Tropas mexicanas se trasladaron ayer a Estados Unidos por primera vez desde la guerra de 1846-1848 para unirse a las operaciones de asistencia del huracán Katrina. Según el Departamento de Estado, 94 países han ofrecido su ayuda, entre ellos no sólo los amigos ricos de Estados Unidos, sino también algunas de las naciones más pobres –como Afganistán– y enemigos tradicionales como Cuba e Irán. La asistencia de los últimos dos fue rechazada en efecto. Pero Washington ha aceptado ofertas de 49 países, dijeron funcionarios. Sin embargo, las burocracias federal y local han estado mal preparadas para manejar contribuciones del exterior, que llegan a más de 1000 millones de dólares, más de 400 millones en efectivo. Estados Unidos no está habituado a recibir ayuda luego de un desastre natural. Unir las ofertas de ayuda con las necesidades en tierra fue un “proceso complicado”, declaró un vocero del Departamento de Estado. En efecto, al inicio de la crisis Bush –reacio a reconocer la debilidad norteamericana– dio a entender que su país podía cuidarse a sí mismo. Pero esa actitud cambió a medida que emergió la magnitud del desastre.