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El país|Lunes, 21 de diciembre de 2009
El consultorio ginecológico, un lugar que era negado como escenario de abusos sexuales

Un caso en Neuquén multiplicó las denuncias

Tras la denuncia de un caso de abuso sexual en un consultorio ginecológico en Neuquén, se multiplicaron otros en el país. Un médico de guardia afronta una causa penal en Santa Fe y las organizaciones de mujeres han recibido numerosos testimonios.

Por Mariana Carbajal
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Razones corporativas y culturales coadyuvan a ocultar los abusos en consultorios ginecológicos.

Un médico de guardia del Hospital Iturraspe, de la ciudad de Santa Fe, enfrenta una causa penal por abuso sexual cometido presuntamente contra dos adolescentes, de 18 y 15 años, que concurrieron a la consulta con cuadros respiratorios. Las denuncias son similares: el profesional, un ginecólogo, les desabrocha el corpiño mientras las ausculta y les manosea los pechos. Los directivos del hospital pretendieron ocultar los casos, alertó Mariano Figueroa, representante de la Comunidad en el Consejo de Administración del Iturraspe. “Hay abuso sexual en los consultorios. Pero muy pocos se denuncian. Las víctimas sienten vergüenza, tienen temor a no ser creídas. Sucede lo mismo que con los casos de abuso intrafamiliar. El caso denunciado en Neuquén no es un hecho aislado”, advirtió la psicóloga Irene Fridman, especializada en temas de género, en referencia a la denuncia contra un afamado ginecólogo de esa ciudad patagónica, revelado por Página/12 en su edición del domingo. “Tengo la percepción de que hay una epidemia oculta de casos de abuso sexual en consultorios médicos”, opinó el abogado Ignacio Maglio, especializado en bioética. Especialistas consultados por este diario coincidieron en señalar que se trata de situaciones silenciadas y de las cuales se habla menos de lo que suceden y que pueden ir desde toqueteos en zonas erógenas, que en una consulta ginecológica pueden ser muy difíciles de deslindar de la exploración necesaria para el diagnóstico, hasta episodios de seducción.

El caso que despertó la alarma es el de una profesora de la Universidad Nacional del Comahue, de 27 años, que denunció ante la Fiscalía General de Neuquén, a uno de los tocoginecólogos más reconocidos de esa ciudad y cuando fue sobreseído en primera instancia decidió hacer público el hecho. Una semana atrás, tal como informó este diario, la Cámara de Apelaciones de Neuquén, revocó el sobreseimiento y ordenó que se profundice la investigación del episodio denunciado (ver aparte).

Irene Meler, coordinadora del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires, indicó que las pacientes que han atravesado por situaciones de abuso sexual en un consultorio ginecológico han tomado como un indicador la ausencia de guantes de látex, y una cualidad emocional de la actitud del profesional, diferente de la habitual actitud médica. La especialista destacó, además, que la práctica ilegal de la interrupción voluntaria del embarazo favorece “la violación lisa y llana de la paciente, habitualmente una mujer joven, bajo los efectos de la anestesia”. “He conocido un caso de ese tipo, cuyos efectos psíquicos ulteriores fueron desastrosos”, describió Meler.

La experta sostuvo que las mujeres son las principales víctimas. “Esto se vincula con su subordinación social ancestral y con el hecho de que suelen representar el objeto del deseo erótico, más que ser percibidas como sujetos deseantes”, señaló.

Sobre abuso sexual en consultorios médicos no se ha escrito ni investigado demasiado, apuntó el abogado Ignacio Maglio. “Se dan en circunstancias en las cuales hay relaciones de mucha asimetría entre médico o enfermero y pacientes que se encuentran en situaciones de gran vulnerabilidad. Frente a ese escenario, es muy poco el espacio para la denuncia”, concluyó.

En la Sociedad de Ginecología y Obstetricia de Buenos Aires (Sogiba) aseguran que no han recibido denuncias por abuso sexual cometido por algún integrante de la entidad.

La joven neuquina –identificada como A. R.– cuenta con el respaldo de la Colectiva Feminista La Revuelta. Desde que la ONG comenzó a realizar distintas acciones para escrachar al profesional y concientizar a mujeres, recibió una sucesión de relatos y denuncias de situaciones similares a la denunciada por A. R., según reveló a Página/12 Ruth Zurbrigen, docente e integrante de La Revuelta. “Al menos una decena de mujeres nos han referido episodios parecidos con el mismo profesional. Algunas escribieron por e-mail su relato, otras se lo contaron a gente amiga para que nos lo diga. Otras vinieron a vernos. Otras sabemos que no quieren decirlo”, describió Zurbrigen. Después de la publicación el domingo 13 del caso de A. R., a esta cronista también dos mujeres le escribieron para contarle que habían sido víctimas de abuso sexual en consultorio médico años atrás: una de ellas es la escritora Liliana Mizrahi, cuya vivencia se publica en estas mismas páginas, con su autorización (ver aparte).

Sutilezas

Uno de los relatos que más le impactaron a Zurbrigen fue el de una joven que todavía no está segura de realizar la denuncia en la Justicia. La muchacha contó: “En la primera visita te quedás impactada porque es un tipo que aparece como un erudito, que sabe todo y más sobre lo que puede o no pasarte en tu cuerpo y lo que hay que hacer o no para que todo esté perfecto; después en otra visita no te da una bata, después en otra no se pone guantes, después te hace comentarios sobre tu cuerpo que te desubican, después te toca de más... Y por un momento te parece que todo eso es parte del paisaje habitual o empezás a perseguirte preguntándote qué hiciste para que el tipo se tome esas atribuciones, o si son atribuciones, o si sos vos la que creés ver cosas que no suceden”.

A lo largo de su desempeño profesional, la psicoanalista Fridman se enteró de numerosos casos de abuso sexual en consultorio que no fueron denunciados. En algunos casos, tomó conocimiento a través de la supervisión de otros profesionales psicólogos que estaban tratando a víctimas. De acuerdo con su experiencia, los consultorios de pediatras, de ginecólogos y de psicólogos, son lugares donde se dan más situaciones de abuso sexual de parte del profesional hacia las o los pacientes. “Muchas veces, cuando las instituciones se enteran de casos de esta clase optan por silenciarlos, como ha hecho la Iglesia Católica con curas denunciados por abuso sexual”, agregó. Es lo que sucedió en el Hospital Iturraspe de Santa Fe, según denunció el representante de la Comunidad, Mariano Figueroa (ver aparte).

Mensajes

En cuanto al abuso consistente en una seducción, Meler indicó que el territorio más propicio es el ámbito de la atención psiquiátrica y psicológica. “La Asociación Americana de Psiquiatría (EU), ha establecido que toda relación sentimental y/o sexual con alguien que estuvo en condición de paciente, aun cuando haya transcurrido tiempo desde la finalización del tratamiento, y aun si la paciente desea y solicita ese vínculo, constituye una falta ética grave. Esto se debe al fenómeno de la transferencia, por el cual el o la paciente que se encuentra en atención psiquiátrica o psicológica, transfiere al vínculo con quien asiste su demanda de ayuda, las emociones experimentadas durante la infancia en el vínculo con sus padres y cuidadores cercanos. Esta situación ofrece una oportunidad privilegiada de analizar las pautas de relación del o de la paciente, pero eventualmente puede ser explotada por profesionales inescrupulosos”, explicó Meler, autora, entre otros, junto con Mabel Burin, del libro Varones: Género y subjetividad masculina (Paidós Ibérica 2000).

Meler indicó que existen casos puntuales donde la motivación es psicopática, o sea que el abusador está movido por el odio y el deseo de hacer daño. “Pero lo más frecuente –aún en estas situaciones infrecuentes–, es que el experto presente demandas narcisistas de ser amado e idealizado y se sirva de la paciente con esos fines”, continuó Meler. También subrayó que el abuso de todo tipo es “mucho más frecuente” entre los profesionales varones. “Esta tendencia –explicó– se vincula con la dominación social masculina, que implica la costumbre ancestral de dejar en manos masculinas la iniciativa sexual, así como la autorización de la agresividad de los varones”.

Para Zurbrigen, de La Revuelta, un factor importante que influiría en el silenciamiento es la respuesta judicial que a veces –como en primera instancia en el caso de A. R.– absuelve al imputado, sin siquiera escuchar a la denunciante. “Las sentencias judiciales son mensajes sociales que alientan y conllevan ciertas pedagogías. Si la sentencia es de disculpas para los abusadores, entonces el mensaje para las mujeres es que de nada sirve denunciar, y para los varones que tienen vía libre para seguir violando los derechos humanos de las mujeres. En cambio, cuando logramos que haya sentencias judiciales que crean en los dichos de las víctimas, el sentido pedagógico puede tener un efecto contrario, puede alentar a que se hable y denuncie; les está diciendo a los abusadores que pueden ser juzgados y castigados por esos hechos”, analizó Zurbriger.

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