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Domingo, 18 de diciembre de 2011
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Subsidio irrazonable

(extracto) A propósito del debate del Presupuesto General de la Nación, la agencia Télam informaba que “el Estado Nacional alentará la producción de biocombustibles con exenciones impositivas cercanas a los 450 millones de dólares durante 2012. Los productores agropecuarios y las empresas procesadoras se beneficiarán así con los 1923 millones de pesos que estima el proyecto en concepto de exención de distintos gravámenes y prácticamente duplica el estímulo concedido en 2010”. Si es difícil demostrar las ventajas del actual modelo agroindustrial importado en los ’90 basado en semillas transgénicas y agrotóxicos, de sólo computar la totalidad de los costos, pocas actividades resultan tan ruinosas para la población argentina como la producción de combustibles a partir de materias primas de origen agropecuario. En el plano local e internacional varias voces de advertencia se hicieron oír. La Ley 26.093 tuvo como objetivo declamado la reducción de la importación de combustibles fósiles y consiguiente beneficio medioambiental adicional por la reducción de emisiones contaminantes. Con independencia de esta afirmación, cuanto menos opinable, el absurdo es mayúsculo si se lo produce para exportación, desvirtuando totalmente aquellos propósitos, a la par que nuestro país asume los costos energéticos y medioambientales de su producción mientras Europa aprovecha las ventajas de su consumo. La cámara que agrupa a las principales exportadoras (Carbio) informó que en 2011 ingresarán “al país” 2000 millones de dólares. “El país”, no obstante, apenas obtiene el 13,5 por ciento ya que el resto lo embolsarán las corporaciones Bunge, Cargill, Dreyfus, Molinos, Vicentín, AGD, Explora, Viluco, Patagonia Bioenergía, Renova y Unitec Bio, entre otras, por la venta al exterior, principalmente a la Unión Europea, de unas 1800 toneladas, bastante más de lo que se consume internamente con precio fijado por la Secretaría de Energía. Los mercados financieros internacionales, en cambio, establecen el precio de exportación. En Argentina la producción del llamado “biodiesel” demandó el 26 por ciento de la última cosecha de soja (biodiesel.com.ar, abril de 2011). El reemplazo de combustible fósil por agrocombustibles es insignificante (3,4 por ciento en el 2019), en los vaticinios más optimistas. Por caso, la noticia del hallazgo de 927 millones de barriles de petróleo en nuestro territorio equivaldría a 147.393 millones de litros frente a los minúsculos 1363 millones proyectados como consumo de agrocombustible en todo 2011, al final del cual se habrán usado 14,5 millones de toneladas de soja para hacer combustible; es decir, más que toda la producción de la provincia de Santa Fe, Chaco y Santiago del Estero sumadas. Ningún plan que se diga alimentario avalaría “la competencia por el uso del suelo entre la producción de energía y alimentos”, pero lejos de reclamos maximalistas, de los que solemos ser acusados, apenas atinamos a una petición bastante modesta: excluir del Presupuesto este subsidio irrazonable.

Horacio Brignone

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