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El país|Miércoles, 3 de septiembre de 2008
Relatos de Pilar Calveiro y Soraida Martín en el juicio por la Mansión Seré

La saña de los torturadores

Dos ex detenidas contaron que la tortura de la Fuerza Aérea “incluía manoseos y vejaciones”. También que en el Hospital Aeronáutico se atendía a personas que habían sido torturadas. El fiscal Félix Crous pidió que se televisen los alegatos y la sentencia.

Por Diego Martínez
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Pilar Calveiro estuvo en Mansión Seré, la comisaría de Castelar y la ESMA.

Médicos y enfermeros del Hospital Aeronáutico atendieron en 1977 a mujeres vendadas, con signos de torturas, trasladadas desde Mansión Seré. Así surge del testimonio de Pilar Calveiro viuda de Campiglia, sobreviviente del centro clandestino de la Fuerza Aérea, que declaró ayer en el juicio a los brigadieres César Comes e Hipólito Mariani. Soraida Martín, secuestrada a los 16 años, cuando militaba en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES), relató la saña de los torturadores de Seré y de la Comisaría 3º de Castelar, por donde pasaron decenas de militantes de la Zona Oeste. Hoy declarará Claudio Tamburrini, protagonista del célebre escape que dio lugar al film Crónica de una fuga.

Calveiro fue secuestrada en mayo de 1977. Forcejeó y logró tirarse del auto, pero la agarraron y la encerraron en el baúl. Estuvo un mes en Mansión Seré, dos veces en Castelar y dos meses “prestada” en la ESMA. Recién en septiembre, cuando llegó a una casa del Servicio de Inteligencia Naval, dejó de estar en manos de la Fuerza Aérea.

Dos días después de llegar a Seré saltó al vacío desde una ventana. “Me fracturé un brazo, la nariz, el talón y varias costillas”, resumió. La llevaron al Hospital Aeronáutico “vendada, esposada, sucia, con fracturas y señas de torturas. Me atendieron en Traumatología. Me sacaron radiografías y me enyesaron el tórax, un brazo y una pierna. Después me esposaron a una camilla”, contó. La segunda visita fue con Graciela Tauro, embarazada que dio a luz en la ESMA, desaparecida. El médico le sacó el yeso y auscultó a Tauro. “Les voy a dar un refrigerio para que tengan un buen recuerdo”, les dijo. “Nos dio galletitas y leche, que no tomaba desde que me habían secuestrado”, recordó ayer Calveiro.

Investigadora de la Universidad Nacional de México, donde se exilió, Calveiro recordó que la tortura de la Fuerza Aérea “incluía manoseos y toda una parte dedicada a vejaciones”. Los pilotos “se manejaban con torpeza”. Eso no alivianaba el cautiverio. “Había mucha crueldad, ensañamiento y preguntas absurdas: cuál era la dirección de Firmenich o en cuántas orgías había estado. Había falta de inteligencia en todo sentido y una combinación invariable de tortura física y sexual.”

“La patota se identificaba como de Fuerza Aérea, hablaban con desprecio del Ejército y la Armada”, aclaró. También robaban. Desvalijaron su casa. Ya secuestrada, “dormí en la cama de mi hijo y vi que usaban la campera de mi marido”, contó. Destacó que “tenían un odio particular con judíos y comunistas. Mientras torturaban, gritaban y hablaban de Dios, era un ritual muy loco. Se presentaban como ‘defensores de la moral’”. En Castelar “la patota se identificaba como de Fuerza Aérea pero de la Base de Morón”.

–La testigo dijo que se interrogaba sobre militancia. ¿Qué quiere decir? –preguntó José Ignacio Garona, abogado de los brigadieres que ya escuchó a Calveiro durante el Juicio a las Juntas.

–Participación política en algún grupo: gremial, armado, político.

–¿Militó en la organización armada Montoneros? –preguntó el ex defensor del brigadier Orlando Agosti. Ni los querellantes, ni el fiscal, ni los jueces objetaron la pregunta.

–Sí –respondió serena Calveiro.

Soraida Martín juró “por los 30.000 compañeros desaparecidos”. El 16 de diciembre de 1976 la Fuerza Aérea allanó su casa y secuestró a su hermana de 14 años. Ese día “arrasaron Cardales, Villa Udaondo, Villa Irupé y Villa Angela”, detalló. Todos fueron a parar a la 3ª de Castelar. Martín fue secuestrada en Mendoza el 29 de enero. La trasladaron desde la Base Aérea del Plumerillo. “Cuando llegábamos pidieron pista a Base Palomar”, recordó. La torturaron en Castelar y luego en Seré, donde perdió todos los dientes por la tortura en las encías. Recordó “los cubiertos de alpaca con las alitas” de la Fuerza Aérea. El 28 de diciembre la liberaron. El 29 fueron a avisarle que la vigilaban. Un mes después apareció su hermana. Al salir se contactó “con las familias de los compañeros secuestrados, una tarea militante”, aclaró. También estuvo secuestrado su padre. “Perdió una pierna en la tortura. Estuvo en la Brigada de San Justo y en el GIVA de Merlo. Hacía diez años que no vivía con nosotros, no tenía idea de nada.”

Durante la audiencia de ayer, el fiscal federal Félix Crous solicitó al Tribunal Oral Federal 5 que autorice la televisación de alegatos, réplicas, dúplicas y sentencia, como ocurre en todos los tribunales del país. Crous destacó que el rechazo a la solicitud anterior se basó en un fallo de la Corte de Estados Unidos de 1966, que hay jurisprudencia más moderna que sostiene lo contrario y que en Estados Unidos existe un canal que televisa juicios en vivo. “En la sociedad de masas el sentido de la publicidad no se agota en la posibilidad de quienes pueden asistir a la sala”, advirtió. Guillermo Gordo, presidente del tribunal, se limitó a tomar nota.

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