambiaron su forma de vida, y que tienen una percepción propia sobre los diversos acontecimientos. Por eso el nordestino rememora su propia historia de vida y anuncia que seguirá levantando la cabeza, como cuando se despertaba a las 4 de la mañana para organizar asambleas de fábrica. ¿Alcanzará erguir nuevamente la cabeza para enfrentar decididamente las construcciones mediáticas que se despliegan de cara al 2018? ¿Hará historia nuevamente el dirigente petista? El tiempo dirá. Lo que sabemos a ciencia cierta hoy es que lo del pasado viernes tiene nombre y apellido: show mediático.

@jmkarg

* Politólogo UBA. Analista internacional.

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