La familia de Paul Johnson, el contratista de defensa de 49 años tomado como rehén en Arabia Saudita la semana pasada, imploró un perdón por su vida, a 24 horas de que se cumpla el plazo establecido por sus secuestradores para “sacrificarlo”. “Por favor, no lo asesinen”, rogó su hermana Donna Mayeux, en un mar de lágrimas, al ser entrevistada en CNN. “Es un hombre inocente. Asesinarlo no resolverá nada.” Con el tiempo contado, y la negativa de las autoridades sauditas a conceder las demandas de los secuestradores de liberar todos los militantes de Al Qaida en su custodia, la perspectiva de Johnson es sombría. Johnson trabajó para Lockheed Martin y negociaba un trato de helicópteros Apache con el gobierno saudita, cuando fue capturado.