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Domingo, 12 de octubre de 2008
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Debate > Crisis financiera Los desequilibrios del capitalismo global

Un mundo incierto y estrechamente interrelacionado

Por Carlos Fidel*

El capitalismo central está transitando por una intensa crisis. En principio expresa su rostro más catastrófico en la esfera financiera. Bancos que se desploman o son absorbidos por otros reflejando carteras insolventes o préstamos de alto riesgo sin cimientos sólidos. Surgen varios interrogantes:

Se podría seguir con una larga lista de preguntas. Muchas de ellas quedarían sin respuestas y la mayoría bordearían un conjunto de ideas imprecisas, expresando la complejidad de un mundo incierto y estrechamente interrelacionado.

Respecto de la primera indagación, conviene recordar que el mercado capitalista, frente a problemas profundos, ajusta su funcionamiento mediante el crudo instrumento de la guerra o la “crisis”, abriendo un espacio donde algunos agentes se hunden y otros, a veces, pueden enriquecerse. En la historia no hay situaciones idénticas. Es cierto que algunas pueden tener algunas semejanzas, pero nunca son similares. Tampoco son idénticas las maneras de desatarse ni las puertas de salida. Es posible que para encontrar una explicación al actual contexto se deba remontar a las profundidades de la producción organizada con el paradigma posfordista de base digital. Dicha forma comenzó a configurarse a nivel planetario hace unas dos décadas. Uno de los rasgos más significativos fue que las fases de la producción se localizó en el territorio buscando disminuir los costos de la fuerza de trabajo, las materias primas y de la energía, simultáneamente que aumentaba intensamente la productividad. En esas nuevas condiciones se ahondó la separación entre el capital financiero (aumentando su volatilidad) y las otras formas de capital. El mundo unipolar arremetió a la fácil generación de billetes y su signo inundó con su brillo las referencias de los intercambios a escala mundial. Cebados por conquistar más y más dinero, el capital financiero en los países centrales se orientaron a financiar los dos objetos fetiches del consumidor contemporáneo: autos y casas. El último es un bien irremplazable para la vida y de alto costo. El flujo de préstamos infló la industria de la construcción y el mercado inmobiliario. No creó una burbuja efímera: a nivel regional se fue consolidando una estrecha articulación entre bancos/construcción/intercambios inmobiliarios. Ese lazo se rompió en varios países centrales. El núcleo de la quiebra fue que el consumidor se fue transformando en insolvente. El Estado aparece creando monedas sin respaldo para salvar a los prestamistas. Puede ser que sirva por un tiempo, pero los consumidores seguirán insolventes. Usualmente los países más desarrollados exportaron sus crisis a los territorios sociales más pobres. Lo nuevo puede ser que hoy las superficies más pobres recorren los entramados sociales conectados sin respetar las desdibujadas líneas fronterizas.

Docente Investigador de la Universidad Nacional de Quilmes. Miembro del Plan Fénix

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