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Sociedad|Lunes, 19 de diciembre de 2005

Cuando los fantasmas de Cromañón se tornan pesadillas insoportables

Un sobreviviente de Cromañón intentó suicidarse ingiriendo una sobredosis de calmantes. Es la tercera vez que lo intenta. Denuncian que la atención del gobierno porteño es escasa.

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Las banderas del grupo Callejeros aparecieron de improviso ayer por la tarde en el Obelisco.
Uno de los sobrevivientes del incendio de Cromañón intentó suicidarse en la noche del sábado tomando dos blisters de las pastillas tranquilizantes que le había recetado su psiquiatra. Un lavaje de estómago practicado a tiempo le salvó la vida. Se trata de Ezequiel Denós, de 24 años y con dos hijas de seis, que ya había pasado por una situación semejante en otras dos ocasiones. El 30 de diciembre de 2004 logró salir con vida del boliche de Once, pero su mejor amigo, Martín, no pudo. Según reveló a Página/12 su madre, Cristina, la ausencia de su amigo, la imposibilidad de trabajar debido a su estado psicológico y la incertidumbre del futuro fueron los desencadenantes de lo que ocurrió el sábado. Para su abogado, Fernando Soto, se trata de “un caso emblemático” que muestra “la insuficiencia de la atención que reciben los chicos por parte del gobierno de la Ciudad”.
Como para cualquier sobreviviente, la vida después de Cromañón no es la misma para Ezequiel. Ya en febrero pasado, las pesadillas causadas por el estrés postraumático lo empujaron desde el primer piso de su casa de Hurlingham, por lo que debió ser internado con lesiones en sus piernas. “Soñé que estaba en el show y vi cuando se prendió una bandera, el humo que había y me tiré del primer piso”, relató en aquella oportunidad el mismo Ezequiel.
Los intentos de suicido comenzaron en marzo, cuando también quiso quitarse la vida abusando de los tranquilizantes. El segundo llegó en julio, cuando intentó cortarse las venas. “El 17 de julio fue su cumpleaños, después vino el 20, el día del amigo, y el 26 era el cumpleaños de su mejor amigo, con el que estaban todo el tiempo juntos, eran como gemelos. Todo eso terminó en el intento de suicidio”, comentó Cristina.
“Ahora, otra vez se le juntó todo. Se acerca la fecha del aniversario, desde agosto que está sin goce de sueldo, el subsidio que todavía cobramos no alcanza y no sabemos si lo vamos a seguir teniendo. El piensa en el futuro, en qué va a pasar con sus hijas, y se pone mal”, señaló la madre de Ezequiel.
Por su estado psicológico, Ezequiel no puede trabajar. Tuvo licencia con goce de sueldo hasta agosto pasado. Desde entonces, depende del subsidio de 600 pesos que cobra del gobierno de la ciudad de Buenos Aires. “El quiere trabajar, pero no puede. A una cuadra de su trabajo vivía su amigo y cada vez que va al lugar le provoca malestar y recuerdos. Y después pasan estas cosas”, dice Cristina.
Según el abogado de Ezequiel, Fernando Soto, la causa principal es que “la atención psicológica que los chicos están recibiendo es harto deficiente. Ezequiel es atendido durante treinta minutos por semana por el psicólogo, y eso, lo sabe cualquier profesional, no alcanza. Incluso hay chicos que tienen sesiones solamente cada quince días”.
Pero lo que Cristina escuchaba de boca del psicólogo era otra cosa. “El psicólogo le decía a la madre que Ezequiel estaba bien. Y ella decía y sabía que estaba mal”, aseguró Soto. “¿Qué hay que esperar, que uno de los chicos se muera para que empiecen a recibir la atención que corresponde?”, se preguntaba.
Los sobrevivientes de Cromañón en la misma situación no son pocos. “Hicimos reclamos porque hay muchos chicos que están muy mal. Presentamos un recurso de amparo porque la atención psicológica es insuficiente, o el método no sirve o les dedican poco tiempo y en algunos casos les dan pastillas y los chicos andan dopados. Además, el subsidio que están cobrando no es suficiente”, explicó Soto. Pero las respuestas fueron nulas: el amparo fue rechazado en primera instancia y luego fue apelado. “Hay muchos casos de tentativa de suicidio, pero éste es emblemático”, remarcó.
Anoche, Ezequiel permanecía internado en el sanatorio General Sarmiento, de San Miguel. Allí esperaba que lo viera un psiquiatra, y todo indicaba que iba a ser derivado e internado en un hospital neuropsiquiátrico.
“Vemos que el gobierno en vez de ocuparse de los chicos se ocupa solamente de la política. Están preocupados por si Ibarra se va o se queda, y poreso ya ni nos atienden. Hay una falta total de preocupación por parte de la gente que debería ocuparse. No me llaman ni para preguntarme si necesito algo o para saber cómo estoy”, se quejó Cristina.

Informe: Lucas Livchits.

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