A la hora de “dibujar” las ausencias de Susana Rueda y Luis Barrionuevo en la reunión de ayer con Néstor Kirchner, los sindicalistas encontraron un singular argumento: ninguno de los dos tiene una silla reservada en las reuniones del Consejo del Salario y por lo tanto no era necesario que estén con el Presidente para hacer planteos sobre, por ejemplo, las remuneraciones en el sector privado. Se trató, claro, de un argumento maniqueo. Rueda se autoexcluyó del Consejo del Salario precisamente porque sus colegas habían fomentado la omnipresencia de Barrionuevo en todos los ámbitos decisorios de la CGT. Y que ayer no haya estado en la Rosada tiene que ver con el “vacío” que ahora le aplican como castigo por sus rebeldías y sus quejas mediáticas. El caso del gastronómico es distinto. Barrionuevo fue elegido para integrar el Consejo del Salario, aunque decidió no poner allí su humanidad a pedido del Gobierno por sus pública diferencias con Kirchner. Y si bien es muy probable que lo mismo haya sucedido ayer, desde hace días que está recluido reponiéndose de un pico de presión que lo encontró internado el lunes en el Sanatorio Güemes.