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Espectáculos|Miércoles, 16 de abril de 2003
EL MOVIMIENTO ARGENTINA RESISTE Y EL MATE PRESENTARON EN SOCIEDAD EL “TRIBUNAL DE LA CULTURA”

"En la Argentina, los políticos son indefendibles”

Un grupo de artistas teatralizó un juicio a la dirigencia nacional. El veredicto fue unánime: culpable.“¿Por qué reclamar ayuda para la cultura cuando faltan gasas en los hospitales?” se preguntaron. “Faltan gasas porque sobran alfombras en las financieras”, reflexionaron.

Por Karina Micheletto
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En el juicio, se “condenó” a la clase política a aprobar la ley de la cultura que presentará el MAR.
¿A quién le importa la cultura en la Argentina? A los artistas e intelectuales, por supuesto. Al público que los lee, los va a ver o a escuchar, claro, también. ¿A alguien más? ¿A los políticos o funcionarios que deciden sobre las políticas a seguir? Si es que a ellos les importa, ¿cuáles son las políticas culturales que lo demuestran? Un grupo de artistas, dramaturgos, periodistas, científicos e intelectuales, reunidos en el Movimiento Argentina Resiste (MAR) y en el Movimiento de Apoyo al Teatro (MATe), concretaron en el teatro Liceo el Tribunal de la cultura. Juicio oral y público a la clase política. La puesta en escena fue ficcional, pero los argumentos, bien reales. Los acusados: los políticos argentinos. El cargo: desinterés cultural, por indiferencia e ignorancia. Allí estaban, como en las películas estadounidenses de juicios, el juez con su martillo (Osvaldo Bonet), los fiscales (Juan Carlos Gené y Graciela Duffau), los defensores (Raúl Rizzo y Virginia Lago), los integrantes de un jurado presidido por el periodista Eduardo Aliverti en la tribuna. Y los testigos –reales y ficcionales– que iban pasando para probar el cargo o defender a los acusados. Contra todos los pronósticos, la defensa no se dedicó a defender a sus defendidos. “Los políticos argentinos son indefendibles”, explicó, y arrancó aplausos de la sala llena. En cambio, peleó por declararlos “inimputables”: según su argumento, los artistas también tienen su cuota importante de responsabilidad, porque, salvo excepciones, no hacen nada para modificar la realidad. El dictamen llegó sobre el final: por unanimidad, el jurado encontró culpable a la clase política argentina, y la condenó a aprobar la ley general de la cultura que presentará el MAR (ver recuadro). Pero también acusó a los artistas de “individualismo y soberbia en su vínculo con los políticos”, y los condenó a “encontrar espacios de unidad y de acción” para lograr la sanción de la ley.
Desde los palcos, un coro a la manera del teatro griego comenzó situando el problema. “Venimos con el objetivo de conmover la desidia y la indiferencia de las clases dirigentes, de los candidatos y de los futuros gobernantes hacia la cultura”, comenzó Alejandra Boero. “Hubiéramos preferido que la sesión se realizara en alguna de las instituciones formales de la República y que nos escucharan aquellos que se turnan en las decisiones que nos afectan a todos”, siguió Patricio Contreras. “Pero lamentablemente la mayoría de nuestros políticos, incluidos los de la franja progresista, no escuchan, limitados por un presunto pragmatismo, por la creencia de que los artistas, por definición, se alejan de la realidad”, completó la actriz María Figueras. Así, tres generaciones de actores se unieron en el reclamo. En otro palco, el coro se completaba con los actores Ana María Casó, Lucrecia Capello, Ana Ferrer y Norberto González.
Algunos de los testigos citados volvieron del más allá. Hermann Göering, ministro de Aviación y lugarteniente de Hitler, personificado por Pepe Soriano, defendió la frase que lo llevó a la historia: “Cada vez que escucho la palabra cultura, me llevo la mano a la pistola”. Y Jorge Luis Borges (Walter Santa Ana), a quien se le preguntó si algún presidente leyó alguno de sus libros: “¿Por qué me van a leer a mí? Los presidentes leen a Sócrates”, contestó el escritor. Otros vinieron de por acá. La socióloga Alcira Argumedo explicó la importancia del arte desde que existe la humanidad, y la forma en que se lo ataca sistemáticamente: “Ahora tenemos miles de años devastados por estos Halcones del petróleo y los armamentos. Y piensen que lo hacen en nombre de la civilización”, advirtió. También prestó juramento el diputado Luis Brandoni, entre aplausos y silbidos del público. Por último, subió el ex secretario de Cultura Julio Bárbaro, a quien no alcanzaron los abucheos del clima “que se vayan todos” que sobrevolaba la sala, quizás por ostentar la condición de “ex”.
Los medios de comunicación también tuvieron su momento de crítica. El joven periodista Kane (Juan Manuel Gil Navarro) va dictándole por teléfono a su jefe (Ulises Dumont) la data de lo que va pasando. “¡Jefe, los artistas acusan a los políticos de indiferencia e ignorancia en el tema de la cultura!”, le dice entusiasmado. “Los artistas hacen justicia... los jueces hacen política... los políticos hacen teatro... ¡Qué país de mierda!”, rezonga el jefe. Cuando sabe que está declarando Göering le pide a Kane que saque historias, detalles jugosos, que le cuente entre otras cosas a cuántos judíos mató, que le haga decir que mató a Ana Frank. “Seis millones no dicen nada. Ana Frank lo dice todo. El lector quiere detalles, ¿no se lo enseñaron en la escuela de periodismo?”, le grita. De Borges, le pide que no se pierda los chistes. Y deja bien en claro que no piensa publicar nada que ataque a algún anunciante o que comprometa políticamente al diario.
El Tribunal de la cultura reveló algunas cifras para tener en cuenta. Por ejemplo, que los estados provinciales destinan a la actividad cultural un promedio de 0,22 por ciento de sus presupuestos. Y que la mitad de esta cifra va para los sueldos del personal. La provincia de Buenos Aires invierte en cultura 0,18 centavos cada cien pesos. San Luis, 0,29. La Rioja, 0,17. Formosa, 0,05. “Nos dicen: ¿por qué reclamar ayuda para la cultura cuando faltan gasas en los hospitales? No es esa la disyuntiva. Faltan gasas en los hospitales porque sobran alfombras en las financieras”, se deja en claro en el juicio.
Además de los más de cincuenta artistas e intelectuales que participaron de la obra, entre el público estuvieron presentes Madres de Plaza de Mayo, actores y escritores y representantes de la política. La diputada de Izquierda Unida Vilma Ripoll, la legisladora de la ciudad Marta Oyhanarte, el actor Edgardo Nieva (Gatica en el film de Leonardo Favio), colaborador de Gustavo Beliz, colaboradores de Elisa Carrió y María José Libertella, ex participante del reality de América “El candidato de la gente”. Ninguno de los tres candidatos peronistas estuvo representado.
Sobre el final, todos los participantes se unieron en una postura común: “Estaremos siempre hasta que la cultura sea entendida como un derecho de las mujeres y de los hombres que aspiran a vivir en una comunidad civilizada”, aseguraron.

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