“Argentina tuvo muchos lugares de interrogatorios clandestinos. Pudieron haber cientos durante la mayor parte de la represión de la subversión”, afirma un telegrama de la embajada de Estados Unidos del 16 de agosto de 1979. Un mes antes de la llegada de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos el gobierno norteamericano había recopilado la existencia de, al menos, 25 lugares en los que se torturaba y se mantenía ilegalmente a prisioneros.
“El oficial de la embajada que ha intervenido en 170 casos de ‘derechos de opción’ (a irse del país) basado en lo que los prisioneros le contaron, especula con que en un momento cada centro de población de cualquier tamaño tenía un lugar de interrogación y detención.”
Algunos de los centros que estaban ya identificados son: la Escuela de Mecánica de la Armada, Campo de Mayo, Puente Doce (en el camino a Ezeiza), el rancho “La Armonía” (cerca de Arana, en los alrededores de La Plata) “Las Malvinas” (base aérea entre Quilmes y Avellaneda), “Banfield”, el batallón “Viejo Bueno” en Monte Chingolo, “La Perla”, en Córdoba . Otros sitios estaban identificados con menos precisión, como: “San Miguel”, “Bahía Blanca”, “Esquina de Paseo Colón y San Juan” (El Atlético) o “algún lugar cerca de Berazategui”.
“Después de algunas semanas, la posibilidad de que una persona que estuvo oculta aparezca perece haber declinado agudamente. Historias de anomalías abundan, pero el patrón descripto emerge de todas maneras”, escribieron los miembros de la embajada norteamericana en un extenso reporte sobre las cárceles clandestinas.