Unos 3500 efectivos militares más 35.000 policías custodian Río de Janeiro, en el inicio de los desfiles de carnaval. El despliegue es para prevenir nuevos ataques de los comandos narcos.
Al color del carnaval se contrapone la presencia de soldados fuertemente armados.
¿Qué es lo más opuesto al carnaval?: una ciudad militarizada, contestarán muchos. En ese paradójico clima comenzó ayer en Río de Janeiro el desfile de las escolas de samba. Unos 35.000 agentes policiales y 3500 efectivos militares con armamento pesado custodiaban la ciudad, convocados a partir del “lunes negro” de la semana pasada, cuando comandos del narcotráfico quemaron decenas de vehículos y obligaron a comerciantes a cerrar sus establecimientos. Ello no impidió que, en el Sambódromo, ante decenas de miles de espectadores, las carrozas de las principales agrupaciones iniciaran sus desfiles, donde los cuerpos desnudos y las coreografías deslumbrantes se aplican a narrar, en versión popular, pedazos de la historia brasileña: anoche una escola recordaba los orígenes del teatro en Brasil, otra contaba la historia de la bohemia en Río y otra trazaba el perfil del mítico Zumbi, que encabezó una rebelión de esclavos.
El despliegue de seguridad de estos días no tiene precedentes en Río de Janeiro. Desde el miércoles pasado, la gobernadora Rosinha Matheus puso en las calles a prácticamente todos los agentes de las policías civil y militar y de la guardia municipal en la que denominó “Operación Río Seguro”. Además, 3000 soldados de las Fuerzas Armadas, con vehículos blindados y armamento de guerra, custodian los puntos estratégicos de la ciudad.
El operativo se lanzó en respuesta a los graves incidentes registrados el lunes, cuando, desde la madrugada hasta el anochecer, grupos armados que responden al narcotráfico sembraron el terror en 22 barrios de la ciudad; atacaron edificios en Copacabana e Ipanema con ráfagas de metralla y bombas molotov; amenazaron a comerciantes para obligarlos a cerrar sus locales; causaron el cierre de bancos y escuelas, amedrentaron a los turistas, quemaron 32 vehículos y dejaron por lo menos 13 víctimas con quemaduras graves cuando incendiaron un ómnibus con los pasajeros adentro.
Los desmanes coordinados fueron atribuidos al grupo del crimen organizado Comando Vermelho, dirigido por Fernando de la Costa, detenido en una cárcel de Río donde hacía unos días le habían sido suprimidos beneficios especiales.
La gobernadora de Río de Janeiro, Rosinha Matheus, solicitó al gobierno central el envío de fuerzas militares. El presidente de Brasil, Luiz Inacio Lula da Silva, accedió al pedido y envió 3500 efectivos del ejército que se unieron a la “Operación Río Seguro”.
Ayer la gobernadora Matheus sostuvo que el operativo “se mantendrá mientras sea necesario. Si los traficantes de drogas enfrentan a la policía, se arriesgan a morir. Si es eso lo que quieren, así será. Habrá choques armados y, si alguien debe morir, que así sea”.
La funcionaria señaló que “tenemos un acuerdo con el alcalde de Río para que la Guardia Municipal vigile comercios y ciertas áreas especiales durante el Carnaval, pero, independientemente del Carnaval, la policía sigue en las calles. Los bandidos están insatisfechos con el fin de los privilegios en las prisiones”. Matheus destacó que, a diferencia de lo sucedido en setiembre del año pasado, los narcos no lograron paralizar la ciudad por completo: “Ellos querían cerrar todo el comercio durante la semana y no lo consiguieron”.
Entretanto, Fernando de la Costa, a quien se acusó de dirigir mediante teléfonos celulares los desmanes del lunes, fue trasladado a otra prisión, en el estado de San Pablo, cuyo gobernador anticipó que no está dispuesto a custodiarlo durante más de 30 días. Brasil no dispone de prisiones federales en condiciones de retener a este preso.
Bajo estas circunstancias se encendieron ayer las luces del Sambódromo, esa avenida con tribunas para 60.000 espectadores donde cada escola de samba ingresa con su grito característico. El jurado, mediante la puntuación de diez ítem, decidirá la lucha por el campeonato.
De la partida fueron los Académicos de Santa Cruz, una de las campeonas del año pasado, cuyo espectáculo consistió en un homenaje al teatro brasileño y a las grandes figuras de su historia. Luego se hizo presenteAcadémicos de Salgueiro, que, con 4500 integrantes, es una de las mayores escolas de Río y cumple 50 años de existencia: su desfile consistió en una antología de sus espectáculos anteriores.
Académicos do Grande Río anunció que su espectáculo consiste en un homenaje a la naturaleza brasileña; después, Unidos de Viradouro relató la historia de Bibi Ferreira, cantante y diva del teatro; Caprichosos de Pilares prometía narrar la historia de Zumbi, esclavo africano que encabezó una rebelión en el nordeste brasileño. La primera noche de desfiles se cerraría con Portela –la que ha conseguido el mayor número de campeonatos–, con la historia de la célebre plaza de Cinelandia, lugar emblemático de la bohemia carioca.