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El país|Martes, 12 de febrero de 2002

Cavallo reaparece en Comodoro Py y ya tiene lista su estrategia

Lo acusan por haber ordenado a los bancos desacatar órdenes judiciales. Ayer acordó con sus abogados qué argumentará y qué papeles llevará. Sus días. Sus miedos.

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Una imagen que ya fue tradicional: el ministro de todos los gobiernos, llegando a Tribunales.
Lo atormenta pensar en ese momento. Sabe que lo van a estar esperando periodistas de todo el mundo, gente que le tiene bronca y curiosos de los que nunca faltan. Pero no le queda otra. Domingo Cavallo deberá presentarse a declarar hoy a las once de la mañana en los tribunales de Comodoro Py. El juez federal Jorge Ballestero investiga al ex ministro de Economía por supuesta violación de los deberes del funcionario público e instigación al delito, ya que en diciembre, cuando todavía estaba en funciones, les ordenó a los banqueros ignorar los fallos judiciales que obligaban a restituir depósitos pese a la vigencia del “corralito”. Pese a las molestias que le genera esta causa, no es de las que más le preocupa: los delitos que se imputan son excarcelables.
Desde el día de su renuncia, Domingo Cavallo casi no sale a la calle. Va de su casa de Libertador y Ocampo a su oficina de Tagle y Figueroa Alcorta. Viajó algunas veces al sur y otras a Córdoba, pero siempre de incógnito. Sabe que está de moda pegarles a los políticos, y no quiere correr la misma suerte que, por ejemplo, el diputado Franco Caviglia, quien aunque ya no milita en Acción por la República, cobró retroactivamente por los tiempos en que jugaba para el equipo del Mingo.
Ahora, el ex ministro está en Buenos Aires. Ayer pasó la tarde reunido con sus abogados, Eduardo Oderigo y Alfredo Castañón, quienes lo están ayudando a preparar su defensa. Hoy a las once de la mañana, el hombre deberá explicar por qué, mediante la resolución 850 de diciembre de 2001, el Ministerio de Economía dio a los bancos la instrucción de no acatar los fallos judiciales para pagar los depósitos atrapados por el “corralito”, restricción que el propio Cavallo instaló en la primera semana de ese mes y que terminó con su eyección del ministerio.
Según dijo a este diario uno de sus colaboradores más cercanos, la estrategia de Cavallo será decir que él no ordenó a los bancos que no atendieran el reclamo de los ahorristas que tenían fallos favorables de la Justicia para retirar su dinero, sino que la suya fue simplemente una recomendación que puso por escrito. Y que apenas se enteró de que lo que estaba proponiendo era ilegal, hizo publicar otra circular retractándose de la primera.
Oderigo se presentó la semana pasada ante Ballestero para asumir la defensa de Cavallo, a quien patrocinó hace años en varias de las causas que tuvo el ex ministro tras la pelea con el ex presidente Carlos Menem.
Se presume que, fiel a sí mismo, Cavallo llegará a los tribunales cargado de documentación y que, frente al juez y el fiscal Gerardo Di Masi, hará su descargo.
Por temor a lo que pudiese ocurrir con el ex ministro, en Comodoro Py ya prepararon un fuerte dispositivo de seguridad. Más vale prevenir que curar, sobre todo en estos tiempos.
Cavallo tiene prohibida la salida del país por orden de los jueces Ballestero, Rodolfo Canicoba Corral y Julio Speroni. En las últimas semanas, el ex ministro volvió a tener reuniones políticas –por caso, el viernes y el sábado pasó varias horas con su amigo Jorge Asís en la que habló de todo un poco– y recibe llamadas de algunos gobernadores peronistas que quieren saber cómo está.
El ex ministro sabe que el presidente Eduardo Duhalde no lo atacará públicamente, pero que tampoco moverá un dedo para defenderlo ante la opinión pública porque no le conviene. Tan lejos y tan cerca, recuerda Cavallo ante sus íntimos, de los tiempos en que el actual Presidente lo llamaba por teléfono en nombre de Carlos Ruckauf, que todavía gobernaba la provincia de Buenos Aires. Casi a diario, Duhalde le pedía ayuda a Cavallo a pagar los sueldos de los empleados públicos bonaerenses. Ruckauf tenía un serio problema de falta de liquidez y, dicen las malas lenguas, el entonces ministro de Economía le hizo el favor, más de una vez, deconseguir que un grupo de empresarios amigos le cambiaran bonos Lecop por efectivo. Pero eran otros tiempos.

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