Es común decir que un relato es estremecedor; menos común es que un cronista confiese que literalmente se estremeció al escucharlo, pero tal fue el caso ante los datos que la fiscal del caso del Colegio Divino Rostro agrega, cuando habla de aquellos que no han llegado y difícilmente lleguen al banquillo de los acusados, aquellos que las niñas llamaban “los fantasmas”, “los monstruos”. La fiscal se propone continuar la investigación y destaca que con este fallo se subió un escalón muy importante: que, esta vez, “ganaron los chicos”.
Para la fiscal María de los Angeles Lorenzo, “durante el juicio se puso de manifiesto lo que sucedió en el Colegio del Divino Rostro. Todo lo que las nenas decían de los lugares por donde las hacían ir, todo lo constatamos nosotros cuando recorrimos el colegio: los pasillos, las oscuridades; las luces que, en la sacristía, estaban donde ellas habían dicho que estaban en ‘la cueva’. Hablaban de cortinas y las hay, del color que ellas dijeron. Y, por ejemplo, una de ellas contó que en el lugar donde ocurrían los abusos había ‘una foto de Jesús’. Insistió en que era una foto, no una pintura. Y en efecto, lo que hay es un grabado que se ve como una foto”.
La fiscal contó algo más: “Una de las nenas habló de un baúl con fantasmas, monstruos rojos, verdes, blancos: y en la sacristía nosotros vimos un gran baúl donde hay vestimentas eclesiásticas de esos colores”.
Y todavía más: “Las nenas hablaban de gusanos de los que salía una baba. ‘Así de grandes eran los gusanos’, contaban, mostraban. ‘Les salía una baba pegajosa’; ‘una baba con olor a pis y caca’, dijeron”.
Además –siguió relatando la fiscal–, en el colegio también hay un internado de chicos. Y una de las nenas contó que habían ido “a casa de Ana”, que habían subido una escalera a un primer piso y que allí había “muchas camas”, todo lo cual coincide con la descripción del internado.
–¿Es posible continuar con la investigación de otros posibles implicados en abusos sexuales en el Divino Rostro?
–Es posible y nos proponemos hacerlo. De todos modos, hay un límite dado por el hecho de que, legalmente, Ana Pandolfi no puede ser juzgada dos veces por el mismo delito. En cualquier caso no va a ser fácil. Es que, cuando terminó la etapa de instrucción, sólo una de las niñas había llegado a mencionar la intervención de varias personas adultas. En esas condiciones, en agosto de 2003, se elevó el caso a juicio oral; posteriormente, otras dos niñas hicieron revelaciones que coincidían en diversos detalles. Además, en el Hospital Materno Infantil se presentaron cinco casos más, del mismo colegio, pero los padres no hicieron la denuncia.
Para la fiscal, fue “muy importante la presencia de representantes de la Secretaría de Educación de la Provincia de Buenos Aires durante las audiencias del juicio. Desgraciadamente, ese organismo no actuó antes. Si la Dirección de Escuelas hubiera observado atentamente lo que pasaba en ese colegio, no habría sido necesario llegar a la instancia del juicio penal”.
En cualquier caso, agrega, “con este juicio zafamos del ‘eso no existe’. Subimos un escalón pequeño pero indudable. Es que esta vez ganaron los chicos: en la contradicción entre los dichos de la imputada y los de las niñas, primaron las nenas. Y esto no pasa en todos los tribunales”.