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El país|Domingo, 24 de febrero de 2008
ARGENTINA, BOLIVIA Y BRASIL CREARON UN GRUPO COORDINADOR PARA LAS URGENCIAS ENERGETICAS

A falta de gas, un poco de electricidad

Los presidentes de los tres países se reunieron ayer en Olivos. No convencieron a Brasil de ceder parte del gas que importa de Bolivia. Lula ofreció, a cambio, auxiliar al sistema energético argentino con la exportación de 200 megavatios por hora. El Grupo Coordinador de ministros se reunirá dentro de diez días en La Paz.

Por Martín Piqué
Cristina Fernández de Kirchner con Lula y Evo Morales en Olivos, buena sintonía política pero problemas de energía.

“¡Dale gas!” El latiguillo que se escucha tanto en la radio como en sketches de dudoso gusto no tendrá su versión en portugués. Esa fue la conclusión más importante que dejó la visita de Luiz Inácio Lula da Silva a Buenos Aires y que terminó ayer a la tarde. Antes de partir a Brasilia, Lula se había reunido por más de dos horas con la presidenta Cristina Fernández de Kirchner y el mandatario boliviano Evo Morales en Olivos. El tema central había sido la imposibilidad de Bolivia para proveer los suministros de gas que había pactado con Argentina y Brasil (7,7 millones y 30 millones de metros cúbicos diarios). La Paz deberá respetar los contratos con Brasil por las penalidades previstas en la letra chica. Eso dejaría a la Argentina expuesta a una caída en la provisión, cuando hoy ya está recibiendo menos de la mitad de lo acordado. Aunque los brasileños ya habían advertido que no podían renunciar “a una sola molécula de gas importado de Bolivia”, en el Gobierno confiaban en una negociación de última hora. Esperaban que Lula aceptara desprenderse de un millón de metros cúbicos diarios, y que lo enviara como ayuda para pasar el invierno. La ilusión se desvaneció al término de la cumbre. Las partes sólo pudieron ponerse de acuerdo en crear un Grupo Coordinador que estará conformado por los ministros de Energía de los tres países.

La negociación por las cuotas del gas boliviano prometía ser compleja. Algunas declaraciones hacían prever un clima a cara de perro. “Es imposible ceder a la Argentina ni una molécula del gas que importamos desde Bolivia”, había dicho el presidente de Petrobras, José Gabrielli. Hombre acostumbrado a las negociaciones fuertes (Bolivia ya lo sufrió durante la nacionalización de los hidrocarburos), Gabrielli no despierta muchas simpatías en la Casa Rosada. Desde el lado argentino también se había intentado ponerle un marco a la reunión. Según los periodistas brasileños que acompañaron a su delegación, desde el Ministerio de Planificación se había deslizado que si llegaba a faltar el gas en el invierno las primeras perjudicadas serían las plantas petroquímicas de capitales brasileños instaladas en la Argentina. Es decir, Petrobras.

El escenario estaba claro. Y en la quinta de Olivos nadie quería hacer pronósticos sobre el resultado de la reunión. El primero en llegar fue Lula. Lo acompañaban el canciller Celso Amorim, el asesor en política internacional Marco Aurelio García, el ministro de Energía Edison Lobao y los embajadores brasileños en La Paz y Buenos Aires Federico de Araujo y Mauro Vieyra. La Presidenta lo recibió con el jefe de Gabinete, Alberto Fernández; el canciller Jorge Taiana, el ministro de Planificación, Julio De Vido, y el secretario de Energía Daniel Cameron. Morales llegó pasadas las 11.30. Había viajado desde La Paz con el único objeto de participar de la cumbre. En el avión había traído a los ministros Juan Ramón Quintana (de la Presidencia) y Carlos Villegas (Hidrocarburos) y al titular de la empresa estatal YPFB, Guillermo Aruquipa.

Con todas las delegaciones en Olivos, CFK invitó a Lula y Evo a sacarse la foto protocolar en la Jefatura de Gabinete de la residencia. Se trata de una sala de conferencias donde suele recibir a los ministros. Antes de que comenzara la charla, la intención argentina era convencer a Lula para que Brasil reenviara a la Argentina una parte mínima de la cuota diaria de 30 millones de metros cúbicos de gas que importa de Bolivia. En los días previos De Vido había dicho que se conformaría si lograba que Brasil despachara entre 1 y 3 millones de metros cúbicos diarios. “Tenemos que privilegiar las emergencias”, era el argumento que De Vido pensaba usar para convencer a brasileños y bolivianos. La idea de tener en cuenta las emergencias tuvo cierto eco. Fue incorporada al comunicado de prensa que luego leyó el canciller Taiana, sin aceptar preguntas.

No sólo de gas...

La propuesta de la Argentina no logró convencer a los brasileños. Como había anticipado Gabrielli, Lula no aceptó desprenderse de una porción –-incluso menor– del gas boliviano. Sí accedió a volver a tratar el tema en una nueva negociación y a cortísimo plazo. Entonces se decidió crear el Grupo Coordinador de ministros de Energía. Su primera reunión será dentro de diez días, en La Paz. Antes de que terminara la cumbre, los brasileños ofrecieron ayudar a la Argentina con suministros excepcionales de energía eléctrica. La oferta consiste en auxiliar al sistema energético argentino con la exportación de 200 megavatios por hora. Antes de regresar a su país, los funcionarios brasileños insistieron con esa alternativa en un diálogo con periodistas en la zona militar del Aeroparque. “Es un mecanismo de solidaridad energética”, dijo el asesor Marco Aurelio García. “Brasil ofrece 200 megavatios por hora”, ratificó el ministro Lobao.

Para el Gobierno, el resultado de la cumbre no asombró mucho. Tras las declaraciones de Gabrielli, eran pocos los que esperaban que Lula reviera esa posición. A la hora de hacer el balance, los negociadores argentinos trataron de encontrar el aspecto positivo. “Lo que arreglamos nos sirve. Pudimos poner el tema en una discusión política a nivel de gobiernos. Preferimos discutir con Lula y no con Petrobras”, evaluaron desde el área de Planificación. Era una satisfacción algo módica ante el panorama que se presenta para los próximos meses. El crecimiento de la demanda energética más la segura falta de gas en el invierno obligarán a comprar fuel oil, gas líquido y probablemente a aceptar la ayuda de Brasil de 200 megavatios por hora. Especialistas en temas energéticos reconocieron que ese auxilio eléctrico podría ser muy útil, aunque resultará bastante más caro que el gas boliviano (ver nota aparte).

Aunque el acuerdo con Bolivia era por 7,7 millones de metros cúbicos diarios, la Argentina está recibiendo un flujo de 3 millones. Como reconoció el propio Evo, la producción de su país ya no alcanza para cubrir el consumo interno más la demanda de los socios mayores del Mercosur. La producción boliviana ronda los 40 millones de metros cúbicos diarios. Para los gobiernos de Argentina y Brasil, el cuello de botella es producto del crecimiento de ambas naciones. Un problema generado por la mejora de la situación económica en los países emergentes. El propio Lula se ocupó de destacar este dilema del desarrollo. “Las economías de todos los países están creciendo. La economía de Argentina a 8 por ciento, la de Brasil al 5 por ciento, la de Bolivia creciendo a 4 ó 5 por ciento. Todos vamos a precisar de más energía”, dijo antes de subirse al avión.

Las consecuencias naturales de la mejora económica obligarán a invertir para incrementar la oferta energética. Quizá allí esté la diferencia entre Brasil y la Argentina (y eso explique por qué la cuota del gas boliviano es intocable en el primer caso). Lula tiene a Petrobras, empresa estatal, que está invirtiendo mucho dinero en los yacimientos de gas bolivianos. No hay comparación con las inversiones argentinas en ese país, casi inexistentes.

–¿La presidenta de la Argentina aceptó bien esta propuesta? –le preguntaron a Lula en el aeroparque.

–Necesitamos tener conciencia de que la energía no se produce sólo con gas –fue su respuesta.

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