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Sociedad|Miércoles, 3 de noviembre de 2004

Una muestra de inventos en busca de mejorar la vida en la ciudad

“Buenos Aires Inventa” exhibe desde una parada de colectivos inteligente hasta una pinza para juntar caca de perro.

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Alberto Francia, un invento para limpiar las veredas porteñas.
Parece ser una obsesión no sólo de los vecinos porteños, sino también de los inventores: una gran parte de las creaciones presentadas en la primera edición del concurso “Buenos Aires Inventa” consistió en distintos adminículos destinados a la recolección de los “deposiciones de animales domésticos”. El férreo interés por “despejar” el paso de los peatones en la ciudad –que desde hace años permanece entre las principales quejas de los porteños– tuvo sus resultados: el segundo premio otorgado en el concurso fue para el creador de una pinza recolectora y embolsadora de estos desechos. Este y otros cinco inventos ganadores serán exhibidos desde hoy al 14 de noviembre en el centro de exposiciones El Dorrego, en Palermo. El primer premio, cuyo autor ganó 5000 pesos, consiste en una parada de colectivos inteligente para incapacitados visuales y motrices.
“Por lo menos, el 15 por ciento de los inventos que concursaron eran elementos para recoger los desechos de los animales”, afirmó uno de los organizadores del concurso, realizado por la Universidad de Buenos Aires y el gobierno porteño, en el marco del festival de ciencias “Buenos Aires Piensa”, que también comienza hoy. “Es algo totalmente necesario, durable y de bajo costo”, señaló Alberto Francia, autor de esta creación que busca evitar un mal momento para los vecinos. El invento obtuvo el segundo lugar porque, además de que la pinza recolectora está bien hecha, es la “más económica” de todas las presentadas, explicaron los organizadores del concurso, quienes indicaron que, en este caso, el premio fue de 3000 pesos. “Estaba pasando por una gran depresión por falta de trabajo y esto me vino bárbaro”, admitió Francia, que de chico lo llamaban Pardal, el inventor de una conocida tira de la década del ’60.
El primer puesto del certamen fue otorgado a Daniel Núñez, creador de una parada inteligente de colectivos para personas con incapacidad visual o motriz. De hecho, el mismo autor de este invento tiene una disminución en sus ojos del 89 por ciento. La parada mide aproximadamente unos tres metros y en su parte superior posee una suerte de cartel con las líneas de los colectivos. Cuando está encendida, cada número de la línea tiene potentes luces intermitentes que sirven de indicadores para los colectiveros, mientras una voz avisa que la parada está prendida. A un metro y medio del piso, tiene una botonera para cada línea, con sistema Braille para las personas no videntes. El encendido puede ser programado de acuerdo con la frecuencia con la que pasa el colectivo.
“La noticia de que había ganado me sirvió para ratificar que este proyecto es necesario, útil y viable. Además, genera fuentes de trabajo y abre las puertas a un nuevo negocio”, sostuvo Núñez. El inventor desarrolló la parada “hace poco más de tres años, pero en Argentina no prosperó. En España, en cambio, las empresas municipales de transporte de Madrid y Barcelona están interesadas en el proyecto”, contó a Página/12. Hoy, existe una parada colocada en el cruce de las avenidas Del Libertador y Pueyrredón, frente a la Facultad de Derecho, pero desde hace casi un año el sistema está desactivado.
En algún punto, el tercer premio no desentona con la pinza recolectora de desechos de animales, que obtuvo el segundo galardón. Se trata de un sistema “para disposición de desechos humanos”, más comúnmente conocido como la chata o el papagallo, pero elaborados con material descartable. Una vez usado, “son llevados a una máquina destructora, que posee un caño que conduce directamente a las cloacas”, explicó Mario Toia, el autor de esta creación, por la que obtuvo el premio de mil pesos. “Estos elementos se hacen con diarios y guías de teléfono. Es totalmente ecológico porque no contamina”, afirmó Toia, quien comenzó a idear hace ocho años este invento, después de tener a su madre internada durante un largo tiempo.
El concurso contempló creaciones de todo tipo: uno de los inventores presentó una cigarrera que sólo dejaba sacar un cigarrillo cada una determinada cantidad de tiempo programable. El objetivo: fumar menos. Al certamen también llegaron cestos antivandalismo y hasta una máquina expendedora de diarios y revistas. La consigna de todas las creaciones presentadas era resolver algún problema cotidiano de la ciudad. El jurado fue presidido por el rector de la Universidad de Buenos Aires, Guillermo Jaim Etcheverry, e integrado por Adrián Paenza, Leonardo Moledo (editor del suplemento Futuro/12 de este diario), Pablo Jacovkis, Diego Golombek, María Cristina Alvarez y Margarita Gutman.
Además de los tres premios ganadores, en el centro de exposiciones El Dorrego, ubicado en Dorrego y Zapiola, en Palermo, serán exhibidos los tres inventos que obtuvieron menciones. Uno de ellos consiste en una rueda de bicicleta “autoparche”, que posee una doble cámara para que, en caso de que se pinche la rueda, se infle la otra cámara que está dentro y se pueda llegar a destino. Las otras dos menciones constan de una morsa de forma curva que sirve para ajustar caños, y de un pistón rotativo pendular ecológico, ya que no necesita aceite para funcionar.

Informe: Maricel Seeger.

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