Actores reconocidos de su generación, Estévez y Vena cuentan con una vasta experiencia profesional, entre la TV y el teatro, más alguna aparición cinematográfica en el medio. “Soy de elegir mucho los papeles”, aclara Estévez. “De hecho, me agarré de esta obra y de Ay Juancito para no volver a la TV. Después de cuatro años de TV ininterrumpidos, había perdido el disfrute de la profesión”, confiesa. Estévez explica por qué los actores se refugian en el teatro: “La TV es la única industria artística nacional: uno siente que no deja de integrar un medio cuyo objetivo es la ganancia y lo que vale es lo que vende. En cambio, aun cuando hay obras que son puramente un negocio, el teatro es más cálido. Hay una atracción vocacional. Uno prefiere el teatro por la expresión creativa, por el hecho vivo: de una función se sale con una energía que no se logra luego de un día de grabación”. Vena dice que “es muy difícil vivir de la profesión si no es a través de la TV. El actor nunca se termina de ir del teatro, porque es el lugar donde generó su esencia: siempre estás llegando. Es fácil perder el amor por el oficio en TV o en el cine, donde te dicen dónde tenés que pararte y cuándo hablar para no perder el encuadre. El teatro te cura, es terapéutico y tenés una devolución inmediata. Es más noble. Puedo abandonar todo por el teatro, pero no haría lo mismo por la TV o el cine”.