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Sociedad|Sábado, 26 de octubre de 2002
LA FAMILIA SIGUIO NEGOCIANDO CON LOS SECUESTRADORES DE ANTONIO

La actuación más difícil de Echarri

El actor encabeza las negociaciones. Los secuestradores estarían pidiendo unos cien mil dólares de rescate por su padre.

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El frente de la casa de los Echarri, en Villa Dominico, copado por los medios.
Nuevas comunicaciones con los delincuentes, mucha tensión y hermetismo fueron las marcas que destacaron el segundo día de secuestro de Antonio Echarri, padre del actor Pablo Echarri. Las negociaciones seguían ayer encabezadas por Pablo, mientras que las autoridades policiales insistían en que la familia no había realizado denuncia alguna. Una nutrida guardia periodística aguardaba novedades en el frente del chalet de Pico 911, en Villa Dominico, donde viven los padres del actor. Trascendió que la suma exigida rondaría los cien mil dólares, aunque allegados a la familia sostuvieron que se trataba de una cifra “muy inferior”. Las mismas fuentes aseguraron que existe total disposición de Pablo Echarri por pactar con lo exigido y lograr la liberación de su padre. Preocupa, en especial, la salud de Antonio, que hace unos meses sufrió un preinfarto, pasa por permanentes picos de presión y diabetes, y está obligado a tomar sus medicamentos. La angustia se alimentaba en que el último llamado de los secuestradores había sido realizado durante la mañana.
Hasta anoche, el secuestro de Antonio Echarri, de 66 años, no presentaba novedades, pero era notorio el nerviosismo entre los amigos de la familia debido a los dilatados silencios por parte de los secuestradores. Según informaron fuentes cercanas al caso, la banda realizó sólo tres llamados desde las 6 de la mañana del jueves pasado, cuando Echarri padre fue arrancado de su kiosco de diarios, en Suárez y Gutiérrez, Avellaneda Este, y obligado a subir a un automóvil. La primera señal de que el hombre había desaparecido fue advertida por uno de los proveedores que llegó al kiosco, que estaba abierto, pero sin su propietario. Según fuentes cercanas al caso, un vecino del barrio Crucecita, donde se encuentra el kiosco, fue el único testigo que presenció el secuestro. La primera llamada ocurrió poco después. Por la noche se registró otra comunicación. Y ayer, alrededor de las 8 de la mañana, volvieron a llamar.
En la primera comunicación una voz masculina soltó una amenaza concreta: “Si vemos rondar un solo policía, le pegamos un tiro en la cabeza”. La amenaza parece haber surtido efecto, ya que la familia no realizó denuncia alguna. “No estamos trabajando en el caso –aseguró el jefe de la Brigada Antisecuestros de la Bonaerense, Angel Casafús–. La policía no puede intervenir ya que los familiares de la víctima mantienen un total hermetismo y hasta este mediodía no denunciaron oficialmente el hecho”. De todos modos, se pudo confirmar que ante la falta de denuncia intervino de oficio el juez federal platense Manuel Blanco y la Dirección de Investigaciones Complejas de Lomas de Zamora.
Desde el primer momento Pablo Echarri, acompañado por su pareja Nancy Duplaá, decidió encabezar las negociaciones. La exigencia rondaría los 100 mil dólares, aunque allegados a la familia lo desmintieron. “Primero pidieron esa suma, pero después se habló de una suma mucho menor”, aseguraron. Desmintieron además que amigos del actor estuvieran realizando una colecta para reunir el dinero del rescate.
La laguna de silencio de parte de los secuestradores aumentó la dosis de angustia y nerviosismo. “Hay mucho miedo, mucho hermetismo y mucha presión”, aseguró José Di Carlo, primo de Antonio. También desmintió que se negociara sobre una suma de 100 mil dólares. “Pablo no es un actor que gane tanta plata y su familia es de trabajo”, aseguró Di Carlo. “Le pido al Gobierno y a los legisladores que no miren para otro lado, que corten esto. Yo vivo en Sarandí y es el far west”, agregó.
Mientras se aguardaban nuevas comunicaciones, el hermetismo llegó a tal punto que Pablo y Nancy debieron realizar complicadas maniobras cruzando techos y terrazas para lograr salir sin ser abordados por los medios, concentrados sobre la puerta del chalet de Pico y Agüero, de Villa Dominico. La angustia por la suerte de Antonio aumentaba con el correr de las horas.
La mayor preocupación familiar se concentraba en su salud endeble: en mayo, tras un frustrado asalto, Antonio sufrió un preinfarto que lo obligó a internarse en el Hospital Fiorito y luego en la clínica porteña SantaIsabel, donde permaneció en terapia intensiva alrededor de diez días. Además, sufre permanentes picos de presión y es diabético, por lo que está obligado a tomar medicamentos. Este año, además, falleció su madre, María Isabel, abuela de Pablo, por lo que su estado anímico es delicado.

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