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Sociedad|Jueves, 17 de julio de 2003
LA MASTURBACION PREVIENE EL CANCER DE PROSTATA

Una terapia siempre a mano

Una investigación de científicos australianos, publicada por “New Scientist”, revela que a mayor autoerotismo varonil, hay menos probabilidades de contraer cáncer de próstata. El debate local.

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La eyaculación evita que los agentes cancerígenos se
acumulen en la próstata.
Cada vez más lejos de aquellos mitos adolescentes, que hablaban de una posible ceguera o una calvicie prematura en casos de masturbación exagerada, ahora los científicos aseguran que, por el contrario, el íntimo ejercicio manual practicado por los hombres, cuando lo hacen más seguido y desde más jóvenes, disminuye el riesgo de contraer cáncer de próstata. Así lo revela un estudio realizado recientemente por científicos australianos, publicado en la última edición de la revista inglesa New Scientist. Un especialista argentino, consultado por este diario, explica por qué la masturbación es una práctica saludable, mientras que otro relativiza el resultado de la investigación.
Las conclusiones fueron obtenidas por un grupo de científicos del Consejo del Cáncer Victoria, de Melbourne, dirigidos por Graham Giles, quienes estudiaron las prácticas sexuales de 1259 hombres sanos y 1079 enfermos de cáncer de próstata de entre 20 y 50 años. A partir de la comparación de los datos obtenidos por ambas encuestas, los especialistas establecieron que “quien eyacula con una frecuencia mayor a 5 veces por semana en su juventud, reduce en un tercio los riesgos de enfermar de este tipo de cáncer, el más frecuente entre los hombres”.
El argumento principal es que la eyaculación evita que los agentes cancerígenos se acumulen en la próstata. “Mientras más se lavan los conductos, menos sustancias quedan allí que puedan dañar el órgano”, asegura Giles. Además, según el mismo estudio, esta actividad estimularía la maduración de las células prostáticas, haciéndolas menos susceptibles de ser atacadas por los agentes cancerígenos.
En esa explicación coincidió el médico sexólogo argentino León Gindin, quien señaló que “hay una lógica en esa afirmación desde el momento en que la próstata es un órgano que, como tal, queda estancado si no se usa”. “Por esto –aseguró– es lógico que tanto la masturbación como el coito sean saludables. El ejercicio de la sexualidad siempre es bueno para la salud mental y psíquica.”
Por su parte, el jefe de Urología del Hospital Fernández, Roberto Barcigalupo, dudó que pueda establecerse una relación entre el cáncer de próstata y la masturbación al considerar que esta enfermedad “tiene una carga genética muy importante y está comprobado que los hijos de estos pacientes tienen hasta seis u ocho veces más posibilidades de contraerla”.
La conclusión del equipo de Melbourne contradice estudios anteriores que sugerían que los riesgos de contraer cáncer de próstata aumentan en un 40 por ciento en aquellos hombres que tienen mayor actividad sexual y más cantidad de parejas. Sobre esto, el director de la investigación explicó a New Scientist que aquellos primeros estudios medían la actividad sexual por la cantidad de relaciones sexuales mantenidas con otra persona y no por el número de eyaculaciones, que es lo que se consideró en el último trabajo.
El equipo de Giles estimó que cuando se trata de una relación sexual son mayores los riesgos de infecciones, hecho que podría aumentar la probabilidad de generar enfermedades, entre ellas, el cáncer de próstata. “Nosotros disolvimos esa asociación. Consideramos que las eyaculaciones producidas por la masturbación son aún más eficaces en su efecto protector que el resto de las eyaculaciones”, argumentó Giles.
Lo que los especialistas dicen haber establecido con seguridad es que el uso habitual de la próstata funcionaría como protector contra el cáncer. Una conclusión semejante a la obtenida recientemente por un estudio sobre cáncer de mama que demostró que la lactancia reduce el riesgo de que las mujeres padezcan esta enfermedad, al eliminarse del tejido mamario las sustancias potencialmente cancerígenas.
Aquella investigación tuvo la ventaja de que no debía cuidarse de “la exageración machista”, una variable que Giles reconoce que pudo afectar las respuestas de los hombres sobre sus hábitos sexuales. A pesar de eso, el científico australiano defendió su trabajo y adujo que esas posibles mentiras no modificarían los resultados, ya que las preguntas sobremasturbación son tan susceptibles de la exageración machista como las que se refieren, por ejemplo, al número de parejas.

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