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El país|Martes, 26 de abril de 2005

De puño y letra del Ciadi y el procurador

El particular cruce epistolar entre el procurador del Tesoro y el secretario general del Ciadi en torno del pedido de recusación de un juez de este último cuerpo, promete abrir una fuerte polémica. El caso del español Rigo Sureda, árbitro designado por el Ciadi para atender el conflicto entre Siemens y la República Argentina, puede sentar un antecedente que transforme la relación entre ese organismo arbitral dependiente del Banco Mundial y el país. A continuación, el texto íntegro de las dos cartas en las que quedó reflejada la controversia.



“DECISIÓN FINAL”

Estimado doctor Guglielmino:
Por este medio la Secretaría ha tomado nota de su disconformidad con la recomendación formulada por el Secretario General de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya respecto de la solicitud de recusación presentada por la República Argentina en contra del señor Andrés Rigo Sureda.
Al respecto, debo señalar que la recomendación formulada por el Secretario General de la Corte cumple plenamente con la práctica de esa institución, así como los usos internacionales en la materia.
Asimismo, la decisión es final y no cabe procedimiento de apelación. En cuanto al fondo del caso arbitral, el procedimiento ha sido reanudado conforme les fuese informado por nuestra carta a las partes de fecha 15 de abril del año en curso, por lo cual cualquier comunicación sobre el fondo del tema debería ser dirigida al Tribunal.
Sin otro particular, hago propicia la ocasión para reiterarle los sentimientos de mi especial consideración.
Atentamente,

Antonio R. Parra
Secretario General Adjunto
Centro Internacional de
Arreglo de Diferencias
Relativas a Inversiones



“UN COMPORTAMIENTO PERVERSO”

Estimado doctor Parra:
Lamento la nota que me ha enviado hoy. Es imposible entender que una decisión de naturaleza jurisdiccional sea considerada plena cumplidora de la práctica de la Corte Permanente de Arbitraje de La Haya, cuando carece de fundamentos o, si los tiene, no se los ponga en conocimiento de quien resulta perdidoso conforme esa decisión.
Más lamentable aún es notar que tanto usted como todos los funcionarios que conozcan este episodio antijurídico no se escandalicen ante una práctica imposible de superar en su arbitrariedad.
Se está formando en mí la convicción de que en estos tribunales internacionales no hay personas capaces de comprender que su rol no es el de negar el derecho de defensa a procuradores que, como yo, intentamos defender con nobleza jurídica, pretensiones económicas enormes de inversores, en representación de una Nación en crisis económica y social, con millones de seres humanos sumidos en la pobreza.
La Argentina se hace cargo de que ésa es su responsabilidad, pero no lo será que el drama se incremente por este perverso comportamiento de estos centros que ya no pueden llamarse de justicia, puesto que consideran adecuado no fundar decisiones de gran trascendencia.
Tenga en claro que no le pido, sino que le exijo conocer los nombres de todas las personas que han participado en este episodio tan desgraciado, dejando a salvo el suyo, porque ya lo conozco.
Es todo lo que voy a decirle por ahora, porque el estado de conmoción moral en que me encuentro no me alienta a seguir expresándome con prudencia. Usted se preocupará, supongo, por cómo me expresaré en los próximos días si considero prudente lo dicho antes, teniendo en cuenta que en los mullidos ámbitos internacionales se mide la prudencia por las formas y no por el contenido. Hace bien.
Señor Parra, no lo conozco a usted personalmente, pero me despido deseándole éxitos en el esfuerzo que deberá poner por llevar una vida más verdadera que aparente. Voy a intentar aportarle un elemento que lo ayude en esa empresa. Pregúntese quiénes están transformando en una grotesca ironía el slogan del Banco Mundial: “Por un mundo libre de pobreza”.
Cordialmente,

Osvaldo César Guglielmino
Procurador del Tesoro de la República Argentina

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