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El país|Martes, 24 de noviembre de 2009

Con inspiración internacional

Por Gustavo Veiga

La “línea ética” no es un invento de la gestión macrista. El whistle-blowing o sistema de denuncias que funciona hacia adentro de las empresas, tanto públicas como privadas, significa algo así como “tocar el silbato” o “dar la voz de alarma”.

Se extendió como una práctica en sociedades comerciales de los Estados Unidos y Europa, especialmente después de una serie de escándalos financieros y de la caída del grupo Enron. El Congreso estadounidense aprobó en 2002 la ley Sarbanes-Oxley que impuso a las empresas nacionales y extranjeras un sistema que les permitiera a los trabajadores denunciar en forma anónima las maniobras dolosas de ingeniería contable o fraudes de cualquier tipo. En Europa, la ley SOX, como se la conoce, provocó más de un conflicto cuando se empezó a discutir una legislación análoga. Los sindicatos más combativos la compararon con las peores prácticas de delación practicadas durante la ocupación nazi en Francia.

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