Los ocho diputados más cercanos a Chacho Alvarez abandonan el FG para alinearse con Elisa Carrió. Mañana, congreso del FG.
Por Santiago Rodríguez
José Vitar, hombre de Chacho, ahora con Lilita Carrió.
Carlos “Chacho” Alvarez terminó de sepultar en su pasado el partido que supo construir: los diputados que más cerca suyo están y que ya venían trabajando en la Cámara baja en un interbloque con Elisa Carrió anunciarán mañana su decisión de abandonar el partido para convertirse en una corriente interna del ARI. Los chachistas ni siquiera concurrirán al congreso frentista convocado también para mañana para designar autoridades partidarias y dejarán que aquellos que se encolumnan detrás de Aníbal Ibarra y el sector más comprometido con el Gobierno se disputen la conducción de lo que queda de una fuerza política que no hace tantos años prometía poner fin al bipartidismo en la Argentina.
La ruptura del Frente Grande no sorprende a nadie. Las posiciones antagónicas hacia el interior de esa fuerza empezaron a delinearse a partir de la renuncia de Chacho a la vicepresidencia y se tornaron irreconciliables ya hacia el final del gobierno aliancista de Fernando de la Rúa. La división –la misma de siempre– quedó expuesta una vez más el martes pasado, cuando parecía que la crisis se fagocitaba también al presidente Eduardo Duhalde: Juan Pablo Cafiero, Darío Alessandro y Rodolfo Rodil con el Gobierno, los chachistas en contra al lado de Carrió e Ibarra y los suyos haciendo malabares para mantenerse al margen de modo de no quedar mal ni con unos ni con otros.
“El país se enfrenta a una encrucijada con dos caminos claramente planteados: o se avanza en entregarse a las directivas que vienen de afuera y acrítica y dócilmente se acepta el esquema de globalización tal como está planteado por Fondo Monetario Internacional (FMI); o desde una actitud de mayor dignidad nacional se encara un camino diferente, que tiene como primer punto una justa distribución del ingreso”, declaró ayer a Página/12 el tucumano José Vitar y confirmó el alejamiento de las filas frentistas del bloque de ocho diputados que conduce: “El Frente Grande es un ciclo agotado; los partidos son instrumentos políticos y no fines en sí mismos”.
Vitar explicó, además, que “nuestra presencia en el partido es incompatible con la de quienes pretenden formar una suerte de ala izquierda de la política tradicional” y destacó que “tampoco hay espacio para la ambigüedad”. A buen entendedor, pocas palabras: un dardo para pseudo oficialistas y otro para Ibarra, aunque no del mismo tenor.
Es que los chachistas consideran que las divergencias con los primeros son irreconciliables. “No tengo más ganas de ver que se diga que el Frente acompaña a Duhalde porque una cosa es respaldar la institucionalidad e integrar el Gobierno”, confesó otro miembro de la bancada que conduce Vitar. De Ibarra, en cambio, dicen compartir “lo que expresa y lo que hace el gobierno porteño” y lo que le reprochan es el lugar en el que se ha parado políticamente. “Al final –especulan– va a terminar acá, pero tarde y mal y todo por quedarse en la especulación chiquita, por aferrarse a una estrategia de puntero de esperar hasta el final para definirse.”
Quienes acompañan a Vitar, aseguran que “nada de lo que hizo lo ha dejado de conversar con Chacho” y que ambos “comparten el mismo rumbo estratégico”. El dato no es menor, como tampoco el hecho de que más de una vez Carrió haya rescatado la figura de Alvarez, de quien tan sólo hace un par de semanas se rumoreó que estaba preparando su regreso a la política.
El chachismo, de todos modos, no contaba con estructura suficiente para alzarse con el control del Frente Grande, por el que disputan el sector que respalda a Ibarra y el que integra la coalición parlamentaria sobre la que se sustenta Duhalde. El congreso frentista –continuidad del realizado el 15 de diciembre y en el cual las diferencias internas impidieron hacer otra cosa que elegir a Ibarra como presidente– está convocado para las 9 de la mañana en el Hotel Savoy. Anoche, las dos líneas en pugna aseguraban tener congresales suficientes para alcanzar quórum propio y asegurar su pretensiones.
“Hay que recuperar la autonomía política fundacional del Frente y reagrupar a los sectores progresistas y populares para generar una alternativa de cambio”, precisó el senador bonaerense Eduardo Sigal, encolumnado detrás de Ibarra. En ese lote se ubican también Alejandro Mosquera y los intendentes Oscar Laborde (Avellaneda), Edgardo Di Dío (Lomas de Zamora) y Julio Arriaga (Cipolletti), entre otros, y a decir de Sigal algo comparten con los chachistas: “Con gente que se siente cómoda como furgón de cola del bipartidismo no se puede seguir compartiendo nada”.
En la vereda de enfrente –donde se encuentra también Graciela Fernández Meijide– insisten en que “hay que poner el hombro” frente a la crisis y acusan al ibarrismo de no tener “vocación de conservar la unidad”.
En el medio está el Grupo Federal, que responde a Alberto Flamarique. Si bien viene jugando con Alessandro y compañía, este sector ya explicó a unos y otros que “el tema es cómo se integre la mesa de conducción” y que lo que pretende es que sea “federal”.