Madres, padres, sobrevivientes y amigos de las víctimas de Cromañón realizarán una vigilia desde las 18 hasta la medianoche de mañana frente al Palacio de Tribunales. Habrá una flor por cada uno de los 194 muertos y una vela por cada par de zapatillas que dejó de andar las calles aquel 30 de diciembre, con el objetivo de “iluminar la verdad para impedir la impunidad”. Por la mañana del miércoles, las fotos, zapatillas y carteles decorarán las vallas policiales y una radio abierta recordará el pedido de justicia. Con la sentencia dictada, los familiares comenzarán desde allí una nueva marcha hacia el santuario ubicado a metros de la disco.
“Las vigilias caracterizan la manera en que los padres, madres, sobrevivientes y amigos esperamos cada decisión judicial y política sobre Cromañón y la sentencia del miércoles es un hito en la historia de esta lucha desigual contra los diversos poderes involucrados en la causa”, indicó Nilda Gómez, madre de Mariano Benítez. Y es por la lucha y el pedido de justicia que “tiene que haber una condena ejemplificadora para que nadie tenga que vivir lo que nosotros. Parte de uno se fue con los chicos esa noche”, señaló Marisa Gómez, madre de Gustavo Marchiano.
Convocado por la Articulación de Familiares, Sobrevivientes y Amigos de la Masacre de Cromañón –colectivo que reúne a las organizaciones de padres y sobrevivientes– el acto comenzará a las 18 sobre la calle Talcahuano, con la bandera que carga los rostros de las víctimas mirando hacia el edificio de Tribunales como escenario. Las velas y flores serán la ofrenda a la esperanza de justicia que marcha tras marcha gastó las zapatillas de quienes perdieron a un hijo, un amigo o un compañero de recitales.
Marcelo Santillán, músico y sobreviviente de Cromañón, cantará “Basta Ya”, un tema que ya se convirtió en himno de las vigilias y que recopila la voz de los familiares en estos cuatro años y medio de lucha. La música había convocado a Santillán aquel 30 de diciembre de 2004 a Cromañón para oír a Callejeros hasta que todo comenzó a arder. “Con mi presencia quiero darle valor a este juicio. El valor que necesita en un país que tiene problemas para recordar los hechos trágicos y en donde tiene que pasar una desgracia para comenzar a pensar en ellos”, aseguró.
Las velas seguirán ardiendo luego de que se reciten los nombres de los 194 jóvenes, los 11 padres y madres que fallecieron en los años siguientes a la tragedia y los sobrevivientes, pero el acto tendrá su fin alrededor de las 22 “porque muchos de los padres son abogados en la causa y los necesitamos concentrados, al pie del cañón, escuchando la sentencia”, explicó Nilda.
Al día siguiente, cerca de las 9, horas antes del fallo, una nueva convocatoria se concentrará sobre la entrada de Lavalle para colgar cientos de pares de zapatillas, fotos y carteles sobre el vallado policial que separará a los familiares que entren a escuchar la sentencia, de los amigos que se quedarán sobre la calle pidiendo “castigo a los culpables” a través de una radio abierta.
“Esperamos que realmente se haga justicia, para que puedan descansar en paz nuestros hijos. A nosotros nadie nos va a quitar el dolor, pero podremos sentir que se hace justicia por ellos y por los que vendrán. Sin justicia no cambia nada, los boliches siguen siendo lugares peligrosos, como tantos otros en los que no se protege a la juventud”, sentenció Marisa.
Más allá de la decisión final de los jueces, los integrantes de la articulación saben que la lucha no termina porque alguna de las dos partes llevará el caso a la instancia del Tribunal de Casación y por lo que los pedidos de justicia y las marchas continuarán en pie.
“Vamos a seguir pidiendo justicia porque no perdemos las esperanzas de que se condene a los responsables que fueron sobreseídos. Cromañón no tiene que ser un adjetivo calificativo para los hechos trágicos sino que tiene que servir para que las cosas vayan cambiando y el Estado cumpla su rol”, advirtió la madre de Mariano Benítez.
Por eso, una vez pronunciada la última palabra del tribunal, la primera acción del colectivo de padres y sobrevivientes será recoger los símbolos que sobre los vallados representaron la presencia de sus hijos y llevarlos en una marcha hasta el santuario ubicado a metros de la disco de Omar Chabán. “Es el lugar donde comenzó nuestro derrotero, donde nuestro hijos murieron por falta de atención y prevención. Pero también es un lugar santo en el que nos reunimos con los que allí quedaron. El único lugar donde no nos sentimos diferentes.”
Informe: Nahuel Lag.
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