“DETRAS DEL SOL”, EL NUEVO FILM DE WALTER “ESTACION CENTRAL” SALLES
Lo primero es (matar a) la familia
El brasileño parece estar más atento al gusto global que a sus convicciones, en una historia compleja de odios generacionales y redención.
Por Horacio Bernades
El film transcurre en un ámbito salvaje, en que impera la intolerancia.
Producido por el estadounidense Arthur Cohn y distribuido en el mundo entero por la poderosa subsidiaria de Disney Miramax, Detrás del sol, el film más reciente de Walter Salles (realizador de la recordada Estación central), es un producto latinoamericano de exportación. No es que sea una mala película, pero sí la de un realizadorproductor que no por talentoso deja de filmar con el ojo puesto en el mercado global. Y se supone que, desde aquellos tiempos del boom latinoamericano, al espectador global le gusta ver un patio trasero exótico, semisalvaje y rural (exquisitamente fotografiado) donde imperan la intolerancia y la ley de la sangre. Un retrato del atraso que sea bonito de ver: algo de eso había ya en Estación central, y no otra cosa es Detrás del sol.
Basada en una novela del albanés Ismail Kadare, la película transcribe con habilidad esta clásica tragedia de familias enfrentadas a un territorio indeterminado del interior brasileño, a comienzos del siglo XX. Desde tiempos inmemoriales, los Breves y los Ferreira, clanes dedicados a la producción de caña de azúcar, sostienen una guerra de ojo por ojo y diente por diente, como en la Biblia. Al comenzar el film, el hijo mayor de los Breves ha sido asesinado por sus enemigos. La ley patriarcal dictamina que, cuando la sangre del muerto amarillee en su camisa (por efecto del sol que todo lo quema), el hermano que lo sigue deberá vengarlo. Y así sucesivamente, en un ciclo tan fatal como el de la luna, que cada vez que se llena pide –según interpretan ambos patriarcas– el precio de la sangre. Casi una convención de esta clase de películas, Detrás del sol está narrada por un inocente. En este caso, el hijo menor de los Breves, cuya vida parecería estar tan condenada que sus padres ni siquiera le han puesto nombre. Su mirada semivirgen le permite funcionar como “traductor” de este mundo salvaje, y a la vez como alter ego del espectador.
Aunque la geografía quemada y reseca pueda recordar el cinema novo de Vidas secas y la saga de Glauber Rocha, la exquisitez técnica de Walter Carvalho (el mismo iluminador de A la izquierda del padre) la visten de tonos saturados y de haces de luz tan penetrantes, que cada imagen parecería escapada de la revista Life o una edición de lujo de la National Geographic. La autoconciencia de Salles con respecto a lo que está narrando lo lleva a hacer foco sobre los círculos infinitamente descriptos por la yunta de bueyes que pone en motto perpetuo el molino casero de los Breves, sabiendo que esa circularidad funcionará como símbolo del fatal destino de ambas familias. De igual modo, el deseo del más pequeño por huir de ese círculo se ve expresado por sus frecuentes “vuelos” en una hamaca, que le permiten despegar de la condenada tierra de sus mayores.
Tanto hincapié simbólico y fotográfico no hace más que cargar a Detrás del sol de un lastre tan pesado como el que deben sobrellevar los castigados bueyes familiares. Allí aparece la otra convención de hierro de esta clase de historias: una metáfora de libertad, que se oponga a ese mundo de pura rigidez y repetición. En este caso se trata de una pareja deartistas trashumantes, que abrirá las anchas puertas del arte, la imaginación y el deseo a los hijos de los Breves. Como en una telenovela, la muchacha-equilibrista es tan morocha, bella y sensual como para atraer el ojo del espectador de shopping (aquí, Detrás del sol sólo se exhibe en shoppings). Como corresponde, al final la tragedia se impondrá sobre el ansia de liberación, dejando bien claro el mensaje de que no hay nada peor que la intolerancia. El mismo mensaje tiene una telenovela como “El clon”, para poner un ejemplo a mano. Pero “El clon” tiene la ventaja de la falta de pretensiones, esa conciencia clase B que está en las antípodas de un producto tan pensado y pesado como el de Walter Salles, empeñado en sacrificar su oficio en el altar del gusto global.
(Abril despedaçado) Brasil, 2002.
Dirección: Walter Salles.
Guión: W. Salles, S. Machado y K. Aïnouz, sobre novela de Ismail Kadare.
Fotografía: Walter Carvalho.
Intérpretes: José Dumont, Rodrigo Santoro, Rita Assemany, Luiz Carlos Vasconcelos, Flavia Marco Antonio y Ravi Ramos Lacerda.
Estreno del jueves en los cines Hoyts Abasto, Village Recoleta, Cinemark Palermo, P. Bullrich, P. Alcorta y Showcase Belgrano.