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El país|Jueves, 20 de marzo de 2008
Señalizaron Campo de Mayo como centro clandestino de detención

“Fue una gran máquina de matar”

Con un acto se inauguraron tres pilares de hormigón con las leyendas Memoria, Verdad y Justicia. Duhalde instó a los oficiales del Ejército a romper “el pacto de silencio”.

Por Diego Martínez
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Con el de ayer, ya son diez los centros clandestinos señalizados.

La Comisión por la Recuperación de la Memoria de Campo de Mayo exigió “cárcel común” a los represores con arresto domiciliario. “Vislumbramos un poco de justicia” pero “sigue siendo esquiva”, lamentó la secretaria de Derechos Humanos bonaerense, Sara Derotier de Cobacho. Su par de Nación, Eduardo Luis Duhalde, invitó a “romper el pacto de silencio” a “los miles de oficiales del Ejército que pasaron por aquí durante la dictadura”. La ministra de Defensa, Nilda Garré, se esperanzó en que “el 2010 del bicentenario nos encuentre con procesos avanzados y la posibilidad de pensar una reconciliación en serio”.

De voces finitas, guardapolvos inmaculados, los chicos del coro de la escuela 31 Islas Malvinas entonaron “Todavía cantamos” y “Yo vengo a ofrecer mi corazón”. Sacaron del bolsillo un pañuelo blanco y se cubrieron las cabezas en homenaje a las Madres de Plaza de Mayo, que lagrimeaban en primera fila. Los mensajes confluyeron ayer en la inauguración de tres pilares de hormigón con las leyendas Memoria, Verdad y Justicia que recuerdan que allí, en Campo de Mayo, la principal guarnición del Ejército Argentino, funcionó el mayor centro clandestino de detención de la última dictadura militar. Con el de ayer, ya son diez los centros de detención señalizados.

El acto comenzó con retraso por la demora de la ministra Garré. Para calmar la espera de una mañana caliente y húmeda, hubo murgas, trajes almidonados, abanderados, escoltas, fotos de desaparecidos, siluetas coloridas y pancartas de organizaciones sociales. “Tantas que es mejor no nombrar”, resolvió el locutor oficial, digno de Sucesos Argentinos.

Derotier de Cobacho manifestó su emoción por la presencia de cientos de chicos y remarcó: “Nuestro mensaje tiene que ir dirigido a los jóvenes: esto no lo podíamos decir hace un tiempo, cuando Madres y Abuelas estábamos muy solas”. “La memoria de nuestros hijos nos impulsa, pese a la edad y los escollos, a seguir reclamando ante una Justicia que sigue siendo esquiva”, lamentó. Admitió recordar “a muchos compañeros militantes populares, jóvenes pensantes que poblaron Campo de Mayo”. Con relativo optimismo concluyó que “vislumbramos un poco de justicia”.

En nombre de la comisión que impulsa la causa Campo de Mayo, que por tercer año consecutivo conmemora allí el aniversario del golpe, los sobrevivientes Eva Orifici y Antonio Fernández remarcaron que fue “uno de los mayores centros de tortura y exterminio del país”. Fernández manifestó su “orgullo y emoción” al ver a sus “alumnos portando la bandera de la patria”. Orifici destacó que “los niños tienen el derecho y el deber de saber”, lamentó que “encontramos a cada paso la herencia de la dictadura” y que pese a los tres años de trabajo “aún falta mucho: agilizar la causa, proteger a los testigos, buscar nuevos querellantes”. Cerró el mensaje con la “exigencia de cárcel común” a los procesados y la “urgente aparición con vida de Julio López”.

En nombre de la Secretaría de Derechos Humanos (SDH), también Luis Duhalde se dirigió a los pibes: el señalamiento “no tiene tanto sentido para quienes peinamos canas como para ustedes, sus hijos y nietos”. Resaltó que “no se puede separar la memoria del futuro. Si no aprendemos del pasado, no estaremos preparados para evitar que se repita”. Campo de Mayo “fue una gran máquina de matar por la que pasaron 5 mil personas. Fue tal la matanza que sabemos poco, porque hay pocos sobrevivientes y poco pudieron ver”.

El funcionario enfatizó que “no hay otro camino que la justicia”, recordó a jerarcas de Campo de Mayo, como el fallecido Carlos Suárez Mason o el general Santiago Riveros, para destacar que “por aquí pasaron también miles de oficiales durante la dictadura”, a quienes dirigió “un llamamiento”: “¿No oyeron los gritos de los torturados? ¿No se enteraron que al Pato Zucker lo fusilaron aquí? ¿No vieron a quienes se apropiaron de los bebés nacidos en cautiverio? Es hora de romper el pacto de silencio. Construir desde la memoria y la justicia es la única forma de que el pasado sea pasado. La ansiada unidad entre las Fuerzas Armadas y el pueblo sólo puede asentarse en el eje memoria, verdad y justicia”, concluyó.

La ministra Garré admitió que “transitamos con dificultades el camino de la justicia”. Destacó “la decisión política del ex presidente Kirchner de transformar la exigencia de justicia en política de Estado” y celebró que los procesos transcurren “con el debido proceso y el derecho de defensa”. Consideró a Campo de Mayo como “un lugar especialmente perverso por los miles de desaparecidos y su contenido de horror” y distinguió que “mientras la ESMA está en el corazón de la ciudad, Campo de Mayo parece escondido entre árboles”. Dijo sentirse “satisfecha” por la extradición del ex jefe de la Triple A, Rodolfo Almirón (ver página 10), por la reapertura de la causa por la Masacre de Trelew, y destacó su esperanza de que 2010 “nos encuentre con los procesos avanzados y la posibilidad de pensar una reconciliación en serio”.

El contingente de la SDH recibió un último mensaje antes de subir al colectivo que los devolvió al microcentro. Sobre la fachada descascarada del edificio de Correos y Telégrafos una mano terca modificó la leyenda de un esténcil que decía: “A los desaparecidos de ayer y de hoy. No olvidamos. No perdonamos”. Alguien eliminó ambas negativas.

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