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Sociedad|Jueves, 26 de agosto de 2004

El Polaco tiene plaza propia en el corazón de su barrio

El domingo se inaugura el Paseo Roberto Goyeneche, en Saavedra. El lugar es parte del proyecto Plazas Caracterizadas, que incluye a otros nueve espacios.

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Una representación de Goyeneche, acodado en la barra del bar La Sirena, de Villa Urquiza.
“El Polaco ya estaba en cama, golpeado por su enfermedad. Pero esa noche se iba a levantar porque le hacían un homenaje en el San Martín y él mismo iba a actuar. En el teatro lo presentaron con bombos y platillos, pero él no salía a escena. Mi hermano, preocupado, fue corriendo a ver si le había pasado algo. Cuando llegó al camarín, el Polaco estaba escuchando –con el mismo fanatismo de siempre– el partido de Platense. ‘No me lo puedo perder, ni bien termine voy a cantar’, le dijo a mi hermano cuando abrió la puerta.” El Polaco es Roberto Goyeneche y la anécdota, contada por un viejo amigo, es una de las tantas que refleja las dos grandes pasiones de este cantor, el tango y el fútbol. Mañana se cumplen 10 años de su fallecimiento y el aniversario dio pie para la inauguración, el próximo domingo, del Paseo Roberto “Polaco” Goyeneche, ubicado en su barrio, Saavedra. En el evento actuarán Adriana Varela, Horacio Ferrer y Javier Calamaro, entre otros. Tampoco faltarán quien fuera su esposa y sus dos hijos, uno de ellos, cantor de tangos, como su viejo.
El nuevo paseo público estará dividido en espacios que homenajean la vida de Goyeneche: uno estará dedicado al tango y otro a Platense. Tampoco faltará el que lo recuerde como conductor de la línea 219 de colectivos. Es que tal como contó a este diario la viuda del cantante, Luisa Goyeneche, “le costó mucho hacerse conocer, no era fácil, y había una casa que mantener”. Nacido el 26 de enero de 1926, el Polaco hizo su paso inaugural por la escena a los 15 años. Pero no fue en un teatro o un club de barrio: comenzó a desplegar su voz en el escenario de un cabaret, junto con la orquesta que dirigía el violinista Raúl Kaplún. Luego, sin embargo, se alejó del ambiente tanguero para volver a acercar su voz áspera al micrófono, definitivamente, a finales de los ’50.
Hoy, sus vecinos de Saavedra lo recuerdan como un “tipo macanudo” que nunca se olvidó del barrio y que se jactaba de apadrinar el Centro para la Participación Solidaria (Cepas), ubicado al lado del paseo que se inaugurará el domingo. La plaza, situada en la esquina de Tamborini y Donado, evocará en cada uno de sus rincones al cantor de Garúa: con pintadas temáticas, fileteados con citas de Goyeneche y fragmentos de los tangos que entonó durante decenas de años. Este espacio contará, además, con la escenografía del bar La Sirena, el bar de Villa Urquiza del que era habitué, con una escultura a escala humana del Polaco, uno de los asiduos visitantes del lugar. Allí se lo ve acodado en la barra a punto de tomar su infaltable Hesperidina. En esa misma escenografía, realizada por Paula Franzi, se encuentra Antonio, el hombre que aún atiende la barra de La Sirena.
Durante la inauguración del paseo, reformado por el Programa de Cultura Comunitaria del gobierno porteño, actuará uno de los dos hijos del Polaco, Jorge Goyeneche, además de Esteban Morgado, Luis Filippelli, Lucho Repetto y Juanjo Domínguez. Este espacio pertenece al proyecto Plazas Caracterizadas de la ciudad, que incluye la remodelación de diez espacios verdes. La primera se inauguró en julio último, en homenaje a Enrique Santos Discépolo y las próximas recordarán a Roberto Arlt y Rodolfo Walsh. “Esta inauguración es un homenaje a uno de nuestros más queridos y admirados cantores de tango, una figura entrañable. Y lo hacemos en Saavedra como seguramente el Polaco lo hubiese querido, en el corazón de su patria chica”, enfatizó el jefe de Gobierno porteño, Aníbal Ibarra.
No son sólo sus amigos o vecinos los que lo recuerdan. Su esposa, Lúa –cómo él solía llamarla–, asegura: “Todavía no le perdono que se haya ido. Lo recuerdo con amor y con orgullo porque fue un gran hombre, un gran compañero”, dice la mujer. Sus 75 años no le impidieron a Luisa estar detrás de cada detalle del nuevo paseo: “Desde el comienzo de la obra –hace unos dos meses– me consultaron todo lo que se iba haciendo. Y la verdad es que quedó muy linda”. El espacio reúne las pasiones del artista, aunque habría lugar para una más: “En la terraza de nuestra casa llegamos a tener unos 400 pájaros. A Roberto le encantaban”, cuenta Luisa. Antes de grabar, en 1960, su primer simple como solista, el Polaco actuó junto a la orquesta de Aníbal Troilo. Pichuco fue incluso quien lo bautizó con su sobrenombre: “Nunca había visto un cantor de tangos que fuera rubio, y menos aún, que cantara y lo hiciera bien”, dijo Troilo, su entrañable amigo, cuando lo conoció. Muchos recuerdan hoy al Polaco como un tipo que no se caracterizó por lo conservador, sino por lo abierto a nuevas tendencias. Goyeneche disfrutaba justamente de las nuevas experiencias: “Para conocer la noche hay que mamarla”, decía. Quizá por el afán de lo novedoso fue que decidió compartir el canto con el cine. En 1987 debutó en Sur, de Pino Solanas. Y en su papel fue tan ovacionado como aquella noche en el San Martín, en la que después de terminar el partido de Platense salió a escena para recibir el aplauso de su público.

Informe: Maricel Seeger.

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