Desde su arresto domiciliario, el empresario Pedro Carmona, que por un día ocupó la presidencia de Venezuela el fin de semana pasado, intentó aclarar sus contactos durante el golpe con los embajadores de Estados Unidos y España.
–¿Cuáles fueron sus contactos con el gobierno de España cuando asumió el mando?
–El sábado 13 recibí la visita no oficial del embajador de España.
–¿El de España había ido con el de EE.UU., Charles Shapiro?
–Sí, pero la visita no implicaba ningún reconocimiento oficial por parte de los dos países, sino para informarse de lo que estaba ocurriendo y de las intenciones del gobierno transitorio.
–¿Es cierto que el embajador Shapiro le recomendó no disolver el Parlamento y que EE.UU. no apoyaba el golpe?
–No. Hablamos de los principios democráticos y constitucionales y de que viniera una misión de la OEA.
–¿Usted fue el que llamó al presidente José María Aznar?
–No importa quién llamó a quién. Mantuvimos una breve conversación telefónica sobre los principios democráticos, lo cual no compromete en absoluto a España con lo ocurrido en Venezuela.
–¿Qué papel exacto jugó el gobierno de EE.UU.?
–Sólo la visita no oficial que recibí del embajador de EE.UU. No para decir que estaban de acuerdo, sino para recibir una información directa. De ahí que yo también le anuncié que estaba pidiendo la misión de la OEA, pero en ningún momento tuve apoyo ni respaldo ni aceptación a mi inicio, sino la evaluación normal que hacen todos los gobiernos dadas las circunstancias. Es falso que haya recibido apoyos internacionales ni reconocimientos prematuros que iban a venir los días siguientes.
–¿Había una conspiración en desarrollo?
–No fui llamado en un movimiento conspirativo, un plan o rebelión, nada de lo que pueda significar algo como eso.
–¿Confió demasiado en la renuncia de Chávez que anunció el general Lucas Rincón?
–Bueno, cuando hay un anuncio público y notorio a la Nación de parte del más alto vocero de la fuerza armada, inclusive los juristas señalan que es un elemento suficiente verbal y no escrito. Pero eso sí, yo pregunté a los constitucionalistas y me dijeron que el anuncio tenía la fuerza suficiente para hacer ver que el presidente había renunciado al cargo.
–¿La falsa renuncia fue un engaño o una trampa que le tendió el gobierno?
–Lo que debo decir es que lo peor que puede ser un hombre en la vida es ser cobarde. Yo no fui cobarde porque sabía que de eso podía depender que se iniciara o no una etapa que yo confiaba que podía conducir a organizar la transición. Los errores los admito y mis responsabilidades también. Con dignidad he pedido perdón al país, pero en definitiva, no me arrepiento de no haber sido cobarde.
–¿Cree que es sincera la rectificación anunciada por Chávez?
–En el pasado sus palabras no han estado acompañadas de hechos. Ahora, frente al trauma de la Nación, yo espero que eso sí esté correspondido con hechos.