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El país|Jueves, 16 de septiembre de 2010
Tras la sentencia que ratificó la condena al sacerdote, los querellantes estudian cómo llevarlo a prisión

Grassi, más lejos del cielo que del infierno

El fallo de la Cámara de Casación demuele los argumentos de la defensa de Julio Grassi, pero le concede que siga libre. Ahora, los abogados del Comité de los Derechos de la Niñez analizan revertir ese beneficio. Las claves de una sentencia contundente.

Por Carlos Rodríguez
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El fallo de los jueces de la Sala Segunda de la Cámara de Casación Penal rechazó todos los planteos y ratificó la primera instancia.

Aunque el fallo tiene un sabor agridulce porque el autor de los delitos sigue libre, los abogados que representan a las víctimas “celebraron” la confirmación de la condena a 15 años de prisión del cura Julio César Grassi, por dos hechos de abuso sexual agravado contra un chico que estaba bajo su cuidado, en concurso real con corrupción de menores agravada.

“Es lamentable que siga libre, pero también es cierto que Casación, el máximo tribunal penal, confirmó que Grassi es un pedófilo”, dijo Juan Pablo Gallego, abogado del Comité de Seguimiento y Aplicación de la Convención Internacional por los Derechos del Niño, acompañado por la directora del organismo, Nora Schulman, quien resaltó: “Celebramos la confirmación de la condena, pero no podemos aceptar que siga en libertad alguien condenado por un delito tan grave”. La Sala II de Casación bonaerense le rechazó a la defensa de Grassi todos los argumentos en contra de la condena por los abusos contra el chico identificado como “Gabriel”. Ahora, los querellantes apelarán la absolución de Grassi por los casos de “Ezequiel” y de “Luis” y buscarán “la forma de meterlo preso” (ver nota aparte). Los querellantes van a apelar las absoluciones “ante la Suprema Corte bonaerense, la Corte Nacional y la Corte Interamericana de Derechos Humanos” por entender que los jueces de Casación “hicieron una lectura errónea de las pruebas aportadas” a lo largo del juicio oral.

El fallo de los jueces de la Sala Segunda de la Cámara de Casación Penal bonaerense, Carlos Mahiques, Fernando Mancini y Jorge Celesia, rechazó todos los planteos y ratificó el fallo de primera instancia, tanto en relación con los cuestionamientos de la defensa de Grassi, integrada por Daniel Cavo, Martín Tipito y Ricardo Malvicini, como las del fiscal Alejandro Varela y los querellantes Juan Pablo Gallego, Sergio Piris y Jorge Calcagno. La defensa del sacerdote cuestionó la etapa de instrucción en su conjunto, por entender que hubo prejuzgamiento del primer juez de la causa, Alfredo Meade, quien utilizó algunas frases públicas contundentes, como tildar de “suite nupcial” a la habitación que tenía Grassi en la sede de la Fundación Felices los Niños, escenario de los hechos denunciados. Meade fue apartado de la causa y por eso Casación interpretó que no hubo ningún perjuicio para Grassi.

La defensa había pedido que se diera por cierta una supuesta “extorsión” al cura Grassi que habría intentado cometer “Gabriel”, poco antes de la difusión del programa de Telenoche Investiga en el cual se hizo pública la denuncia contra el sacerdote. El policía Juan Domingo Pérez, hombre de confianza del imputado, dijo haber recibido dos llamados de un supuesto “Javier Galván”, que luego –según la defensa– resultó ser “Gabriel”, quien pidió dinero a cambio de la no difusión del programa.

Los jueces desestimaron otra vez la presunta extorsión, una maniobra que intentó debilitar la credibilidad de “Gabriel”. Todo rozó el absurdo porque el supuesto extorsionador –de haber sido “Gabriel”– hubiera sido reconocido de inmediato por Grassi, con quien se reunió supuestamente con cambios en su aspecto general. Según el entorno del imputado, sólo “descubrieron” que era “Gabriel” cuando alguien les dijo que era la misma persona que había denunciado ser víctima de abuso en el programa de TV.

Llamó la atención que Pérez, siendo policía, no haya sabido “cómo proceder ante las exigencias del extorsionador”, a punto tal que ni siquiera fue capaz de hacer la denuncia en sede policial. Grassi dijo que supo que se iba a hacer la denuncia en su contra, por la TV, en los días previos, a partir de la aparición de “Javier Galván”. Los testigos Ricardo Ravanelli y Federico Cuervo, productores de Telenoche Investiga, afirmaron que “un mes antes” de la puesta en el aire de la emisión le habían avisado a Grassi que estaban haciendo un programa que lo involucraba.

En suma, los jueces de Casación ratificaron la validez de la denuncia de “Gabriel”, cuyo testimonio “superó las exigencias subjetivas”. Su exposición ante el Tribunal Oral 1 “se consideró verosímil (...) en virtud de la impresión que a los jueces le provocara la observación directa del testigo al declarar”. Los magistrados, dijo Casación, corroboraron que “la víctima les pareció veraz, sin contradicciones en su relato, segura, sumamente emotiva e incólume a través del tiempo y de las múltiples oportunidades en que tuvo que recordar lo sucedido”.

Los peritos Nélida Queró y Humberto Lucero dictaminaron que “Gabriel” mostraba “elementos compatibles con abuso sexual infantil (..) un aspecto psíquico angustiado, timia displacentera con labilidad e incontinencia traducidas en marcada angustia y llanto espontáneo al abordar la temática sexual mencionada e intenso sentimiento de culpa por haberse mantenido pasivo ante una situación que rechazaba”. El chico había relatado, con datos precisos, el abuso sexual al que había sido sometido por el cura.

Uno de los temas que volverá a cuestionar la querella, en principio ante la Corte provincial, es la absolución de Grassi respecto del caso “Ezequiel”. El chico denunció abusos que habrían ocurrido cuando tenía nueve años y también a los 14. El joven hizo una primera presentación contra Grassi, pero luego se retractó en diciembre de 2002, para luego presentarse a declarar en el juicio oral, con su versión inicial. Los jueces de Casación ratificaron el fallo anterior por considerar que la prueba, en un caso de abuso sexual, es “una tarea que requiere de la máxima prudencia a la hora de formar convicción, pues la decisión depende, casi exclusivamente, de la credibilidad que merezca el abusador”.

Señalaron que, en el caso de marras, “ni siquiera derivaron secuelas físicas o signos objetivos por haberse tratado sólo de tocamientos”. Consideraron que “la credibilidad de los dichos” de una víctima de abuso son diferentes según sea niño o mayor “debido a las naturales limitaciones en el lenguaje y la comunicabilidad con los adultos y a la posibilidad de una mayor sugestionabilidad en los interrogatorios resultante de la combinación de dos factores: uno social y otro cognitivo”.

Cuando “Ezequiel” declaró en el juicio tenía 18 años, mientras que era menor de edad en la primera denuncia y en su retractación. Tenía 14 años cuando le hicieron una pericia psicológica. Los jueces dictaminaron ahora que “saltan a la vista numerosas contradicciones, tanto en relación con las circunstancias que rodearon al hecho, como a su aspecto nodal, que revelan la inconsistencia de la declaración” de “Ezequiel”. Algunos de los aspectos cuestionados es que primero dijo que el abuso ocurrió en verano y luego que fue en invierno.

Se cuestionan también algunos comentarios de “Ezequiel”, como cuando le dijo a Grassi que “no podía echarlo (de la Fundación) porque estaba a disposición de un juez” o cuando se manifestó “cansado” de la propaganda que hacían, sobre el cura, en la televisión, cuando “lo que juntaba (el sacerdote) era plata y no comida”. Los jueces consideraron que ésas “no serían expresiones acordes a la maduración de un niño de 9 y 14 años de edad, respectivamente”. Por eso concluyen que en “Ezequiel” se notaría “la influencia” de una persona adulta.

No se toma en cuenta, como explicación por tantas idas y venidas, la injerencia que tuvo, a lo largo del caso, la familia de “Ezequiel”. Su madre y una de sus hermanas estuvieron en programas del Canal 9 al que iban Grassi y muchos de sus abogados defensores, entre ellos Miguel Angel Pierri, a quien se acusó de haber convencido a “Ezequiel” de que tenía que retractarse. En esos programas se lo identificó con nombre y apellido, algo que está prohibido por ley. Por eso, el chico aseguró que la actitud de su familia provocó “en su ánimo vergüenza, furia, desamparo, por lo que se retractó”, según alegaron los querellantes. En lo que se refiere a “Luis”, las expresiones de los jueces, al descalificar su denuncia, fueron cuestionadas por su abogado Jorge Calcagno y por el psiquiatra y psicoanalista Luis Stola, que asistió a los tres chicos (ver aparte).

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