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Sociedad|Miércoles, 25 de septiembre de 2013

Espósito en un plasma

Por Carlos Rodríguez
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Espósito sólo respondió datos formales y dijo que vivía de una pensión.

El comisario Miguel Angel Espósito, con permiso de los jueces del Tribunal Oral 29, no se hizo presente en la sala de audiencia y siguió las incidencias, en la primera parte del debate, por teleconferencia. Desde un lugar elegido por el tribunal, escuchó y presenció –en vivo y en directo– la lectura del texto de la elevación a juicio, donde se exponen los cargos en su contra. Aunque se negó a prestar declaración indagatoria, dijo que estaba convaleciente de un infarto y aprovechó para quejarse de la decisión por la cual fue exonerado: “Por eso perdí la obra social y mi jubilación. Ahora la que cobra es mi mujer, como pensionada, pero si ella se muere, pierdo todo”. Consideró que la situación que está viviendo, por su exoneración, se la debe “a la maldad de Mónica Cuñarro (la fiscal que pidió su prisión preventiva en el comienzo del caso Bulacio) y de Aníbal Fernández”, el ex funcionario nacional que fue quien resolvió darle la baja, luego de que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ordenara la reapertura del caso, en 2003, luego de que la Justicia argentina decretara su cierre por prescripción de la acción penal. Espósito optó por “no seguir mirando” la sesión porque “estoy medicado por el infarto que tuve”.

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