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El mundo|Viernes, 15 de septiembre de 2006
BRASILIA CANCELO UN VIAJE OFICIAL POR LA NACIONALIZACION DE DOS REFINERIAS

Lula y Evo se pelearon por el petróleo

Por Darío Pignotti
Desde San Pablo

El gobierno brasileño rechazó ayer en duros términos la decisión boliviana de asumir el control de dos refinerías de petróleo que eran propiedad de la estatal Petrobras. Fue el propio presidente Luiz Inácio Lula Da Silva quien ordenó cancelar el viaje de su ministro de Minas y Energía, Silas Rondeau, y del presidente de Petrobras, José Gabrielli, como una forma de poner límites a lo que en Brasilia se entiende como una actitud preocupante del presidente Evo Morales.

Por la noche, el mismo Lula anunció que la presión había dado resultado y que Bolivia había aceptado congelar la medida. La noticia fue confirmada en La Paz por el vicepresidente boliviano, Alvaro Garía Linera. Petrobras había sido degradada a la condición de “prestadora de servicios” en las dos refinerías. Fue por eso que el presidente Lula “reaccionó de una forma muy firme” y sacó el tema del paraguas técnico para devolverle su carácter de asunto de Estado, señaló un vocero del gobierno brasileño.

La marcha atrás previno que todos los ingresos de las refinerías que hasta el momento iban a las arcas de Petrobras pasaran a Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos, que luego girararía un monto por determinarse a la empresa brasileña. En estos años, afirman las autoridades de La Paz, Petrobras recaudó unos 312 millones de dólares más de lo que estipulaba la ley.

El presidente de Petrobras, José Gabrielli, dijo que Bolivia había violado un contrato y amenazó llevar el caso al Centro Internacional para Arbitraje del Banco Mundial. Gabrielli suele asumir las posiciones frontales porque, además de responder al gobierno, debe rendir cuentas a los accionistas privados, muchos de ellos extranjeros. Ayer los papeles de la compañía cayeron el 3 por ciento.

De esta forma volvieron a foja cero las negociaciones bilaterales relativas al precio que Brasil deberá pagar por el gas boliviano así como los nuevos contratos que deben sustituir a partir del 1º de noviembre a aquellos que perdieron vigencia el 1º de mayo pasado, cuando el presidente Evo Morales decretó la nacionalización de sus hidrocarburos. A partir de entonces, Lula y Morales, otrora viejos amigos, se distanciaron. Hasta hoy Lula sospecha que tras la iniciativa boliviana hay una maniobra venezolana para arrebatar a Brasil su secular influencia en Bolivia.

En Cuba, donde participa de la Cumbre de los Países No Alineados, Morales adelantó que hablará del tema en una conferencia de prensa marcada para este viernes. Las dos refinerías de petróleo que Petrobras compró por 100 millones de dólares en 1999 procesan el 90 por ciento de la gasolina vendida a los consumidores bolivianos.

Restando menos de un mes para las elecciones presidenciales en Brasil, el tema cayó como un presente inesperado para la oposición. El candidato presidencial Geraldo Alckmin, de centroderecha, acusó a Lula, que lo aventaja en más de 20 puntos en las encuestas, de ser vacilante ante Morales por razones ideológicas.

Las opiniones de Alckmin son un calco de las defendidas por la Federación de Industriales de San Pablo, Fiesp. El 50 por ciento de los 25 millones de m3 cúbicos de gas importados de Bolivia se quedan en las fábricas paulistas.

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